Vanguardia Comunista

Un compromiso con el marxismo – leninismo


En el año del 45° aniversario de la fundación de Vanguardia Comunista, ofrecimos a los lectores una serie de entregas con la historia de nuestro Partido. Este breve repaso de nuestra intervención en la lucha de clases forma parte del homenaje a todos aquellos camaradas que dieron su vida y esfuerzo por construir el estado mayor de la clase obrera, en la búsqueda del camino de la liberación y el socialismo. Las tres notas que publicaremos fueron redactadas sobre la base del documento “Una historia, un compromiso con el marxismo – leninismo” (revista Temas Revolucionarios N° 5), al cual remitimos para un abordaje de mayor profundidad. En este número abarcaremos desde los comienzos hasta el fin del gobierno de Isabel Perón. La Argentina de principios de los ‘60 estaba marcada por una profunda inestabilidad política. Luego del golpe gorila de 1955, las clases dominantes se debatían en una aguda crisis de poder, alternando gobiernos civiles y militares. Además de sus diferencias, era la lucha de los trabajadores la que ponía en aprietos a la gran burguesía y los monopolios. La huelga del frigorífico Lisandro de la Torre en 1959, o la toma de fábricas de 1964 daban muestra de que, a pesar de los reveses, la clase obrera argentina seguía de pie. Por otra parte, en el plano internacional, la Revolución Cubana, la guerra popular contra el imperialismo en Vietnam, la construcción del socialismo en China y las luchas de liberación en Asia y África, ejercían una poderosa influencia en vastos sectores de la vanguardia política y la juventud de nuestro país. El PC argentino de Codovilla y Ghioldi había ya abandonado el marxismo – leninismo para convertirse en una fuerza conciliadora. Su oposición por derecha al peronismo lo alejó de la masa trabajadora. Su adhesión a las tesis revisionistas del PC soviético de Nikita Krushov, diametralmente contrarias al legado de Lenin, lo separó por completo del camino de la revolución. A este respecto, la denuncia de Mao y del Partido Comunista Chino acerca del rumbo revisionista adoptado por la dirección de la URSS brindó una orientación decisiva para encarar la reconstrucción del Partido de la clase trabajadora. A esa tarea se abocó un grupo de militantes proveniente del Partido Socialista Argentino de Vanguardia (desprendimiento de izquierda del PS), entre quienes se destacaban Elías Semán, Roberto Cristina, Rubén Kriscautski y Saúl Micflic. Hacia fines de 1964 aparecieron dos folletos titulados “Derrotemos al Revisionismo” y “El Partido Marxista – Leninista y el Guerrillerismo”. En ellos se fijaba posición acerca del leninismo y el revisionismo, del reformismo y la revolución, y en particular, de las características del capitalismo y de la revolución en nuestro país. Las tesis expuestas en aquellos materiales fueron las que orientaron a estos compañeros para la fundación de Vanguardia Comunista, el 5 de abril de 1965, cuyo primer secretario general fue Elías Semán. Ese mismo día apareció el primer número partidario de No Transar. En los comienzos de VC, la lucha política se orientó hacia la acumulación de fuerzas en la intelectualidad y en el movimiento estudiantil. Los vínculos con la clase trabajadora eran todavía débiles. De allí que los principales cuadros emprendieron la tarea de insertarse en el movimiento obrero. De aquel tiempo son las experiencias en el frigorífico Swift de Rosario, Acindar de Villa Constitución, el Ingenio Ledesma en Jujuy, IME de Córdoba y el Lisandro de la Torre en Capital. Por ese entonces, en Rosario, Semán trabó relación con Mario Geller, de la Organización Marxista Leninista, grupo proveniente del peronismo cookista que terminaría fusionándose con VC. También en esos años se incorporó al Partido Emilio Jáuregui, secretario general de la Federación de Trabajadores de Prensa, quien cayera abatido por la represión policial en un acto de repudio a la llegada al país del banquero yanqui Rockefeller, durante la