Hay algo claro: los principales candidatos a ocupar la Casa Rosada harán lo imposible por pagar la deuda contraída por Macri. Sin embargo, hay algo más claro aún: el pago de ésta no será... Ver más
Negociación estancada y sobreactuación empresarial a favor del ajuste
La conducta de los empresarios locales queriendo comprar la deuda a los buitres, pareciera darle la razón al trotskysmo, cuando los caracteriza de “burguesía nacional”. Sin embargo, ¿cuál es el sentido de la patriada de personajes como Brito y Eurnekian a la hora de pretender ayudar al país?
Tras una seguidilla de fracasos frente al juez Griesa, el gobierno de Cristina Fernández se empeña en la jugada clásica que reza: “habiendo perdido todo, ya nada queda por perder”.
Con esa receta se muestra autista respecto del fallo del juez yanqui mientras, como contrapartida, convoca a la popular a levantar la bandera de “Patria o Buitres”, pretendiendo con ello recuperar la iniciativa y mantener al país pendiente de las negociaciones antes que de la inflación, los despidos y la represión en las puertas de las fábricas.
Sin embargo, la prolongación indefinida de la disputa legal ya empezó a desgastar al oficialismo, quien no ve como evitar que termine el encuentro antes de que se aplique la cláusula Rufo, la cual lo obliga a pagar no sólo a los buitres sino, incluso, a quienes en su momento adhirieron al canje.
En tal sentido, el intento desesperado de acudir al Tribunal de La Haya fue descartado de plano por el gobierno de Obama. El argumento de la Argentina afirmando que un “Juez de Provincia” puso en juego la soberanía de nuestro país suena poco creíble toda vez que la propia Argentina, voluntariamente, optó por someter sus diferencias ante dicho juez. Lo que en la jerga jurídica llaman “doctrina de los actos propios”.
Por estas horas resulta claro que más allá del pataleo, el gobierno nacional no encuentra otro recurso que la chicana legal y el lobby político, sin considerar bajo ningún punto de vista la posibilidad de suspender el pago de la deuda externa y utilizar esa enorme masa de recursos para poner en marcha la economía y el desarrollo nacional. Al contrario, Carlos Zannini viene insistiendo en cuanto encuentro de la militancia tiene lugar, que Argentina no está en default, porque paga, y porque seguirá pagando. Es decir, repitiendo el trillado libreto de Cristina Fernández.
Dada esta posición a favor de la usura, el frente empresarial comenzó a realizar reclamos por la caída de la producción y la falta de inversiones.
Molesto por las críticas, la semana pasada Axel Kicillof le respondió al presidente de la UIA, Héctor Méndez, que nunca habíamos necesitado financiamiento externo a lo largo de estos años y eso molestaba a Wall Street, olvidando que el financiamiento había provenido de la ANSES y el Banco Central y que, además de los vencimientos de la deuda externa, el país tiene una abultada deuda con los jubilados.
Por su parte, Eduardo Eurnekian, siguiendo los pasos de Jorge Brito de ADEBA, dijo que un grupo de empresarios estaba dispuesto a poner plata para comprarle la deuda a los buitres y aliviar el frente externo, evidenciando la incertidumbre que pesa sobre el conjunto.
Sin embargo, lejos de evidenciar un interés nacional o un altruismo inédito, lo que los empresarios muestran es una sobreactuación para beneficiarse de la actual situación, poniendo de relieve la estancada negociación con los buitres para reclamar un nuevo ajuste ante la escasez de dólares.
El destino de cada dólar para asegurar el pago de la deuda y la cada vez más difícil entrada de la moneda extranjera al país, crean condiciones para que la salida reaccionaria ante esta situación sea la aplicación de nuevas devaluaciones que permitan a los monopolios locales puedan producir y exportar acudiendo a la lógica de hierro de pagar los sueldos más bajos posibles (a valor dólar).
Ésta es la consecuencia de pagar la deuda a como dé lugar: rascar del tarro hasta el último dólar, pagar cuanto sea necesario y ajustar internamente a los trabajadores y los sectores populares para que la ecuación le cierre al gobierno y los empresarios.
Jorge Díaz
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