Poner de pie al movimiento estudiantil

Miércoles, 15. Julio 2020
Estudiantil

Como parte de los acuerdos surgidos en el último plenario del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) que agrupa a los rectorados de todas las universidades públicas del país, el organismo expresó su apoyo a la propuesta de reestructuración de la deuda “que busca honrar las deudas para preservar el bienestar del pueblo argentino”.

Mientras las proyecciones del FMI vaticinan una caída del 10% del PBI para este 2020, se continúa renegociando la deuda emitida bajo legislación extranjera. Aun así, el gobierno de Fernández no se estaría caracterizando por sus dotes negociadores, dado que en la última propuesta presentada terminó cediendo a casi todas las demandas de los fondos de inversión. Mal augurio para los meses venideros, si se toma en cuenta que aún no comenzó la negociación de la deuda con el Fondo.

Este apoyo unánime de las autoridades universitarias a la reestructuración, tiene varias implicancias. En primer lugar, se avala una deuda ilegitima y fraudulenta, que solo beneficia al capital financiero, especulativo y parasitario. En segundo término, se deja atrás cualquier “ilusión” de que las universidades se conviertan en centros de producción orientados a combatir el hambre y demás necesidades de primer orden. La realidad es que mientras en nuestro país crece la pobreza y el desempleo, las autoridades universitarias se encuentran más preocupadas por dar su visto bueno a esta nueva estafa al pueblo. 

En tercer lugar, apoyar la reestructuración implica avalar en los hechos el desfinanciamiento de la educación pública. La muestra más clara se encuentra en la prórroga del presupuesto nacional 2019, a pesar de que la inflación en el último año superó el 50%. En el caso del sistema universitario, cuyo presupuesto representa menos del 1% del PBI, la prórroga atacó directamente al salario del conjunto de trabajadores y trabajadoras. Recordemos que en nuestro país, el 90% del presupuesto para las Universidades Nacionales se destina a cubrir salarios y el 10% restante a gastos corrientes. En criollo: el apoyo al pago de la deuda, significa acordar con seguir golpeando el bolsillo del conjunto de trabajadores universitarios. Si a esto le sumamos las implicancias del teletrabajo, el resultado concreto es la quita de derechos laborales y el incumplimiento serial de los convenios colectivos conquistados.

Mientras tanto, se vuelve cada vez más preocupante la situación hacia el segundo cuatrimestre. Durante esta primera etapa, para intentar paliar el fracaso de la modalidad virtual de cursado, numerosas unidades académicas han tenido que desembolsar parte de los recursos asignados para el resto del año y así cubrir becas de emergencia, de comedor, de apuntes, de dispositivos y de conectividad que aún así, no alcanzan para evitar la deserción de miles de estudiantes. Aunque en diversos puntos del país ha comenzado el debate por la vuelta de las clases presenciales, hay un límite concreto y es la falta fondos para cumplir con las medidas sanitarias correspondientes. Allí donde se pretenda volver a las clases, se deberá dar la pelea por abajo para arrancar los protocolos y fondos necesarios. Esto último no solo aplica para las universidades nacionales, sino también para el conjunto de institutos terciarios y escuelas del país.

La dimensión presupuestaria es una de las que permite observar cómo la prioridad está puesta en cumplir con las obligaciones frente a los acreedores y no por ejemplo, con la educación pública. Allí está justamente el punto de unidad de todos los reclamos populares. Porque si se paga la deuda no habrá plata ni para educación, ni salud, trabajo y salario. En esa dirección, la tarea de las organizaciones revolucionarias dentro del movimiento estudiantil es ardua. En estos últimos meses hemos presenciado como es fundamental dar batalla, en cada lugar de estudio, a las tendencias pequeño burguesas, fomentadoras del individualismo, el academicismo y la sectorización de los reclamos. Contra ellas tenemos que dar pelea cotidiana, aunando los reclamos específicos –y justos- con los del resto del pueblo. Lo principal entonces, es poder organizar y aglutinar a la vanguardia del movimiento estudiantil detrás de un programa antiimperialista, que practique la solidaridad activa con las causas obreras y populares, que discuta el rol de una universidad que legitima el saqueo, la dependencia y la deuda externa. 

Cuando hace dos años Macri firmaba el acuerdo con el FMI, el movimiento estudiantil fue uno de los que, al calor de la rebelión educativa, levantó entre sus consignas que la plata tiene que ir para educación y no para la deuda. Nuestra organización fue parte activa e incitadora de esa rebelión, marcando la necesidad de no quedarse solo en el reclamo presupuestario y apuntar directamente a los responsables concretos: el Fondo y el gobierno nacional. Ese camino es el que tenemos que retomar y reivindicar.

Hacia la segunda parte de este 2020 hay que redoblar la ofensiva y los esfuerzos por incrementar la participación estudiantil en espacios amplios de coordinación, como la “Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda” y otros similares que puedan existir en las provincias. Estas iniciativas pueden servir para acercar a la juventud de las universidades a las ideas antiimperialistas. Además nos permiten desplegar una política integral que plantee, con ofensiva, que la verdadera soberanía nacional no puede venir de la mano del pago serial de la deuda, ni en la medida en que la banca, el comercio exterior y los recursos naturales y estratégicos estén bajo el signo de la dependencia. 

En momentos de crisis como los que atraviesa el país, se pone sobre la mesa la necesidad de poner en pie a ese movimiento estudiantil que supo abrazar las ideas de la liberación nacional, que salió a la calle junto al movimiento obrero, y dio la pelea para que las diferentes disciplinas produzcan conocimientos a favor del pueblo. Mientras construimos esa alternativa, sigamos incentivando la reorganización del movimiento estudiantil para ser parte activa de la lucha contra el ajuste.

Marilyn T. – Martina Bas

Miércoles, Julio 15, 2020 - 21:00

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