dictadura de Onganía, en junio de 1969. Fue nuestro primer mártir. La creciente ligazón con la clase redundó en un crecimiento ideológico y político, que permitió comenzar a comprender el carácter capitalista dependiente de nuestra sociedad, así como el rol de la clase obrera y de las grandes concentraciones urbanas como epicentro de la lucha de clases. La irrupción de una situación revolucionaria de masas, como fruto del Cordobazo, permitió que el Partido pasara a acumular a gran escala, abandonando su estado inicial de núcleo de agitación para convertirse en una fuerza de dirección de importantes sectores del movimiento de masas. En esta etapa VC buscó la aparición, el despliegue y la consolidación del clasismo en el movimiento obrero. Así se desarrolló en importantes centros como Transax y municipales de Córdoba, Astilleros Río Santiago en La Plata, Rigolleau en Florencio Varela, docentes de Mendoza, empleados públicos de Salta y municipales de Sáenz Peña (Chaco), conformando la Tendencia Clasista 29 de Mayo. Pero fue la experiencia del SITRAC – SITRAM la más elevada del sindicalismo clasista, combativo y antiburocrático de los ’70. En ella VC jugó un rol clave, abonando a la realización del “Viborazo” o “Segundo Cordobazo” de marzo de 1971, en el que la Plaza Vélez Sarsfield se vistió de rojo con las banderas de nuestro Partido y del PRT, y las imágenes de Mao y el Che. Al igual que el Cordobazo con Onganía, el Viborazo hirió de muerte al gobierno de facto de Levingston, acelerando la descomposición de la dictadura. Hacia fines de 1971 se realizó el I Congreso partidario, en el cual se ratificó la adhesión al clasismo y a la base teórica marxista – leninista. Si bien todavía con algunas imprecisiones en el plano estratégico, este Congreso señaló la centralidad del problema de la dependencia en nuestro país, y aprobó las consignas tácticas “Abajo la dictadura militar” y “Ni golpe ni elección, revolución”. Sobre la última, si bien indicaba con justeza la necesidad de romper el continuismo dictatorial, luchando por una salida de los trabajadores y el pueblo, su aplicación durante el posterior proceso electoral llevó al error de llamar a votar en blanco, en un contexto en el que la situación revolucionaria del ’69 se encontraba clausurada. Roberto Cristina resultó electo secretario general. Esa etapa abierta por el Cordobazo fue cerrada con la consumación del Gran Acuerdo Nacional y las elecciones de 1973. Durante ese período, y sobre la base de la creciente vinculación con la clase, el eje que ordenó la política de VC fue el de “por uno, dos, tres o más Cordobazos”, como salida concreta al problema del poder y su resolución por parte de los trabajadores a partir de su intervención insurreccional en la lucha de clases. Cabe señalar también que, fruto del incipiente manejo de la teoría leninista, se cometieron una serie de errores. Entre los principales, podemos mencionar el no haber sabido desarrollar todas las formas de la lucha por el poder, en el marco de una situación revolucionaria y dentro de una estrategia de insurrección obrera y popular.

De Cámpora a Isabel

Con la llegada de Cámpora a la presidencia, VC se dio una táctica orientada a profundizar el proceso antiimperialista y democrático de masas. La misma se adaptaba al estado de ánimo de los vastos sectores populares que, si bien no habían caído en una situación de reflujo, perfilaban su movilización hacia la obtención de conquistas en el marco de la democracia burguesa. En este sentido, se aplicó una política “anticontinuista” desde el comienzo del gobierno peronista: el mismo 25 de mayo, cuando Cámpora asumió, VC estuvo en la cárcel de Devoto exigiendo la libertad de los presos políticos, ocasión en que la policía asesinó al compañero Carlos Sfeir del Frente Antiimperialista de Estudiantes Secundarios –agrupación impulsada por el Partido- y a Jorge Likacs de Montoneros. A su vez, se le propuso al gobierno un programa de unidad antiimperialista y democrática, conocido como los “Diez puntos de unidad antiyanqui”, publicados en diciembre del ’73. Sin embargo, el retorno de Perón al poder, previo golpe palaciego contra Cámpora, significó el decidido viraje del gobierno peronista hacia la derechización. El 1° de Mayo del ’74 VC se retiró de la Plaza de Mayo junto a la JP, cuando Perón le lanzó el mote de “imbéciles e imberbes”. En el marco del hostigamiento a los gobiernos provinciales progresistas ejercido por el poder central, el gobernador salteño Ragone convocó a nuestro Partido a realizar tareas de autodefensa sobre la Casa de Gobierno de la provincia. La llegada de Isabel Perón a la presidencia tras la muerte de su marido profundizó el rumbo de capitulación frente a los monopolios y el imperialismo. La actividad parapolicial de la Triple A le allanaba el camino al golpe de Estado. La represión fascista alcanzó a nuestros camaradas Raúl Kossoy, quien atendía el trabajo sobre el Astillero Río Santiago y era miembro de la dirección provincial, y Ana María Estevao, periodista y sub directora del periódico La Voz de Solano. El sepelio que acompañó sus cuerpos hasta el cementerio de Ezpeleta fue multitudinario. Durante esos años VC fortaleció sus vínculos con los trabajadores y el pueblo. En la clase fue partícipe de los Movimientos de Recuperación Sindical y de las Coordinadoras Obreras del Gran Buenos Aires. En el movimiento estudiantil se extendió el trabajo de TUPAC en Buenos Aires, Rosario, Córdoba y otras provincias, mientras que entre los secundarios crecía el FAES. En el campesinado se consolidó un bloque dentro de las Ligas Agrarias, con base en las provincias de Chaco, Corrientes y Misiones. En materia de derechos humanos se impulsó la Organización de Solidaridad con los Presos Políticos, Estudiantiles y Gremiales (OSPPEG). En el plano cultural se desarrolló el Movimiento Nueva Cultura (MONUC). Entre los profesionales se destacaba el trabajo de nuestra camarada Beatriz Perossio en la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires y la Federación de Psicólogos de la República Argentina, entidades de las que fue presidenta. A principios de 1976 se realizó el II Congreso Nacional partidario. Sus principales resoluciones se enfocaron a trazar una línea de levantamiento popular para quebrar la política de Isabel y enfrentar el golpe. También se abandonó por completo los resabios de la estrategia de “guerra popular y prolongada” (presentes en el Congreso anterior) para afirmar un proyecto insurreccional, precisando el carácter dependiente del capitalismo en nuestro país. El programa estratégico que se desprendía de ello era el de una revolución nacional, popular y democrática bajo dirección del proletariado, que sentara un poder capaz de llevar adelante las tareas de liberación, la destrucción de la propiedad monopólica y que avanzara en la marcha hacia el socialismo. Además se adoptó un nuevo nombre, Partido Comunista (marxista – leninista). Roberto Cristina fue ratificado como secretario general. Por aquel tiempo, la resistencia popular a los planes de Isabel crecía. La huelga general conocida como “Rodrigazo” catapultó del gabinete al “Brujo” López Rega. La gran burguesía, anoticiada de que el gobierno peronista era incapaz de contener las luchas, se jugó a fondo por la salida dictatorial. Ante esta amenaza, el Partido lanzó la consigna de “Parar, ocupar y luchar” en caso de golpe de Estado. La misma fue aprobada en las asambleas obreras del SMATA cordobés, del Ingenio Ledesma, de Rigolleau y de los municipales de Saenz Peña, entre otras. Y en más de uno de esos lugares, los trabajadores pararon el mismo 24 de marzo del ’76. Sin embargo, con la gran burguesía y el imperialismo unificados alrededor del golpe y el campo del pueblo disperso, estos esfuerzos no alcanzaron para frenar un proceso que, con las duras condiciones que impuso y los severos golpes que infligió, puso a prueba las enormes reservas revolucionarias de nuestro Partido.

La intervención partidaria durante la dictadura militar.

