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Hoy Ismael como ayer Walter

Ismael Sosa era un joven de 24 años que fue a ver el recital de la banda de rock La Renga a la localidad de Villa Rumipal, en el sur de la provincia de Córdoba, el pasado 24 de enero. Esa noche la policía hizo el “cacheo” previo con sus armas reglamentarias - algo que está prohibido - y se dedicó a amedrentar a los jóvenes que se acercaban al predio. Precisamente, en la primera línea de seguridad, la que manejaba la policía, fue donde vieron por última vez a Ismael con vida. En aquel momento, según varios testigos, Ismael era detenido y golpeado por varios efectivos. Dos días después apareció muerto en el lago de Embalse Río Tercero.
A la semana siguiente se convocaron marchas y concentraciones tanto en Córdoba como en Buenos Aires pidiendo justicia y castigo a los culpables materiales y políticos, porque más allá de la repudiable actuación de la policía cordobesa hay un Estado que no se hace cargo y es cómplice de empresarios inescrupulosos que por llevar más dinero a sus bolsillos, coimean funcionarios para habilitar instalaciones, contratan a policías corruptos o a seguridad privada de dudosos antecedentes para “control”. Este último recital se destacó por la desorganización y falta de previsiones, de lo cual fueron víctimas no solo los que asistieron al recital sino también los vecinos de la localidad. El gobierno provincial ha guardado un silencio absoluto sobre el caso, y el empresario Palazzo (organizador del show), apenas se conoció la noticia de la desaparición de Ismael, salió a felicitar públicamente a la policía por el operativo realizado. En la misma línea, los resultados preliminares de la autopsia dados a conocer el 7 de febrero, indican que “no se encontró evidencias de golpes, de cortes u otros traumas”1, lo que de confirmarse, alejaría toda sospecha de la policía.
Un simple recuento de los casos de gatillo fácil, las detenciones arbitrarias, la violencia policial en los barrios y en las comisarías, la política de criminalización sistemática de la juventud particularmente cuando es pobre, la corrupción estructural y su rol en el narcotráfico y la trata de personas, hacen de la policía cordobesa una institución que ha perdido hace rato el derecho a la presunción de inocencia. Más aún su jefatura política, el ejecutivo provincial.
Ismael es una víctima más que engrosa la lista, junto con Walter Bulacio y con Rubén Carballo. Jóvenes que, en este caso, quisieron disfrutar de un recital de rock y terminaron muertos a manos de la policía o fueron víctimas de la corrupción y la impunidad (que tienen nombres y apellidos) como los pibes de Cromagnon.
- Ayer Walter y Rubén, hoy Ismael
- Castigo a los culpables materiales y políticos!
- Basta de criminalizar a la juventud! Basta de gatillo fácil y represión!
L.F.
Referencias
1 http://www.lavoz.com.ar
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