El partido frente al 26 de Junio

Martes, 14. Junio 2022

Reproducimos la nota publicada en no transar el 8 de julio de 2002, dos semanas después del Puente Pueyrredón . Resaltamos su alto valor histórico y político, por sus definiciones acerca de la caracterización de los hechos, enmarcados en la etapa abierta por la rebelión de diciembre de 2001.También, por la caracterización de los proyectos que intervinieron -o se abstuvieron de hacerlo- en función de sus planteos políticos. Se trata, en suma, de un valioso aporte para la reflexión en momentos en que se profundiza la crisis económica y política.

Si alguien dudaba que el 19 y 20 de diciembre de 2001 se abría una nueva situación, los hechos ocurridos en puente Pueyrredón y en las calles de Avellaneda, ratificaron la certeza de aquella estimación. Los dos contingentes antagónicos que luchan por ver quién vence a quién volvieron a enfrentarse.

En la semana previa al 26, los voceros de las fuerzas represivas anunciaban los preparativos de una política destinada a quebrar la rebeldía popular y demostrar a banqueros, multinacionales y al FMI, su disposición a cumplir a rajatablas las condiciones exigidas por ellos, que no son otras que las de su propia capitulación.

También una semana antes, el Bloque Piquetero Nacional, el MIJD y la Coordinadora Aníbal Verón, con la posterior suma de Barrios de Pie y otras organizaciones sociales, en nombre de los trabajadores desocupados y ocupados, se atrevieron a lanzar un plan de ocupación de rutas y puentes por pan y trabajo ya, que constituía un verdadero desafío a la intimidación del gobierno duhaldista.

En los días previos la atmósfera estaba cargada y el choque se presumía inevitable. Conscientes de lo que estaba en juego, era la derrota de uno u otro bando: para ambos contendientes era casi imposible el retroceso.

Por la mañana del día 26, mientras en todo el país los desocupados marchaban a la aplicación de este plan de lucha, en Capital y el Gran Buenos Aires se procedía al corte de los puentes Pueyrredón, La Noria, Liniers, Panamericana y Gral. Paz y el puente Alsina entre los principales.

Cuando el ingreso al puente Pueyrredón estaba ocupado por casi 2000 piqueteros y al tiempo que otras columnas avanzaban por avenida Mitre y Pavón, un contingente de la policía bonaerense, repudiado por los manifestantes, inició la represión con gases lacrimógenos, balas de goma y de plomo, al tiempo que desde el puente peatonal policías de civil disparaba sobre los manifestantes.

Frente a tamaña represión la autodefensa fue cubierta con piedras y palos, con gomeras y otros elementos caseros, más el intento de armar barricadas y el cruce de algunos colectivos, para cubrir la retirada.

En el marco de una persecución a la que ya se había sumado la prefectura y que se extendió por todo Avellaneda y sus inmediaciones, fue asesinado el compañero Maximiliano Kosteki y, mientras intentaba auxiliarlo, también fue abatido Darío Santillán, ambos pertenecientes a la Coordinadora Aníbal Verón. Además de esto, hubo un saldo de 70 heridos y 160 detenidos.

Por otro lado, mientras los heridos eran llevados al hospital Fiorito y la bonaerense procedía a su virtual ocupación, la acción solidaria de los manifestantes se agolpaba en sus puertas. Allí se produce el encontronazo entre el comisario Franchioti y compañeros de los heridos que termina con una trompada en plana cara del comisario asesino.

Los antecedentes de este criminal, cualquiera puede buscarlos en su vinculación con el atentado a la Amia y no casualmente tiene ganada la fama de ser un “duro” dentro de la policía bonaerense, famosa por su corrupción y gatillo fácil. Por eso no es casual que, al igual que la prefectura, haya intentado encubrir su participación directa en la masacre, lo que las fotos desmienten categóricamente.

Apenas conocidos los hechos una movilización de fuerzas de izquierda y asambleas barriales se dirigieron a Plaza de Mayo, mientras al día siguiente – convocada por el Bloque Piquetero, el MIJD, Barrios de Pie, y otros- congregó a unas 30.000. personas en repudio a al gobierno y a las fuerzas represivas. En el interior del país ocurrieron marchas similares, como la de Córdoba donde se juntaron 5.000 personas, mientras que en Tucumán se reproducía otra del mismo tipo.

La primera reacción del gobierno fue salir en defensa de su policía y condenando a los piqueteros. Esto fue acompañado por los medios gráficos, radiales y de televisión que, vergonzosamente, exhibían las hondas y los palos, como pruebas de la culpabilidad de los manifestantes en los hechos, encubriendo de dónde venían las balas asesinas.

Esta maniobra no podía durar. Horas después, ante las irrefutables evidencias y las denuncias de los manifestantes, hasta el gobierno debió maniobrar tratando de eludir su responsabilidad y descargar sospechas sobre la bonaerense y la propia prefectura (la justicia obligada).

Esto no hizo más que certificar quien salió derrotado en puente Pueyrredón. Es cierto que los piqueteros perdimos a dos valiosos compañeros -dos luchadores, dos trabajadores, dos proyectos barriales, dos militantes queridos por su pueblo- pero no es menos cierto que la sangre derramada sirvió para tallar la lápida de sepultura de este gobierno continuista.

Si el 19 y 20 de diciembre que también cobró sus víctimas fue el fin de De La Rúa-Cavallo, este 26 de junio quedará en la historia como el principio del fin de Duhalde.

Los hechos vienen demostrando que ni en diciembre ni en junio el pueblo necesitó de políticos corruptos, de burócratas sindicales, ni de mediocres salvadores del régimen, para infligir una nueva derrota a los testaferros del FMI.

De los traidores como Daer ni vale la pena hablar, del silencio cómplice de Moyano tampoco. En cuanto a D’Elia y Alderete, un tándem que no terminan de romper su conciliación con Duhalde, están condenados a jugar el triste papel de una burocracia piquetera. Por último, en cuanto a la actitud dual de la CTA, que no fue convocante a la jornada del 26 pero que luego convoca a un paro el día 27 -al mismo tiempo que se opone a convocar a una marcha- no termina de romper con su conducta igualmente burocrática.

Por el contrario, fue la audaz decisión independiente de las organizaciones piqueteras combativas -en particular del Bloque Piquetero- la que generó los hechos del puente Pueyrredón el día 26 y del 27 en Plaza de Mayo, provocando una acción que obligó al alineamiento del conjunto de las fuerzas sociales y políticas.

Martes, Junio 14, 2022 - 00:00

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