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Los primeros meses de la gestión Milei van arrojando resultados contundentes. Según el INDEC, en diciembre el salario perdió un 13% de poder de compra, más del doble de toda la caída de 2023, que acumulada llega a un 19%. No es para menos con una inflación que el último mes del año pasado llegó a 25,5% y que en enero está calculada aproximadamente en 22%. El gobierno presentó los números de inflación como un logro, echando las culpas sobre la gestión anterior. Al mismo tiempo impulsó un tarifazo brutal en el transporte público y se viene lo mismo para los servicios.
El programa de ajuste implacable sobre los trabajadores y el pueblo está en marcha. El tema es que para sostener semejante ataque a las condiciones de vida de las masas hay que tener mucha espalda política. Pero el envión de aquel 56% del balotaje y la apelación constante a lo malo que fue el gobierno de Fernández se va diluyendo con el correr de los días.
Sin ley
El gobierno encaró con prepotencia sus primeros meses de gestión. Pretendió imponer fuertes cambios en distintos temas con el DNU. La impugnación judicial de varios de sus artículos marca que por arriba le van poniendo límites a la bravuconada libertaria.
Sin dudas el tema principal fue el revés sufrido con la “ley ómnibus”. El rechazo por parte de una oposición que en ningún momento escondió su vocación colaboracionista fue un cachetazo que desnuda al gobierno en toda su debilidad. Por más que ahora Milei salga a ningunear al Congreso diciendo que el ejecutivo no va a presentar más proyectos de ley, no hay margen para una salida “a la peruana”, tratando de cerrar el parlamento: no le da la fuerza para una aventura semejante. Para colmo, sus diputados más fundamentalistas impulsan la presentación para derogar el derecho al aborto legal, sin el visto bueno del gobierno: descontrol en la tropa propia.
El rechazo a la ley resquebrajó los puntos de apoyo en que se venía recostando LLA. Ya salieron eyectados Osvaldo Giordano de la dirección de la ANSES -hombre del peronismo cordobés- y la secretaria de energía Flavia Royón, quien había llegado de la mano del gobernador peronista de Salta. Dobla la apuesta el gobierno al no girar el fondo de incentivo docente -fundamental para pagar los sueldos en las provincias- y sobre todo con la eliminación del fondo compensador para el subsidio al transporte. Audacia o torpeza, estas medidas tienden a unificar a gobernadores que no necesariamente tenían intereses en común, al tiempo que rompe lanzas con las fuerzas dialoguistas. Patricia Bullrich fue la encargada de hacer público el plan b: un rescate macrista del gobierno, sobre la base de copar el gabinete expulsando a los que tienden lazos con el peronismo.
Más allá de la defensa que hicieron los gobernadores de las fuentes de financiamiento para sus provincias, esta pelea muestra la agudización de las disputas entre las distintas fracciones de la gran burguesía, en donde ningún sector quiere ceder nada.
La disputa por la calle
La magnitud del ataque a las masas que impulsa el gobierno solo es viable sobre la base de una represión de mayor escala, no solo en sus métodos sino sobre todo en sus objetivos: disputar -y ganar- los centros políticos.
En ocasión de los tres días de manifestación frente al Congreso, Patricia Bullrich tuvo su primer ensayo represivo en escala, con cuatro fuerzas federales interviniendo de conjunto para disputar el control de la calle. Si bien la represión no fue feroz, fue una demostración del poder de las fuerzas desplegadas, que lograron sus objetivos inmediatos, ya fueran despejar la calle, obligar a los manifestantes a retroceder o directamente dispersarlos.
