Aventura golpista en Bolivia

Martes, 2. Julio 2024
Aventura golpista en Bolivia

Ningún país de la región ha sufrido en su historia tantos golpes de Estado como Bolivia. El último fue en 2019 y quebró una continuidad de 14 años en el gobierno del MAS, con Evo Morales al frente. La reciente aventura golpista encabezada por el general del ejército Juan José Zuñiga seguramente figura entre las más extrañas de la historia boliviana.

El miércoles 26 de junio, el citado general al frente de unidades blindadas con asiento en La Paz y El Alto toma por asalto a plena luz del día la Plaza Murillo y el Palacio Quemado, sede del gobierno boliviano. Luego de tumbar la puerta principal del edificio, Zuñiga declara que procederá a desalojar al gobierno de Luis Arce y nombrar un nuevo gabinete para defender las instituciones democráticas de quienes las han tomado para su beneficio. Junto con esto, anuncia que serán liberados los golpistas Jeanine Añez, Luis Fernando Camacho y varios militares involucrados en el golpe que aquellos encabezaron en 2019.

Inmediatamente, Evo Morales junto a la central obrera y a organizaciones campesinas, hace un llamamiento a defender la democracia con un paro general y con cortes de ruta por tiempo indefinido. Casi en simultáneo el presidente Arce junto a su gabinete convoca públicamente a repudiar el golpe. En cuestión de minutos se empiezan a poblar de gente las inmediaciones de la sede de gobierno y comienzan los primeros cruces con los militares sublevados. 

Frente a este escenario y ante el caso omiso del resto de las FFAA Zuñiga, aislado, emprende la retirada, con manifestantes que van arriando a las tropas al trote, fuera de la plaza al grito de “Zuñiga cabrón, te espera el paredón”. Al cabo de la jornada, el general Zuñiga, el comandante de la armada Juan Arnez y unos 15 civiles involucrados están tras las rejas. 

El general golpista había dado una entrevista un par de días antes, sosteniendo que los militares a su cargo intervendrían para evitar un posible regreso de Morales al poder ejecutivo. El martes 25 fue informado de la destitución de su cargo, aunque sin completar las formalidades del caso. Al mediodía siguiente tomó la iniciativa que lo hizo famoso por un rato.

Más allá de Zuñiga, es evidente que en el marco de una crisis política en ascenso, Arce no controla las FFAA. No hay forma de explicar que nadie le haya informado lo que estaba sucediendo bajo sus narices, y que este general haya desfilado alegremente con blindados hasta la puerta del poder político sin que ningún militar “leal” interrumpa su paso para preguntarle qué estaba haciendo. La defensa de la democracia en Bolivia descansa exclusivamente en la espalda del pueblo trabajador. 

Interna en el MAS

La aventura de Zuñiga debe ser ubicada en un contexto en el que la interna del partido de gobierno atraviesa todos los planos de la realidad boliviana, y se agudiza a medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2025. La sucesión se debate entre la reelección de Arce y un cuarto mandato de Morales. Esto último está sujeto a una controversia legal que involucra a todos los poderes y que en 2019 alimentó un conflicto que dejó como saldo decenas de muertos. Esta vez no se va a resolver con algún atajo en la interpretación de la Constitución sino, nuevamente, por la fuerza desplegada 

Sin embargo lo que está en juego no es simplemente una candidatura, sino qué lugar ocupará Bolivia en un escenario internacional que avanza hacia la confrontación. 

Bolivia tiene la principal reserva mundial de litio y otros minerales estratégicos. Desde 2008 no tiene relaciones diplomáticas con Estados Unidos, firmó en 2023 un acuerdo con Rusia para la producción de baterías de litio, y una semana antes del golpe fallido, Arce ratificó la voluntad de sumar a Bolivia a los BRICS. 

Para los intereses expresados por Laura Richardson (jefa del comando sur de los EEUU) el año pasado respecto de la centralidad del triángulo del litio para el imperialismo yanqui, todas las iniciativas que ha impulsado el MAS en los últimos 20 años en Bolivia son una afrenta a sus intereses. 

La disputa entre “evistas” y “luchistas” parece expresar una tendencia más radical y otra moderada de un proyecto de desarrollo económico con cierto grado de independencia, sobre la base del ejercicio de la soberanía sobre sus recursos naturales, habilitando un proceso de ascenso en el bienestar popular inédito en la historia de Bolivia. Esa disputa, que es sano que se dé, reclama por parte de sus protagonistas la responsabilidad de no allanarle el camino de regreso al poder a una derecha pro imperialista que todavía no está muerta.

Leo Funes

Martes, Julio 2, 2024 - 09:15

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