Editorial - Más allá de las elecciones, se acrecienta la bronca

Lunes, 18. Octubre 2021
Editorial - Más allá de las elecciones, se acrecienta la bronca

Pasado lo más álgido de la interna y con el gabinete nuevo andando, el gobierno de Alberto Fernández apura medidas pensando en las elecciones de noviembre. A los anuncios de suba al salario mínimo y bono para jubilaciones se agregan la modificación del piso del impuesto a las ganancias, distintos proyectos de líneas de crédito blando, una ampliación del “Pre Viaje” para afiliados a PAMI y otras medidas de fomento del turismo, además del congelamiento por un trimestre de una serie de precios de alimentos. A esto la oposición macrista lo llama el “plan platita”, planteando así jocosamente su preferencia por el ajuste fiscal hecho y derecho -además de que se ponen irónicos con “la platita” porque a ellos les sobra-. Más allá de la crítica por derecha, se trata de medidas insuficientes en el cuadro crítico actual, con índices de inflación y pobreza que son altísimos. Septiembre cerró con 3,5% de inflación y su traslado a precios absorbe las migajas dispuestas para recuperar votos perdidos.
La precariedad de lo anunciado queda plasmada, por ejemplo, en lo que refiere a creación de trabajo genuino. A cambio de que tomen beneficiarios del Plan Potenciar Trabajo, el gobierno promete a las empresas subsidiar los salarios y reducir aportes patronales: medidas a pedir de boca de los empresarios nucleados en el Coloquio de IDEA que presionan por una menor carga tributaria. En el mismo tren, el plan Te Sumo -que busca promocionar el primer empleo- tuvo 2400 empresas anotadas que hasta ahora realizaron 402 ofertas laborales. Explicando los alcances del programa, el ministro Moroni aclaró que por cada oferta puede haber muchos puestos requeridos. Deberían ser muchísimos para ocupar a por lo menos la mitad de los 67.000 jóvenes inscriptos.
El gobierno patea la pelota para adelante, y el corto plazo se transformó en cortísimo plazo. Imposible que se resuelva alguno de los problemas estructurales con estas políticas. Cifrar las esperanzas en un “rebote post pandemia” de la economía es una quimera. En este sentido se expresó el director del Banco Nación, Claudio Lozano. Según un informe suyo elaborado en septiembre, a un ritmo de crecimiento anual del 4% -meta del borrador de presupuesto 2022- “si se mantiene el actual esquema productivo y sus pautas de distribución del ingreso, el resultado es que nos llevaría 19 años lograr que la pobreza vuelva al 20%, 25 años que baje al 10% y tres décadas eliminarla” (“La consolidación de un piso de pobreza e indigencia más elevado que en la prepandemia”). Así las cosas, la administración de la pobreza no se va a ir por las buenas.
La tensa relación con monopolios y banqueros
Mientras las mayorías populares sufren, la prioridad del gobierno está puesta en el pago de la deuda con el FMI. Pueden estar horas y días hablando de la loza que nos dejó el macrismo, pero honrando sus compromisos no hacen más que ratificar la estafa contra el país.
Pero las buenas intenciones del gobierno no alcanzan. Luego de las últimas semanas en donde arreció la interna dentro del Fondo, las negociaciones se pusieron más ásperas. No hay un buen panorama para los pedidos de facilidades que planteó Argentina. La tensión aumentó a un punto tal que para las próximas discusiones Manzur acompañó a la comitiva que encabeza el ministro Guzmán.
No es un dato menor la presencia del Jefe de Gabinete. En el rearmado del equipo de gobierno tras la derrota en las PASO, el tucumano es una pieza importante, como expresión de los gobernadores, para sostener por arriba la gobernabilidad: además de negociar con los de afuera, Manzur vino para recomponer el vínculo con el “círculo rojo” local, el que en su momento se desencantó de Macri y hoy mira con frialdad a Alberto. Un quiebre definitivo en esa relación sería una verdadera catástrofe para el gobierno, en su momento de mayor debilidad política y con la lucha de masas que no afloja en la calle.
Presión interna
Dentro del oficialismo, distintos sectores impulsan recuperar algo de iniciativa política propiciando demostraciones de fuerza, como mostró el acto en Nueva Chicago organizado por los movimientos sociales afines.
Pero en el gobierno están a la defensiva, como muestran las idas y vueltas con el 17 de octubre. Luego de un primer intento de salir a la calle, se retractaron con el argumento insólito de la coincidencia con el día de la madre. La presión de una parte de su base política forzó a Alberto a volver sobre sus pasos y llamar a movilizar. De lo contrario corría el riesgo de ver desde afuera una convocatoria que se estaba imponiendo de hecho, aunque aún no esté asegurado que el presidente vaya a participar. Para ese día ya estaba anunciada la movida de los organismos de Derechos Humanos oficialistas contra el FMI. Más allá de que este sector presente al macrismo como el único responsable de la deuda, también es cierto que detrás de su apoyo al gobierno asoma la crítica por su vocación de pago. Son los riesgos de “tercerizar” la iniciativa callejera. Cada organización que moviliza lo hace con sus reclamos, y junto con el apoyo vienen las exigencias: algo de eso se vio también en Nueva Chicago, donde los movimientos territoriales reclaman en función de que su base social está en el centro de una situación insostenible. Además está por verse en qué términos la cúpula de la CGT hará valer su rol clave en la desmovilización del movimiento obrero, cada vez más castigado en sus condiciones laborales, en el acto propio que anunció para el 18.
Sobre las posturas de los aliados, lo más interesante vino desde la política. En su intervención durante el acto de Chicago, el referente del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, dijo que “esta democracia de la alternancia no camina, quiero construir una democracia donde el movimiento popular gobierne veinte años la Argentina, una democracia que nosotros podamos dar vuelta la Historia (…) pero necesitamos que Alberto siga ocho años y, si no, que le entregue la cinta a otro compañero para seguir una escalera ascendente”.
Coincidimos con Pérsico en que este régimen político donde cada tantos años cambia la figurita para que siempre ganen monopolios y banqueros, no merece llamarse democracia. Desde nuestro proyecto, más que gobernar 20 años, para dar vuelta la Historia el movimiento popular debería hacer la revolución, siendo que es la única forma de cambiar la concentración del poder económico.  Pero no es necesario ir tan lejos. Recrear experiencias soberanas y de reformas profundas, como las que transitaron Venezuela y Bolivia, es impensable sin una intervención rebelde de los de abajo que patee el tablero. En ese sentido, la continuidad de Alberto Fernández más que una escalera ascendente es una rampa hacia abajo. Cuestión en la que están incluidos, por supuesto, los opositores amarillos: a la larga, votar a unos para castigar o evitar a los otros termina siendo una trampa.

