Tres pilares, un estilo y un método

Sábado, 8. Abril 2023

Presentamos esta nota que se publicó originalmente en el no transar n°166 de mayo de 1977, en plena dictadura cívico-militar. En ella, nuestro entonces secretario general Roberto Cristina -firmando bajo el seudónimo de Guillermo Juárez- daba cuenta de las tareas partidarias en el marco de una táctica defensiva, propia de la correlación de fuerzas imperante en aquellos años.

Pero más allá de las consideraciones de coyuntura, este documento guarda un alto valor estratégico. Primero, por estar formulado en función de poner el centro de la lucha en la reorganización del movimiento de masas, en especial de la clase trabajadora. Y en función de ello, por jerarquizar el rol dirigente del partido revolucionario y la necesidad de su consolidación, lo cual incluye hacerle frente a las adversidades de la lucha de clases para que el proyecto se sostenga de pie y luchando. El camarada Cristina tenía plena conciencia de lo que estaba escribiendo: algo más de un año después de esta nota, era secuestrado junto a gran parte de la dirección nacional en El Vesubio, tras lo cual continúa desaparecido. 

En un nuevo aniversario del 24 de Marzo, volvemos sobre este escrito a manera de homenaje para con Roberto Cristina y esa camada de militantes revolucionarios; pero sobre todo como insumo para seguir encarando la tarea de construir el partido revolucionario, la organización de combate que necesita la clase trabajadora para encabezar al conjunto del pueblo oprimido en la lucha por conquistar el poder y avanzar en las tareas de liberación nacional rumbo al socialismo. 

El primer pilar


La sólida unidad del partido alrededor de su política, su táctica, su estrategia, su programa, sus principios, es la base fundamental de toda su consolidación. Preservar, fortalecer, elevar esa unidad es la única clave que nos puede permitir resolver acertadamente los problemas planteados por el resto de las tareas de consolidación. Ni en sueños se puede imaginar que un partido desunido políticamente, o unido solo alrededor de interpretaciones del momento y tareas inmediatas, pueda frustrar la campaña de aniquilamiento que la dictadura ha desatado contra nosotros y dirigir a las masas desde sus posiciones actuales hasta la victoria sobre esa misma dictadura.

La política, la táctica, la estrategia y los principios del partido son correctos. Son las armas fundamentales con las que cuenta el partido para enfrentar y batir a sus enemigos. Ninguna otra arma es más poderosa que estas. Es tarea de todo el partido pertrecharse de ellas, conocerlas, aprender a manejarlas y usarlas.

Solo el fortalecimiento de nuestra unidad política y de principios, solo un consciente y duro esfuerzo de aplicación unificada nos permitirá emprender con éxito seguro no solo el resto de las tareas de consolidación, sino también formar una amplia legión de continuadores que puedan cubrir con rapidez y eficacia los claros que la represión produce e inevitablemente seguirá produciendo en nuestras filas. Y esta es la garantía de que aunque deba pasar de manos la bandera del partido seguirá siempre izada y altiva hasta la victoria.

El segundo pilar


No basta que todas nuestras brújulas apunten a un mismo norte; es necesario que nuestras filas estén animadas de la voluntad férrea, de la audacia y del espíritu solidario que se necesitan para superar todas las dificultades y sacrificios que nos separan de él. Si el primer pilar de un partido consolidado es la sólida unidad política y teórica, el segundo pilar es su fuerte movilización ideológica al servicio del proletariado y el pueblo.

Épocas como estas en que la revolución da pasos atrás, son épocas en que nuestra revolucionarización ideológica debe dar pasos adelante.

Aprendiendo de nuestros camaradas ejemplares, de Emilio Jáuregui y Raúl Kossoy, del Chino Moriña y el Barbijo Pacciaroni, de Jorge Weisz y Ana María Estevao; tomando el ejemplo del puñado de camaradas reorganizadores del partido, debemos emular conscientemente sus virtudes, romper con toda situación material que dificulte el cumplimiento de las tareas revolucionarias para las que el partido nos reclama, combatir las manifestaciones mezquinas de espíritu de supervivencia personal, de comodidad, de egoísmo.

Todos los militantes del partido, dirigentes y bases, jóvenes y viejos, de origen proletario o no, deben intervenir en esta campaña por hacer más rojo al partido. El ejemplo debe ser dado por los dirigentes, por los viejos camaradas, por los obreros. Su reflejo más alto será que crezcan las postulaciones para emprender las tareas más pesadas que el partido tiene por delante, pero no su único reflejo. Toda la actividad cotidiana, y a veces gris del partido deberá ser campo de manifestación de que aumenta nuestra movilización ideológica, nuestra determinación revolucionaria.