Un día después de asumir, la dictadura promulgó el decreto de “disolución” de nuestro Partido, junto con el PRT – ERP, la JP – Montoneros y otras fuerzas revolucionarias. Mientras tanto, los partidos burgueses, incluido el PC, eran simplemente “suspendidos”. La nueva situación de reflujo impuso la adopción de una táctica defensiva, centrada en la organización del repliegue. Con la consigna “Abajo la dictadura fascista”, la política inmediata fue la de “retroceder combatiendo”. Pese a haber extremado los cuidados y la clandestinización de su vida interna, ya en los primeros meses del terrorismo de Estado el Partido contaba con varios compañeros asesinados o detenidos. Sin embargo, su estructura principal seguía en pie, lo que destaca la conducta heroica de aquellos camaradas alcanzados por el enemigo, ya que de haberles arrancado información el daño causado habría sido muchísimo mayor. Dadas las difíciles condiciones para el trabajo en el movimiento obrero, estudiantil y campesino, el Partido privilegió la militancia por la defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas. Sus abogados recorrieron las cárceles del país defendiendo presos políticos. Algunos de ellos fueron secuestrados durante su labor. También se participó de las primeras rondas de Plaza de Mayo y de las reuniones en la Iglesia de Santa Cruz, de donde surgiría la organización de las Madres. Cinco camaradas nuestros fueron secuestrados en el operativo de diciembre del ’77 comandado por Astiz, en el que también desaparecieron, junto a otros activistas y familiares, las monjas francesas Domon y Duquet. Ese año se impulsó la publicación de la revista Punto de Vista. Su objetivo era el de llegar a la intelectualidad dispersa -tanto en el país como la exiliada- a través de notas culturales y sociales, ejerciendo la resistencia en el ámbito de la lucha por las ideas. Nueve ejemplares salieron a la calle hasta agosto del ’78, cuando un operativo represivo alcanzó a los compañeros encargados de dicha tarea. Esta revista continuó publicándose tiempo después y hasta hace pocos años, ya sin vinculación alguna con el Partido, ni con las ideas que defendió en aquellos nueve números. Hacia mediados de 1978 la dictadura lanzó una campaña de aniquilamiento del Partido, bajo la guía de la lucha contra la “guerrilla fabril”, que era compartida por los principales referentes de la UCR y el PJ. Ese fue un golpe de una enorme envergadura. Entre julio y agosto fueron secuestrados una gran cantidad de militantes, entre ellos Roberto Cristina, Elías Semán, Rubén Kriscautsky y otros cuadros de la dirección nacional. La mayoría de ellos fue a parar al campo de concentración “El Vesubio”, dependiente del 1° Cuerpo del Ejército dirigido por Suárez Mason. A pesar de que el enemigo logró obtener información (e incluso contó con la colaboración de un traidor, Osvaldo Balbi) la mayor parte de nuestros camaradas tuvo un comportamiento acorde a sus convicciones revolucionarias. Entre ellos se destaca la actitud de Roberto Cristina quien, según el testimonio de sobrevivientes registrado en el Juicio a las Juntas, enfrentaba la tortura al grito de “¡Viva la Patria, viva la clase obrera, viva la Revolución!”. Luego de varios meses se pudo reunificar a la militancia y reorganizar al Comité Central, a cuyo frente fue designado Mario Geller. Comenzaba la tarea de la reconstrucción. A las duras pérdidas y las severas condiciones, le hicieron contrapeso las grandes reservas ideológicas de quienes llevaron adelante la titánica labor. En agosto del ’79 volvió a salir publicado el No Transar, editado en mimeógrafo, bajo el título “El Partido no se rinde”. A la par que se volvían a formar los organismos partidarios, fueron retomadas las actividades de solidaridad con los familiares de los compañeros detenidos. Con muchas dificultades, se comenzó a reconstruir el frente sindical, sobre la base de viejos contactos obreros en Capital, Gran Buenos Aires y Córdoba, buscando intervenir en la disputa abierta entre la CGT Azopardo (videlista) y la CGT Brasil. Al progresivo desgaste de la dictadura, entrada la década del ’80, se le sumó su claudicación en Malvinas. A partir de aquí, la creciente movilización popular abría una nueva situación, caracterizada por un ascenso en la movilización de masas de carácter pacífico. De aquellos años, rescatamos la determinación del Partido de haber ocupado su puesto de combate contra la dictadura asesina, sin dejarse amedrentar por la ferocidad del enemigo. Y el volver a ponerse en pie luego de las caídas. Como decía en la editorial de aquel histórico No Transar de agosto del ’79: “La bandera roja enarbolada 14 años atrás, y que fuera agitada miles de veces por nuestros compañeros secuestrados, presos y prófugos, flamea orgullosa y desafiante”.

