Explosión en el Hospital de Clínicas

El día viernes 25 pasado explotó una máquina de esterilización a gas en el piso 12 del Hospital de Clínicas dejando tres trabajadores heridos.

El Clínicas es uno de los principales “hospitales escuela” que tiene la UBA, donde miles de estudiantes desarrollan prácticas y reciben el tramo final de su formación.
Lo sucedido no fue un accidente: es la consecuencia lógica de años de recortes presupuestarios y falta de mantenimiento. Sólo en 2015 asistimos al cierre de servicios por falta de insumos, reprogramación de cirugías, ascensores peligrosos y la acumulación de residuos patológicos, problemas cotidianos que estudiantes, docentes y trabajadores del Hospital deben soportar mientras desarrollan sus tareas.
Desde hace años, el presupuesto del Hospital es objeto de malversaciones por parte de sus administradores. El dinero robado va a los bolsillos de directivos y funcionarios universitarios, tanto para su enriquecimiento personal como para la financiación de campañas electorales. En el circuito de corrupción están involucrados referentes de casi todos los partidos políticos (UCR, PJ, PRO), que manejan el Rectorado. Estas denuncias generaron un clima de movilización que es el antecedente del actual proceso.
El caso de corrupción más reciente fue el descubrimiento de una red de empresas fantasma (Medipack SA, etc.) que “proveía” insumos que nunca llegaban al Hospital, y por los que se pagaban precios hasta diez veces superiores a los del mercado. Los dueños de las empresas eran funcionarios de la UBA, como Emiliano Yacobitti (dirigente del radicalismo) y José Luis Giusti (referente del macrismo), todo bajo la mirada del Rector Alberto Barbieri (ligado al sciolismo y aliado al gobierno).
Mientras tanto, el Hospital de Clínicas recibe solamente $833 millones anuales, la mitad de lo que necesita para funcionar correctamente. Sin ir más lejos, el 90% del dinero se destina al pago de sueldos, sin preocupación alguna por la renovación del equipamiento, la infraestructura, los insumos y el mantenimiento.
Desde hace años, el personal denuncia que el Hospital se viene abajo, pero el Rectorado y el gobierno nacional siempre hicieron la vista gorda. Cada tanto cambian los directores e interventores (puestos a dedo) para “lavarse la cara” y continuar con el círculo vicioso de negociados y corrupción.
A raíz de lo sucedido, cientos de estudiantes, trabajadores y docentes se organizaron en defensa del Clínicas, bajo la consigna “Ahora explotamos nosotros” (mientras que Nuevo Espacio, la agrupación del Rectorado y del decano Provenzano que conduce el Centro de Estudiantes de Medicina, defiende a los corruptos). De aquí surgió la asamblea que promovió medidas de lucha. En este marco, movilización mediante, el Congreso aprobó una partida extraordinaria de 1.000 millones de pesos para los hospitales de la UBA. Es la consumación de la alianza entre Barbieri y Scioli, que cerraban su acuerdo para el próximo gabinete (ver nota “Un pacto para vivir - pág. 9)) en medio de las movilizaciones. El presupuesto asignado es un avance de la movilización, si bien es insuficiente para las necesidades a cubrir, además de que se vuelve imprescindible que renuncien los administradores y se transparente el manejo de los fondos.
Se trata de una lucha alrededor de la cual debe unificarse toda la UBA, golpeando al Rectorado para que en primera instancia caigan los responsables directos del desvío de fondos, concretando el desplazamiento de Yacobitti y su procesamiento por todas las denuncias que pesan sobre él, evitando una salida de impunidad.
Apuntando también a romper los acuerdos de las autoridades de la Universidad con el gobierno nacional y denunciando puntualmente la responsabilidad de Barbieri en estos temas.
Claudia Jalif