El tercer pilar


La unidad y la combatividad del partido, con ser mucho, no son pilares suficientes para mantener un partido consolidado. Se necesita un tercer pilar y ese no es otro que el estrechamiento de sus vínculos con las masas. Solo a través de esos vínculos podemos nutrirnos, crecer, sacar las fuerzas que nos permitan recuperarnos de los golpes que el enemigo nos propina, y devolver esos golpes de acuerdo a las condiciones.

Esta época en que el enemigo quiere separarnos de las masas para aniquilarnos con mayor facilidad debe ser la época en que respondamos a esa maniobra estableciendo los vínculos más amplios y diversos con las masas allí donde ellas se encuentren.

En particular debemos trabajar en las organizaciones sindicales que permiten un vínculo más amplio con las masas obreras. A través de un trabajo paciente en estas organizaciones de trabajadores, debemos unirlos, organizarlos, elevar su conciencia, dirigirlos en sus luchas concretas. Debemos ganarnos así su respeto y aprecio. Sobre esta base hacer crecer al partido y construir agrupaciones combativas que defiendan clara y consecuentemente los intereses de los trabajadores, que se opongan a las medidas concretas de la dictadura y las patronales que los perjudican, que no siembren ilusiones sobre la dictadura, sobre las FFAA asesinas u otras fracciones reaccionarias, que recojan la bandera de la independencia de clase y la democracia sindical y que hagan de la lucha de masas su método principal para el logro de conquistas.

El estilo


En esta época el estilo de trabajo que debe impregnar todas las tareas partidarias es el de trabajar en profundidad y a largo plazo, trabajar con independencia y autonomía bajo las orientaciones del Comité Central.

La base de un trabajo en profundidad es el establecimiento de vínculos amplios con las masas. A partir de allí es necesario desarrollar un trabajo multifacético que vaya más allá de los problemas y las reivindicaciones de momento. Que sirva al estrechamiento de la unidad y la solidaridad de clase y que eleve paulatinamente su nivel de organización por todos los caminos posibles.

Trabajar a largo plazo es trabajar tenazmente con la orientación de construir una organización sólida, duradera del partido, sean muchas o pocas las luchas, frecuentes o espaciadas. Trabajar a largo plazo es juzgar todo trabajo, el nuestro en primer lugar, a partir de lo que acumulamos y no del alboroto que armamos. Es desechar totalmente el punto de vista reaccionario de que nada puede hacerse en momentos de pasividad y afirmar el punto de vista revolucionario de que en momentos de pasividad se preparan las condiciones que permiten las grandes victorias, cuando se abren las condiciones favorables y las masas se ponen en movimiento.

Trabajar con independencia es aplicar a las condiciones concretas de cada área de trabajo las orientaciones generales del partido. No son estas épocas para que todos los organismos del partido marchen a la par, sino épocas en que marchando todos en la misma dirección, cada uno lo haga al ritmo y por los senderos que impongan la situación del sector del movimiento de masas en que se trabaja.

Trabajar con autonomía es dar base material a la independencia de aplicación. Es convertir en norma que preside toda decisión y todo trabajo el principio de apoyarse en las propias fuerzas. Trabajar con autonomía es crear y contar con las condiciones para que todos los organismos del partido puedan resolver solos y bien los aspectos prácticos de su trabajo. No prestar atención a la autonomía es no prepararse para actuar en condiciones más duras que la presente, en condiciones de aislamiento transitorio del resto de la organización, en condiciones en que es más preciso que nunca mantener alta la bandera del partido y su actividad.

El método


Debemos construir el partido sobre estos pilares y con ese estilo, y debemos hacerlo metódicamente. Siguiendo el método conspirativo de trabajo. El método de mantener estrictamente aislados unos organismos de otros en el mismo nivel y reduciendo al mínimo posible los contactos de cada uno de ellos con los niveles superiores y siempre por iniciativa de ellos. El método de reducir a lo estrictamente indispensable la información que se maneja en cada uno de los organismos y por cada militante. El método de construir todo evitando que un golpe en un punto arrastre a otros.

La aplicación de este método debe basarse en la aceptación consciente de la prevalencia del centralismo sobre la democracia en las actuales condiciones, en la práctica consciente de la disciplina más férrea. A partir de estas bases y del cultivo continuo de la determinación de todos nosotros de no suministrar ninguna información a los enemigos de clase, sean cuales fueren los sacrificios que esto implique, será posible aplicar sistemáticamente este método.

Sábado, Abril 8, 2023 - 19:30

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