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Lino Barañao, la continuidad del modelo para Chevron, Monsanto y la Barrick
El mantenimiento de Lino Barañao en el Ministerio de Ciencia y Técnica ha sido uno de los eventos más comentados del recambio y representa, sin duda, la continuidad del modelo productivo y científico de explotación de las materias primas bajo formas contaminantes y saquedoras.
En ‘91, Lawrence Summers presentó frente al Banco Mundial una nueva línea en relación a las industrias contaminantes. Promovía su traspaso desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo sosteniendo que “los costos de contaminación perniciosa a la salud dependen de los lucros que pueden ser perdidos por causa del aumento de la mortalidad. Visto desde este ángulo, una cantidad dada de contaminación dañina para la salud debería ser realizada en un país de costo más bajo, que es el de menores salarios”.
Toda una confesión bien conocida en la relación entre las potencias imperialistas y los países dependientes. A partir de allí se comenzó una migración de las empresas con proyectos superextractivistas y contaminadores hacia esta región durante toda esa década.
Desde el inicio del gobierno K, amparados en esta corriente y un escenario internacional de alza de los precios de los commodities, se lanzaron de lleno a la profundización de esta orientación. Para esto impulsaron desde carteras ejecutivas nuevas, como lo fue el Ministerio de Ciencia y Técnica donde nombraron a Lino Barañao en el 2007 como también leyes exigidas por las multinacionales, como lo fueron la Ley de Patentes de Semillas, el acuerdo con cláusulas secretas con Chevron o el veto y la traba en la aplicación a la Ley de Protección de Glaciares.
A su vez esto estuvo acompañado, junto al Ministerio de Educación, de la aplicación de la Ley de Educación Superior promoviendo una visión donde la universidad y sus planes de estudio tienen que estar vinculados con los sectores productivos. Así es como se impulsaron las universidades “petroleras, sojeras y mineras”.
El Modelo “Nonsanto”
Sin duda que uno de los mayores beneficiados por el ministro Barañao fue la multinacional Monsanto y el conjunto de las empresas del agronegocio. Mantuvo una actitud casi de vocero de la empresa y defendió la utilización del glifosato (producto emblema).
El punto máximo de tensión alcanzado fue cuando un hombre que provenía del kirchnerismo y ex presidente del Conicet, el Dr. Andrés Carrasco, publicó un trabajo de investigación sobre las consecuencias negativas en el desarrollo embrionario en expuestos a agrotóxicos.
Esto derivó en un enfrentamiento abierto y directo donde Barañao le inició una serie de acusaciones académicas para lograr el distanciamiento del Dr. del instituto de investigación, a su vez, salir por cuanto lugar fuera posible cuestionando el trabajo y defendiendo al glifosato. Carrasco, por su parte, con este trabajo logró instalar un cuestionamiento a la orientación del Conicet y del Ministerio.
Un Ministerio precarizado
y financiado por los intereses monopólicos
“Hace unos instantes estuve con -representantes de- Monsanto que nos anunciaron una inversión muy importante en materia de maíz. Además estaban muy contentos porque Argentina está a la vanguardia en materia de eventos biotecnológicos, también en repatriación de científicos y fundamentalmente en lo que hace al respeto de las patentes.” “Se ha logrado, a través de estos investigadores argentinos asociados con empresarios norteamericanos que financiaron estas investigaciones.” Con estas palabras, CFK demostraba la dirección de las investigaciones y la repatriación tan saludada. Esta dirección, como el financiamiento externo, se sumó a la realidad de que para este rubro el presupuesto nunca superó el 1% del PBI, escenario que generaba la necesidad de un plantel de becarios precarizados.
El ejemplo de Andrés Carrasco autorizó a diversas asociaciones a cuestionar el modelo productivo y la orientación del desarrollo científico. Así es como nacen la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, el Grupo de Reflexión Rural, las asambleas vecinales y las experiencias como las que se realizan en las Universidades de Rosario y La Plata o la del campamento socio ambiental de Monte Maíz, cada una de ellas valiosas para brindar herramientas a la lucha que los pueblos que ya se venían desarrollando contra la contaminación y el saqueo.
Estas experiencias, sumadas a las luchas desarrolladas por los pueblos de Malvinas Argentinas, Tinogasta, Famatina, Jáchal e Iglesias más recientemente, el rechazo en la Legislatura neuquina al acuerdo YPF-Chevron y las múltiples asociaciones, son la base para la construcción de un movimiento que defienda la soberanía, enfrente a las multinacionales y monopolios y apueste a un modelo productivo al servicio de las necesidades populares.
Esto enmarcado en la necesaria lucha antiimperialista como base de comprensión de la relación existente, aún más teniendo en cuenta el Plan Belgrano, que propone continuar con el modelo sojero incorporando al norte argentino al mercado.
Es por esto que Lino Barañao se queda, no sólo por la política de su Ministerio sino también por ser uno de los voceros y lobbistas de este negocio.
Agustín Volodia
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