Educación CABA | Rechazar la “secundaria del futuro”

El Ministerio de educación de la CABA lanzó una reforma del nivel medio que dio en llamar “secundaria del futuro”. Lo hizo cuando todavía no concluyó la primera cohorte desde la aplicación de la Nueva Escuela Secundaria (NES) en la Ciudad y a solo algunos meses de su implementación: este nuevo cambio empezaría a correr el año que viene en 17 escuelas.

El único material oficial en el que se presenta la reforma es una serie de nueve filminas (tipo presentación de power point) cuya introducción abunda en invocaciones a “nuevos paradigmas” o a las presuntas cualidades de los “ciudadanos del siglo XXI”. Pero más allá de estos divagues, lo problemático son sus propuestas para la formación de los estudiantes y respecto del rol docente.
Desde una mirada cándida, se podría pensar que el texto fue producido por gente que jamás pisó una escuela, por no hablar de haber dado clase alguna vez. Sin desmedro de esta afirmación, el problema de fondo pasa por otro lado. Se trata de una propuesta que busca consolidar una tendencia que viene de hace varios años: afianzar una oferta educativa diferenciada, en función de todo lo que el estudiante trae de fuera de la escuela. Dicho de un modo más coloquial: consolidar la escuela para ricos y la escuela para pobres.
Esta debe ser la medida para analizar temas tales como las áreas de conocimiento, la apología de las nuevas tecnologías (que llega hasta el curioso concepto de “gameización”, es decir que se toma como parámetro de trayectoria escolar… ¡a los videojuegos!), el acento puesto en lo “lúdico”, o la exaltación sobredimensionada de la “experiencia autónoma del alumno”. Pero sobre todo, lo que profundiza la desigualdad de base entre los estudiantes es el lugar que se le reserva al docente, que pasaría a ser un “facilitador”, que introduce los temas para que el estudiante avance por su cuenta. La subestimación absoluta del vínculo entre los docentes y sus alumnos viene de la mano de la precarización de las condiciones laborales de los profesores, algo sobre lo que las filminas no dicen nada pero que se adivina en la proliferación de horas a término y proyectos pagos por fuera de convenio. En esa dirección viene avanzando el Ministerio con las horas curriculares de primaria, al ponerlas bajo la órbita de una gerencia operativa.
Pero lo que hizo picar en punta la indignación fue la propuesta para reformular el quinto año, cuyo programa pasaría a ser experiencias de “pasantías y emprendedorismo”, así los estudiantes del último año del colegio tendrían que trabajar en empresas y ONG’s. La ministra Soledad Acuña se encargó de enfatizar que no se trataría de trabajo precarizado, pero cuando quiere aclarar la oscurece más. En una extensa entrevista, Acuña dice que se va a tratar de una experiencia formativa tutoriada no solo por docentes, sino también por gente externa a la docencia: “[El tutor] Tiene que ser alguien que trabaje en el lugar en el que se haga la práctica. Personal del estado, de la organización social, de la empresa” (Soledad Acuña: "Los alumnos de 5° año no van a trabajar, van a hacer prácticas para formarse", La Nación, 6/09/17). Ignoramos cuáles son los conocimientos pedagógicos y didácticos con que contarán estos empleados devenidos en tutores. No es la primera vez que el gobierno PRO intenta meter gente externa a las escuelas en la educación: ya hubo una primera experiencia el año pasado con un plan para rendir previa matemática (proyecto REMA).
La docencia se encuentra en estado de alerta por las derivaciones del proyecto, especialmente por la incertidumbre laboral que genera en un plantel en donde abundan las horas interinas. Apenas publicitada la “secundaria del futuro”, una asamblea autoconvocada en el Cerámicas sacó un pronunciamiento en contra de su implementación. Lo mismo hicieron UTE y Ademys, en contraste con los gremios que prestaron su complicidad como UDA y AMET. Desde varias rectorías de escuelas se redactaron notas criticando esta reforma, e incluso la mayoría de las escuelas piloto están en contra de comenzar con su aplicación. Pero el rechazo más contundente vino por el lado de los estudiantes. Las tomas de colegios pusieron en la escena pública el problema, y se trata de un movimiento que se encuentra en pleno desarrollo. Una importante movilización el pasado 7/9 dio cuenta de la fortaleza del mismo. Al cierre de esta nota, las escuelas tomadas son 18 y en otros establecimientos se llevarán adelante asambleas para debatir la medida.
Frente a este panorama conflictivo, las autoridades ministeriales juegan a las idas y vueltas. A los equipos directivos de las escuelas les dicen que la intención es “avanzar de a poco” y que por ahora sólo se buscaría evaluar en conjunto las materias de una misma área (cuestión muy similar a lo que se hizo en los años de la Ley Federal menemista, en los distritos en donde se aplicó); cuando se les pregunta por el quinto año, la respuesta es que “todavía está en evaluación” y que no hay nada cerrado. No es lo que sale a decir Acuña en los medios, tomando como referencia la citada entrevista con La Nación: "El lanzamiento de la reforma 'Secundario del Futuro' el año que viene no es una prueba piloto sino un plan de implementación".
Con todos los déficits que arrastra, la escuela pública es un ámbito que todavía conserva cierta capacidad de elevación del pueblo, tanto cultural como material, lo cual tiene especial valor para las fracciones más pauperizadas de los trabajadores. Este proyecto viene a rematar la precarización de la escuela, lo que va de la mano con la precarización de las condiciones laborales de los docentes. El rechazo a estos postulados reaccionarios es la base de unidad de todos los sectores interesados en defender la educación pública al servicio del pueblo.

Facundo Palacios