Pero en relación a todo este despliegue, el resultado político fue magro. La izquierda, con una movilización cuantitativamente muy inferior a la que semanas antes había encabezado la CGT, logró poner un eje y terciar en la pelea contra la ley ómnibus. Primero desafiando el protocolo, que demostró que no persigue garantizar el tránsito sino reprimir a la protesta. Luego, sosteniendo la iniciativa durante tres días, concentrando a un nutrido activismo independiente agrupado en las asambleas y desnudando la inconsistencia de quienes faltaron a la cita: el silencio de las centrales obreras fue ruidoso, pero también hizo ruido la actitud timorata de fuerzas como MTE, Ate Capital, etc., que hicieron todo lo posible por no confluir con la izquierda, principalmente en el momento que había que enfrentar la represión. Por último, las imágenes de los enfrentamientos en la plaza y de los desbordes represivos desproporcionados, lejos de ofrecer una imagen de solidez del gobierno, acompañaron al caos que se vivió dentro del recinto. La movilización no pudo sostener una pelea de igual a igual contra la represión: hay que tomar nota de esto, pero sobre la base de que sí se llevó una victoria política. Una situación similar a la que se vivió el 20 de diciembre.
Intervenir en lo que viene
El paro con movilización de la CGT del 24 de enero aportó masividad a la pelea contra el plan de Milei. Aun con un impulso a media máquina, mostró la capacidad de intervención del sector de los trabajadores al cual dirigen, poniendo sobre la mesa a la movilización popular como un factor de la actual crisis política. La conducta en los días posteriores, sobre todo durante el tratamiento de la ley ómnibus, muestra que la burocracia sindical no quiere liderar la pelea contra el ajuste.
La movilización de la izquierda aportó confrontación. Medida, pero confrontación al fin. Fue muy importante desafiar el protocolo de Bullrich: sin ese elemento, la concentración en la plaza del Congreso hubiera pasado sin pena ni gloria. Se repitió de alguna forma el esquema del 20 de diciembre. Si en aquella oportunidad la marcha a Plaza de Mayo incentivó los cacerolazos, esta vez la iniciativa de la vanguardia organizada principalmente en partidos y movimientos de izquierda volvió a poner un eje.
Al mismo tiempo germina una nueva camada de luchadores que se agrupa en las asambleas barriales, que en la confluencia con la militancia organizada está haciendo su primera experiencia de deliberación, de movilización, de acompañamiento de las luchas populares e incluso de enfrentamiento a la represión.
Otro de los ejes de estos días viene siendo el tema del hambre, ante la reticencia del gobierno en hacer llegar alimentos a los comedores. La movilización de la UTEP al ministerio de Capital Humano, si bien paralelizó la pelea contra la ley, tuvo el acierto de poner el blanco en la ministra Pettovello. Ese guante lo recogió el Frente de Lucha piquetero con una importante movilización en varios puntos del país.
Al tema del hambre se le va a sumar el de las paritarias, sobre todo después de la reunión del Consejo del Salario y en el marco de los ataques a estatales y de la quita de fondos para el pago a docentes. Las clases en las universidades van a comenzar en un contexto de reducción del presupuesto educativo. En ese clima se van a plantear los tarifazos a los servicios, en donde las audiencias públicas, que son un saludo a la bandera, pueden transformarse en un blanco de denuncia si la movilización se dirige hacia ahí.
En todos los casos, es importante organizar y hacer confluir al activismo con trayectoria y al que se suma ahora, impulsando una experiencia de lucha que debe tener en cuenta la velocidad con que se desarrolla la crisis. Y a mayor crisis, mayor audacia debe haber en la propuesta.
La intervención en los conflictos va a abonar a que en los próximos escenarios centrales haya una presencia popular más robusta, que se apoye en los sectores con iniciativa y que desde ahí convoque al masivo, trabajando hacia el paro activo y piquetero y apostando por una confluencia que aporte a dejar atrás las vacilaciones: hay que proponerse derrotar el ajuste de Milei y su casta.
Los próximos combates llegarán más temprano que tarde. Hay que llegar a ellos con la mayor fuerza de masas posible, sabiendo que es la intervención del combativismo la que puede producir un vuelco en la situación. También hay que llegar con un planteo claro, por lo que cobra importancia el reagrupamiento en base a un programa de fondo, que movilice a las fuerzas antimonopólicas, antiimperialistas, patrióticas y populares para que intervengan con una propuesta de salida, aportando a darle forma a la fuerza social que derrote de una vez a la casta de administradores de este capitalismo dependiente que nos hunde en la miseria.
Agustín Damaso
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