El período alfonsinista

Si al principio de su gobierno, Alfonsín amagó con ciertas medidas progresistas, rápidamente cedió a las presiones del imperialismo, los monopolios locales y la cúpula de las Fuerzas Armadas. Nuestro Partido venía de realizar su III Congreso poco antes de las elecciones del ’83. En él se ratificaron sus objetivos estratégicos, además de levantar a la “generación del ‘70” y las raíces históricas en Vanguardia Comunista. Sin embargo, el haber salido duramente golpeado de la dictadura, y con escasos vínculos de masas, generó una cierta desviación oportunista por derecha. Así se explica la equivocada táctica electoral de voto al peronismo desde un programa de izquierda y la sobrevaloración de la línea de unidad de acción con la CGT Brasil. Este Congreso resolvió el cambio de nombre, adoptando el de Partido de Liberación. En tiempos de avance de las ideas movimentistas, la nueva denominación dejaba ver un cierto defensismo ideológico en la reivindicación del marxismo – leninismo, si bien este no fue abandonado. En el marco del Juicio a las Juntas Militares y la movilización por el castigo a los golpistas, el Partido realizó un gran aporte al ubicar en 1983 el sitio en que se hallaba “El Vesubio”, apoyado en los testimonios de algunos de sus sobrevivientes. Sobre esa base fuimos impulsores de la construcción de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. Poco a poco, nuestro trabajo sindical se reorientó en una dirección combativa, clasista y antiburocrática. En la alimenticia Mu Mú de Capital encabezamos un proceso de lucha contra los despidos y el cierre de la empresa, que dio pie la a disputa contra la burocracia por la conducción del gremio. También participamos de procesos electorales en docentes de Rosario y Mendoza, y en Obras Sanitarias de Córdoba. Además impulsamos la ocupación de tierras en la zona sur del Gran Buenos Aires, al tiempo que retomamos la construcción de TUPAC en Rosario y Capital. En el plano político nos dimos una táctica de alianza hacia otros sectores de la izquierda, siendo co – fundadores del Frente del Pueblo, que también integraban el MAS, el PC y ex militantes del Peronismo de Base y el PRT. Dicho frente se correspondía con la etapa de confrontaciones pacíficas que se estaba transitando. Así, en los hechos, se producía una rectificación respecto de las desviaciones con las que habíamos comenzado el período. La misma culminó con nuestro IV Congreso Nacional, en el que se hizo eje en la confrontación contra los planes antipopulares de Alfonsín, en la solidaridad con los procesos revolucionarios de Nicaragua y El Salvador, y en la denuncia de la reaccionaria “perestroika” de Gorbachov. En los años siguientes el Partido se ubicó a la cabeza del enfrentamiento a los militares sublevados. En la Semana Santa de 1987 se produjo el alzamiento carapintada de Campo de Mayo, bajo el mando de Rico. Inmediatamente millones de personas salieron en todo el país a repudiar el hecho. Mientras Alfonsín consumaba la capitulación y le pedía a la multitud de Plaza de Mayo que se desconcentrara, el PL llamó a marchar sobre Campo de Mayo, para que el conato golpista se las viera cara a cara con la movilización popular. La propuesta fue acompañada por un gran número de militantes de izquierda y activistas independientes, que se sumaron a quienes espontáneamente se habían dado cita en el cuartel. Ante este evento, nuestro Partido tuvo el gran mérito de enfrentar a los milicos pro – golpistas con una política independiente del alfonsinismo, la cual fue puesta nuevamente en práctica ante el alzamiento de Villa Martelli encabezado por Seineldín, en diciembre de 1988. Los sucesos de Martelli marcaron un salto respecto de los anteriores. Los tanques y los fusiles de los carapintadas fueron combatidos con piedras y molotov. Mientras los sublevados asesinaban al activista Rogelio Rodríguez y otros dos compañeros, las fuerzas leales al gobierno no solo no los enfrentaron, sino que al retirarse dispararon contra la movilización. Un mes después de aquellos hechos el Partido organizaba en las puertas de Martelli un acto de homenaje a los caídos, desafiando el operativo represivo montado. Días más tarde se produjo la ocupación del Regimiento 3 de La Tablada por parte del MTP. Si bien no compartimos la valoración sobre la cual esos