Unidad del combativismo e impulso de la confluencia

Ni el macrismo, ni la ilusión del peronismo unido, ni los efectos de la pandemia, pudieron sacar de la calle a un movimiento popular que sigue en la pelea. Este es el mar de fondo en el que se desenvuelve una crisis profunda, de la que venimos viendo varios coletazos políticos y cuyo final está abierto. Es imprescindible que el movimiento popular con los trabajadores a la cabeza intervenga con voz y proyecto propios en esta situación.
El pulso de la pelea en la calle lo marca el movimiento piquetero, que esta semana viene de una nueva demostración inmensa frente a los acuerdos incumplidos del ministro Zabaleta, además de desairar a Aníbal Fernández, el enésimo ministro de Seguridad que asume diciendo que no va a permitir los cortes. Se abre paso entre las dificultades el movimiento obrero con conflictos puntuales, pero que marcan una tendencia a no dejar pasar los atropellos sin pelea y cada vez más distanciados de lo que fuera el peronismo. En algunos casos, sobre todo en el interior, son referencia para unir las luchas locales, como los municipales en Jujuy y otros casos ejemplares como la lucha sostenida por SOSCh en Chaco. Se suma a todo ello la movilización del movimiento de mujeres y diversidades que viene de realizar su Encuentro en distintas partes del país, la pelea medioambiental y la lucha por vivienda.
La movilización política también hace su aporte a la situación. La jornada nacional convocada por la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago y la Investigación de la Deuda volvió a poner el problema del acuerdo con el FMI en la Plaza de Mayo y en varios puntos del país, unificando en la acción a distintos sectores antiimperialistas, democráticos y patrióticos; en la misma dirección de los esfuerzos militantes del Foro por la Soberanía y demás espacios que plantean la recuperación del río Paraná. A su vez, en el terreno electoral, varias organizaciones que fuimos parte del llamado a votar en blanco, anular el voto o no ir a votar, nos nucleamos para dar forma a la campaña por el Voto Bronca en noviembre, en el marco de ir dándole forma a la intervención conjunta en las luchas del momento. Esta es una de las claves de este período: la unidad del combativismo ligada a la mayor confluencia posible, que es el marco para una intervención en la lucha de masas que haga la diferencia en dirección a producir un quiebre y abrir paso a una situación nueva.
Cuantos más votos blancos, nulos o abstenciones, mayor descalificación al sostenimiento de este régimen sostenido por el capitalismo monopólico y la capitulación de sus representantes políticos. El castigo electoral tiene un límite: es hora de darle impulso a la bronca. Para abrir paso a una democracia de nuevo tipo, popular, donde el protagonismo de los trabajadores imponga un programa de bienestar y soberanía sobre la base de la suspensión de los pagos al FMI, nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos estratégicos, en el camino de la liberación nacional y social.
Agustín Damaso

Lunes, Octubre 18, 2021 - 13:15

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