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Educación - Presupuesto universitario a la baja
El pasado martes 30 de octubre, el presidente de la República Argentina, Mauricio Macri, hizo un discurso post-electoral llamando a un gran acuerdo entre los distintos bloques políticos, gremiales y empresariales, en el marco del lanzamiento de una agenda de reformas permanentes, aquí llamó a que las Universidades Nacionales sean más eficientes en la distribución de su presupuesto y contribuyan a disminuir el gasto público, dijo: “Se requiere del esfuerzo de las Universidades para que asignen de forma más eficiente los recursos, para mejorar su desempeño y contribuir entre todos a reducir el gasto público”. Asimismo planteó como paradójica la cuestión del aumento de la planta docente de los últimos años con respecto a la baja tasa de graduados y de aspirantes a las UUNN.
Estos dichos, fuertemente rechazados por la comunidad universitaria, tienen su concreción en el Proyecto de Presupuesto de 2018, que el ejecutivo presentó al Congreso Nacional el pasado septiembre y será votado en los próximos días.
En términos generales, el proyecto admite que la inflación de 2017 fue superior a la prevista: se estima que para este año la inflación total será del 24,5% y no el 17% previsto y usado por el gobierno como prenda para negociar las paritarias en todo el sector estatal durante la primera mitad del año.
A su vez el proyecto prevé para el 2018 una inflación del 15,7%, y propone incrementar la deuda pública con el sector privado y los organismos internacionales (que hoy representa un 28,5% del PBI según las cifras oficiales).
En lo referido al presupuesto para Educación y Cultura se asignan 203.759 millones de pesos, lo que representa, en términos nominales, un aumento del 22,3% con respecto a la partida anterior. En Ciencia y Técnica se asigna un incremento del 13,3%, que en los hechos implica un aumento por debajo de la inflación anunciada por el propio gobierno para 2018.
Para financiar los gastos de funcionamiento, inversión y programas especiales de las Universidades Nacionales, en el artículo 12, se estima que se designarán $ 95.317.317.370, lo que representa en términos nominales un incremento del 24,5%. Además se destinan dentro del presupuesto de Educación y Cultura 5 mil millones al programa FUNDAR, para la articulación de la educación superior y el nivel medio.
Un punto para remarcar es que dentro del presupuesto destinado a las UUNN, la partida asignada a los Hospitales Universitarios pasa de $300.000.000 en 2017 a $140.000.000 en 2018, lo que representa una disminución del 53,3% del presupuesto. En la misma línea, dentro de los fondos de la Secretaria de Políticas Universitarias, la partida destinada a la Asistencia Financiera de Hospitales Universitarios prevé para el año que viene una disminución nominal del 3,4% (que en términos reales significa una disminución del 19,4%).
Dato para tener en cuenta, es el rechazo de los rectores que forman parte del CIN (Consejo Interuniversitario Nacional) al presupuesto universitario de 2018. Los rectores, que inicialmente pedían 40% de aumento, en los últimos días salieron al cruce con el gobierno nacional, y explicitaron que para garantizar el completo funcionamiento por lo menos hacen falta 7.000 millones más. Claramente, si algo no quieren que vuelva a suceder, es el brote de lucha docente y estudiantil que surgió a principios de 2016 – con su principal expresión en la UBA- ante la emergencia financiera en la que se encontraban las Universidades Públicas, donde el presupuesto se quedó más de 10 puntos por debajo de la inflación.
Este presupuesto que no contempla el aumento de la planta docente, ni garantiza un reclamo histórico de los estudiantes, como lo es el boleto gratuito universal, y que engañosamente plantea un reflote de las becas hacia los estudiantes de bajos recursos y de carreras prioritarias, cuando en realidad tenemos 9672 becas menos que en 2016; viene a reforzar la tendencia que hace años se instaló en la gran mayoría de las UUNN: cientos de docentes trabajando ad honorem o con un salario insuficiente, edificios en condiciones deplorables, facultades sin dobles horarios, y comedores con raciones insuficientes, entre una larga lista.
Frente al avance de este Gobierno con su política ajustadora, entreguista y represora, el movimiento estudiantil debe estar atento e incentivar su organización desde las bases, con asambleas y cuerpos de delegados, unificados detrás de una política combativa y antiimperialista, es decir antimonopólica. Detrás de la falta de presupuesto está la gran burguesía que mantiene este modelo mercantilizador servil a este régimen político y a la democracia de los banqueros, monopolios y multinacionales. Es así como, ante un gobierno que sigue las viejas recetas de los organismos internacionales, y nos propone miseria para la educación, salud, salarios y trabajo, se vuelve fundamental que los trabajadores y estudiantes de la Universidad Pública salgan a dar la pelea por más presupuesto y por mejores condiciones de trabajo y estudio. El movimiento estudiantil debe avanzar en la conquista de más presupuesto e ir abriendo camino, al mismo tiempo, hacia un modelo universitario que sirva a la liberación del pueblo.
Martina Bas
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