compañeros basaron su intervención, fuimos de las pocas fuerzas que salimos a solidarizarnos con sus caídos y a denunciar la represión ilegal de la que fueron víctimas. Entrado el año ’89, en medio de la crisis económica y de la hiperinflación, los sectores más humildes y castigados salieron espontáneamente a ocupar supermercados, principalmente en el Gran Rosario. La consigna “Si el hambre es Ley, la rebelión es Justicia” sintetizaba nuestra política e intervención hacia esos acontecimientos. El gobierno radical, haciendo agua por los cuatro costados, tuvo que abandonar el poder cinco meses antes del final de su mandato. Ya había perdido las elecciones presidenciales contra el PJ de Menem, lo cual facilitó la transición. En esos comicios nuestro Partido presentó la candidatura presidencial de Mario Geller. Lo acompañaba en la fórmula la militante independiente Elisa Delboy, quien era la compañera de Rogelio Rodríguez. La campaña giró alrededor de la consigna central “Esto no va más, hagamos Cordobazos” y las boletas llevaban la imagen del Che. En síntesis, durante el gobierno de Alfonsín nuestro Partido se ubicó progresivamente como la izquierda revolucionaria. Además de poner el eje en la lucha de calles, supo utilizar los espacios de legalidad, definiendo la táctica y las herramientas adecuadas en función de cada período político determinado y del curso objetivo de la lucha de masas.

La intervención del partido en la década menemista a la actualidad

Los debates en torno a la evolución de la situación política en los primeros años del menemismo plantearon una serie de dificultades al Partido, que sufrió algunas escisiones. Unas concluyeron con rectificaciones que acercaron nuevamente a aquellos compañeros, otras con desviaciones por derecha que los hicieron abandonar el camino de la revolución. Sin embargo, estos problemas no le hicieron abandonar a nuestro PRL (tal su denominación desde 1995) y luego PR (ml) el camino trazado por la resistencia a los planes de entrega, que lo tuviera haciendo punta en la lucha de los ferroviarios contra las privatizaciones. La lucha del pueblo argentino tuvo en el Santiagazo de 1993 un punto de inflexión, que nuestro Partido supo caracterizar como un quiebre en la confianza del movimiento de masas hacia la democracia parlamentaria trucha, comenzando un período de predominio de la intervención directa de los desposeídos. La clave de la construcción pasó por el movimiento territorial, los piqueteros que fueron la vanguardia de la lucha popular que culminó con la rebelión de 2001 y la caída del gobierno de De la Rua. La situación revolucionaria de 2001 no se pudo prolongar en el tiempo por falta de una dirección que la encauzara hacia una salida popular. Sin embargo, las dificultades de las clases dominantes para gobernar y la disposición del pueblo a luchar por una vida más digna, son elementos que siguen vigentes en esta etapa. De estos años son nuestras iniciativas por la construcción del Bloque Piquetero Nacional y la Asamblea Nacional de Trabajadores, además de nuestra intervención en el combate de Puente Pueyrredón de 2002. La reconstrucción de viejos regionales, las iniciativas en el plano sindical -como en la docencia universitaria a partir de ADIUC, o la intervención en algunos de los principales conflictos obreros del último tiempo-, la consolidación de una fuerza territorial y la construcción en el movimiento estudiantil -potenciado por el impulso a la tendencia universitaria 29 de Mayo- son los signos de un Partido que sigue luchando por construir la organización capaz de dirigir a la masa obrera y popular, que sea estado mayor de los explotados y los oprimidos en la lucha por la liberación, la revolución y el socialismo. Cerramos la serie sobre nuestra historia con un recorrido por las declaraciones políticas más relevantes de 1990 a esta parte. Es un homenaje a aquellos compañeros que en esta etapa ratificaron su compromiso con el marxismo – leninismo y con la construcción del Partido revolucionario. “Gobiernos como los de Alfonsín, Menem y De la Rua, con su política hambreadora, entreguista y represiva, no sólo han potenciado esta crisis en el plano económico, político y social, sino que han demostrado la total incapacidad de esta democracia burguesa para resolverla… Las explosiones populares que se iniciaron con