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Aunque la mona se vista de seda... FMI es sinónimo de ajuste
“Una etapa exploratoria para un nuevo acuerdo”, se caracteriza a sí misma la delegación del FMI que llegó a la Argentina el 6/10 y mantuvo durante varios días reuniones con sectores políticos de relevancia (gobierno, oposición, sindicatos, BCRA, empresarios y corporaciones) para conocer la realidad macroeconómica, política y social del país. Dicho en criollo, los técnicos del staff vinieron a sondear los límites del ajuste y las condiciones exigibles al gobierno con miras a la próxima negociación de la deuda que -gracias a Macri- el país mantiene con el organismo, cuyo monto asciende a U$S 45.000 millones solamente en concepto de capital.
La gentileza del FMI, en boca de su titular KristalinaGeorgieva, fue la difusión de mensajes cordiales y amistosos hacia el gobierno y su plan económico, con un tono alejado de su tradicional ortodoxia: “no venimos a pedir más ajuste”, dijo la titular del organismo dedicado a pedirle más ajuste a todo el mundo.
De acuerdo a los medios, en el mejor de los casos el plan del gobierno gira en torno a un financiamiento mediante un Extended FundFacility, con un período de gracia hasta 2023/4 o bien restringir los vencimientos únicamente a los intereses (sin realizar pagos de capital), no solicitar un refuerzo de las reservas, reducir el déficit fiscal (los gastos e inversiones del Estado), permitir una auditoría permanente del organismo y, fundamentalmente, eludir las condicionalidades más exigentes del Fondo: las reformas estructurales. No obstante, se trata de una declaración de intenciones, sujeta a los vaivenes del mercado local, la política internacional y la contrapropuesta del FMI, así como del veredicto y la respuesta del movimiento de masas que, sabemos, está invitado a cargar con el costo principal del endeudamiento.
Cabe recordar que renegociar sin objeciones la deuda con el Fondo es, básicamente, “pagar la cuenta” de la campaña electoral de Macri que, cerrado el acceso al crédito voluntario y con una burbuja de especulación incontrolable, sostuvo su gobierno durante 18 meses y su candidatura a la re-elección exclusivamente gracias a los desembolsos del organismo, que financiaron una última ronda de fuga de capitales. Se trató de una arriesgada apuesta política del gobierno de Trump, dado que los EEUU llevan la batuta de las decisiones del FMI, para sostener un gobierno más cercano a sus intereses; un plan que despliega en toda América Latina.
No obstante, el FdT viene dando señales en dirección a convertirse nuevamente en un “pagador serial”. El acuerdo con los bonistas privados (locales y extranjeros) supuso un retroceso de la Argentina y una enorme concesión a los acreedores, que lograron un acuerdo muy favorable a su posición: tasas de intereses que triplican la media internacional, una quita apenas simbólica, la capitalización de intereses devengados, facilidades jurídicas de todo tipo y plazos de pago relativamente cercanos. Los antecedentes hacia adentro incluyen la rebaja de los haberes jubilatorios, las paritarias completamente atrasadas y la presentación de un Presupuesto 2021 con una disminución del déficit primario a partir del recorte de la asistencia por la emergencia del COVID -el IFE-, entre otros.
Sobre ese panorama, un acuerdo con el FMI puede significar echar nafta a una situación económica y social del país volátil como pocas. El índice de pobreza se eleva al 41% de la población y la indigencia al 10,5%, la desocupación supera los dos dígitos (13%), los salarios y jubilaciones están estancados y la inflación avanza tranquilamente al 40% anual. La pandemia del COVID-19 agravó todas las condiciones de vida y no pocos sectores salen a la calle a conquistar sus derechos, como en Guernica. Mientras tanto, la primavera tras la reestructuración de agosto duró unos días: el drenaje de divisas no se detiene y las diversas fracciones del empresariado volvieron a tirar cada cual para su lado, aunque todas en contra del pueblo trabajador. En ese terreno presionan por una devaluación, exigen subsidios y rebajas impositivas, deprimen el salario, despiden y suspenden personal, retienen cosechas, especulan con el dólar blue y fugan capitales por donde puedan, entre otras delicias.
Capítulo aparte son los efectos internacionales de la negociación. En vísperas de la "misión de escucha" del FMI, Alberto y el Canciller Felipe Solá abonaron parte de los costos de la negociación con el Fondo aprobando el informe contra Venezuela elaborado por Michelle Bachelet en la ONU (ver “Una tarición al servicio de la entrega” en la presente edición).
Retomando el hilo, la misión del FMI se retiró a los pocos días pero volverá en noviembre y, tras las elecciones en EEUU, el directorio estará listo para tratar el caso en diciembre. En la vereda opuesta, en diversos países del mundo se realizó la “Semana de acción global por la anulación de la deuda” (10 a 17 de octubre), donde un amplio arco de personalidades y organizaciones desplegaron su reclamo en el marco de las sucesivas reuniones del FMI, el Banco Mundial y el G20. En nuestro país, la “Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda” impulsó la realización de un acto en las oficinas del FMI en la CABA, que se replicó en Córdoba, Tucumán, Jujuy, Rosario y otros puntos del país. Además se sigue desarrollando el Juicio a la deuda y el FMI, que incluye un foro de denuncia semanal donde se vincula concretamente el endeudamiento con el deterioro de las condiciones de vida de la población.
En ese camino, desde el PRML rechazamos el endeudamiento de Macri con el FMI y la re-negociación de Martín Guzmán y Alberto Fernández, porque son las dos caras de la misma moneda: la estafa, la especulación y el fraude hacia el pueblo trabajador. Por el contrario, exigimos la suspensión de los pagos y auditoría de las deudas, la estatización del comercio exterior, la banca y los recursos estratégicos y un plan económico de emergencia para paliar la crisis social, económica y sanitaria de nuestro país.
David Paz
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