Savio: Industria y Ejército en la primera mitad del s XX

Miércoles, 2. Agosto 2023

El 31 de julio se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento del general Manuel Savio, un militar pionero en la industrialización del país, continuador de la línea trazada por Mosconi. En esta nota repasamos brevemente su trayectoria.

Manuel Nicolás Savio nació en 1892 en Buenos Aires. Su padre era genovés y sus abuelos maternos italianos. A los 17 años ingresó al Colegio Militar, de donde egresó en 1910 como subteniente. En 1920 se hizo cargo del Curso Superior Especial del Colegio Militar. En 1923 fue designado miembro de la Comisión de Adquisiciones en el Extranjero. Residió en Bélgica y tuvo estrecho contacto con los planes industriales de los ejércitos de Francia y de Alemania. 

En 1930, durante la presidencia de José Félix Uriburu, fue creada a propuesta suya la Escuela Superior Técnica, de la que fue nombrado su director. En la concepción de Savio, el Ejército debía formar a sus cuadros técnicos para dedicarse a las tareas de la industrialización.

En 1941, durante la presidencia de Roberto Ortiz, por iniciativa suya fue creada la Dirección Nacional de Fabricaciones Militares, siendo designado director. En ese marco se crearon en 1943 los Altos Hornos Zapla, en la provincia de Jujuy, aprovechando los yacimientos ferríferos de la zona. Allí se produjo la primera colada de hierro fundido del país. Fabricaciones Militares llegó a contar con varias plantas, además de haber dado impulso a la química pesada y a la minería. También impulsó el plan de producción de caucho natural y sintético, y un proyecto de ley para proteger la industrialización de las materias primas básicas. 

Durante el gobierno de Perón elaboró el Plan Siderúrgico Argentino, aprobado por el Congreso en 1947. Como parte de ese plan fue creada la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina (SOMISA), de la que Savio fue su primer presidente. Un año después murió repentinamente a la edad de 56.

Ejército, industria y proyecto

El 6 de septiembre de 1930 el general Uriburu se presentó en el Colegio Militar exigiendo a los cadetes su apoyo para derrocar al gobierno de Hipólito Yrigoyen. Allí Savio fue incorporado como jefe de las secciones de Infantería y Órdenes del Estado Mayor del Comando en Jefe Revolucionario, siendo una de sus primeras tareas arrestar al también industrialista general Enrique Mosconi, que se mantuvo leal al gobierno radical. 

Si bien los investigadores discuten el mayor o menor entusiasmo con el que Savio habría encarado la coyuntura, lo cierto es que se mostró respetuoso de la cadena de mando de los militares golpistas, al igual que prácticamente todos los oficiales subalternos de aquel entonces, entre los que se encontraba el teniente Perón.

Para la concepción de Savio, el Ejército era la institución llamada a encabezar el desarrollo industrial. Su contacto con los ejércitos francés y alemán en los años posteriores a la 1° Guerra Mundial incidieron en la visión que se formó respecto del rol de los militares, en un mundo en donde los conflictos bélicos de gran escala podían reubicar geopolíticamente a las naciones. Así, para Savio, el Ejército debía encabezar un plan estratégico de industrialización, tarea que la burguesía industrial local no estaban en condiciones de encarar.

Savio fue parte de una camada de oficiales formados en un nacionalismo con fuertes influencias del corporativismo europeo; camada que por su origen social no procedía de los círculos aristocráticos, que ingresó a la política en el contexto que va desde la crisis de 1929 hasta el desarrollo de la 2° Guerra Mundial. En esa coyuntura, los cuadros militares intervinieron activamente en la política nacional con dos preocupaciones estratégicas: crear una base industrial para la economía y contener al movimiento obrero, aislándolo de la influencia de los comunistas. Así las cosas, Savio fue quien más lúcidamente encaró el primer problema, como cuadro de un Ejército que ocupó el vacío político que dejaba la debilidad de la burguesía nacional. 

Tres cuartos de siglo después, la economía del país profundizó sus lazos de dependencia, siendo la regla la enajenación de los recursos naturales y estratégicos. Las Fuerzas Armadas, que otrora proyectaban la ubicación geopolítica del país, hoy son tristes espectadoras de la entrega, amén de su rol abiertamente contrarrevolucionario durante la segunda parte del siglo XX. 

Hoy es impensable un plan estratégico de industrialización sin romper con la gran propiedad monopólica y con los lazos de la dependencia. Se trata de una tarea en la que, si participan cuadros militares, solo será sobre la base de la ruptura con las Fuerzas Armadas de este Estado. Las tareas nacionales que aún están pendientes deben ser encaradas por un movimiento popular con los trabajadores a la cabeza, dentro de un proyecto de liberación nacional y social en tránsito ininterrumpido hacia el socialismo. 

Matías Maidana

Miércoles, Agosto 2, 2023 - 19:45

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