el ‘Santiagazo’, pero que luego recorrieron las puebladas de Jujuy, Neuquén, Ushuaia y Corrientes, con picos de conflictos de alta intensidad como los de Cutral – co, Tartagal y Mosconi, marcan un período de ascenso pre – revolucionario de las luchas obreras y populares, como antesala de una nueva era setentista… La rebelión de los oprimidos está dando una serie de rodeos, buscando pasar de los eslabones débiles como son el NE, NO y el sur del país, hasta penetrar en los eslabones más fuertes del poder de la gran burguesía y el imperialismo, como son las zonas de la Matanza y el GBA, Córdoba o el Gran Rosario, y donde las puebladas como las de Mosconi le permitirán reproducir un nuevo ‘Cordobazo’… El movimiento de desocupados se ha colocado por su número, su experiencia y su predisposición a la lucha de calles, como el aliado más íntimo de la clase obrera, la que sin duda volverá a retomar su rol histórico, de avanzada y conductora de un proceso de emancipación nacional y social de las clases más oprimidas.” (“Enseñanzas de General Mosconi”, julio de 2001) “Algo más de tres años atrás señalamos que la política de la ‘globalización’ marchaba al más rotundo fracaso y que la crisis que atravesaba el capitalismo pondría en tensión todas las contradicciones del mundo actual. También afirmamos que la nueva ‘cruzada’ de saqueo, superexplotación y guerras de rapiña, iniciada por los EE.UU., además de intensificar las disputas interimperialistas, desataría la más enérgica reacción de todos los pueblos del mundo. A partir de aquí dijimos que América Latina y en particular la Argentina, sería uno de los escenarios de grandes combates de masas, levantamientos e insurrecciones populares, las que a su vez pondrían en tela de juicio la gobernabilidad del llamado patio trasero del imperialismo y la estabilidad de los regímenes de democracia dependiente de la región. Los hechos del 19 y 20 de diciembre del 2001 terminaron por darnos la razón.” (“Un paso al frente y un gran desafío por delante”, noviembre de 2003) “El mismo gobierno que durante años usufructuó de una parte no menor de la renta agraria, asociado a los grandes grupos exportadores, los pool de siembra y los fondos de inversión, ha puesto como blanco a los medianos y pequeños productores… No es casual que esta ‘cruzada’ del kirchnerismo tenga el respaldo de la Bolsa de Comercio y la Cámara de la Construcción, los directivos de Fiat y los capitanes de la UIA, quienes junto a la burocracia sindical, sustentaron o colaboraron con el terrorismo de Estado…De allí que toda la propaganda oficial, planteando que estamos en medio de una batalla entre ‘democracia o golpismo’, sea una cortina de humo, detrás de la cual no sólo se busca camuflar la continuidad de un proyecto destinado a subsidiar al gran capital, sino también evadir su directa responsabilidad frente a la escalada inflacionaria, la crisis energética y el crecimiento de una deuda que cuanto más se paga más se adeuda. Plantear que el incremento de las retenciones está destinado a mejorar la ‘distribución de la riqueza’, cuando todos sabemos que va a parar a manos de Pagani de Arcor, el grupo Roggio, Repsol, Telecom y Telefónica, etc., al tiempo que la inflación confisca nuevamente los salarios, la pobreza alcanza a unos 13 millones de argentinos y las escuelas, universidades y hospitales se caen a pedazos, es una verdadera burla contra nuestro pueblo… El temor a una nueva pueblada y no el ‘golpismo’ es lo que asusta no sólo al kirchnerismo sino al conjunto de las clases dominantes… La única solución para los pequeños y medianos productores pasa por la estatización del comercio exterior y la banca, garantizando un precio justo y sostén para las cosechas y créditos a largo plazo con bajas tasas de interés, eliminando por completo a los parásitos exportadores, los pool de siembra y los fondos de inversión. Pero tamaño desafío, así como el de garantizar un salario digno para los trabajadores, salud y educación para nuestros hijos, necesita de la férrea unidad de la clase trabajadora ocupada y desocupada, el movimiento estudiantil, la intelectualidad revolucionaria y el combativismo agrario, para concluir la tarea que dejó pendiente aquel ‘que se vayan todos’ del 19 y 20 de 2001.” (“A 100 días de conflicto agrario el país transita momentos decisivos”, julio de 2008).