Salta - Huelga docente: gran demostración que deja enseñanzas

La huelga docente de la provincia de Salta se sostuvo por seis semanas con cortes de ruta, acampes y movilizaciones masivas que llegaron hasta la casa de gobierno. De una punta a la otra, en Cafayate, Seclantás, Cachi, Orán, Pichanal, El Quebrachal, Tartagal, Aguaray, Embarcación, General Mosconi, General Güemes, Salvador Mazza, Coronel Juan Solá, Campo Durán, Rosario de Lerma, Rosario de la Frontera, la docencia dio una cátedra de lucha.

Al paro docente se fueron sumando otros sectores que también exigen mejoras salariales. Al igual que los docentes, el personal de salud se considera autoconvocado, ya que no se sienten representados por ninguno de los sindicatos por considerarlos traidores a las luchas que protagonizan los trabajadores. También se sumaron empleados municipales, mineros y organizaciones territoriales, tanto de la Unidad Piquetera como de la UTEP.

El gobierno fue dilatando, apostando al desgaste, y no ofreció nunca una propuesta de salario acorde a lo que se estaba exigiendo. Y también intentó amedrentar con amenazas de descuentos por los días no trabajados, de recuperar días caídos durante sábados y feriados y usar la represión para liberar las rutas cortadas.

En medio del conflicto el gobierno de Sáenz aprobó la ley denominada “de convivencia social y conciliación ciudadana”, que no es otra cosa que una ley anti protesta. Esta intenta asegurar la libre circulación de los camiones tanto de granos como de los recursos naturales que extraen y saquean los grandes monopolios que están instalados en la provincia. Esta ley intenta criminalizar la protesta sin importar el motivo. Las razones para esta política son más que obvias: el ajuste se va a profundizar y la represión es la manera que se implemente.

La respuesta de los trabajadores tanto ocupados como desocupados fue contundente: unidad para derrotar la ley anti protesta y por el triunfo de la lucha por los salarios. Se cortaron las rutas más importantes de la provincia: la 34 y la 16, conocida como el corredor bioceánico, y la ruta 51 llamada la ruta del litio. Además de cortar todos los accesos a la capital.

Por la gran presión popular el gobierno no tuvo más remedio que vetar parcialmente la ley además de dar un aumento de salarios a los trabajadores y no descontar los días de paro. También tuvo que retroceder en la amenaza de trabajar los feriados. Ni la represión, ni las detenciones, ni el armado de causas hicieron aflojar la combatividad del movimiento.

Ahora el desafío que se plantea es fortalecer la unidad que es incipiente, pero que debemos ir sumando a todos los trabajadores y sectores populares. Primero para lograr la derogación de la ley anti protesta, generando mejores condiciones para lograr profundizar la lucha en contra del ajuste brutal que tanto el gobierno nacional como provincial vienen implementando y que la única manera de que cierre es con represión.

La gran lucha de Salta no fue un caso aislado. Así lo mostró la pelea inmediatamente posterior en Jujuy. Amén de haber sido mucho más profunda, ambas presentaron elementos en común, empezando por gobiernos que, envalentonado por su ratificación electoral, mostraron fiereza pero sin poder controlar la situación: además de ello, el conflicto docente como disparador, la unidad con otros trabajadores, en principio del Estado y luego también privados, la solidaridad y la confluencia con desocupados y otros sectores del pueblo como los pobladores originarios. Esa es la unidad que hay que consolidar, acortando las distancias que puedan separar a los distintos sectores del pueblo, divisiones que son fomentadas por el enemigo de clase para desorientar. A su vez, desplazando a las conducciones burocráticas que le quieran poner un freno a la pelea. Esa es la base de la confluencia de trabajadores ocupados y desocupados, originarios, estudiantes y el pueblo en general, para avanzar hacia el paro activo y piquetero en Salta y en todo el país.

Mario Assad