Doce años de (doble) discurso

Domingo, 14. Junio 2015

Las actividades impulsadas desde el kirchnerismo la pasada “semana de Mayo” terminan de consumar las intenciones del gobierno nacional respecto de que la contradicción “pueblo-fuerzas armadas” se disuelva en una pretendida reconci-liación a favor de las segundas.
En el desfile militar que acompañaba el traslado de sable de San Martín, la pre¬sidenta Cristina Fernández mencionó sin titubear una “reconciliación del pueblo con el Ejército sanmartiniano”. Dejando para otro momento la malversación del concepto de “sanmartiniano”, la bús¬queda persistente -ahora hecha discurso por cadena nacional- de una pretendida reconciliación con las fuerzas armadas, se viene denunciando desde los organis¬mos de derechos humanos consecuen-tes contra la impunidad y el olvido, hace ya varios años.
Diversas iniciativas del gobierno kirchne¬rista en la materia -desde las más abier¬ta y explícitamente reaccionarias hasta aquellas pretendidamente progresistas-vienen avanzando en este sentido. Es así como desde el propio frente de los derechos humanos, distintos mojones dan muestras de que ya no quedan in¬tenciones de progresismo, ni de doble discurso para este gobierno en retira-da, que al final del camino lo que queda como figura es un Milani y no Hebe de Bonafini.
Para enumerar aquellas que sobresalen tenemos la sanción de la Ley Antiterro¬rista en el año 2011 y poco después se destapa Proyecto X, espionaje ilegal a luchadores políticos y sociales durante esta administración.
Otra de las verdades del modelo fue la de poner a un milico como Berni a cargo de la seguridad interna. En este período se traduce y se explica la necesidad de proteger un modelo de ajuste y repre¬sión, como lo demostraron sus sobre¬actuaciones en la Panamericana -espe¬cialmente durante el 2014- reprimiendo a trabajadores fabriles que enfrentaban suspensiones y despidos con ocupacio¬nes y cortes.
Desde que asumió el kirchnerismo en plena crisis social y política post rebelión popular del 2001 abarcó la tarea de in¬tentar quebrar el campo popular; una de las herramientas de la que se valió para consumarlo, fue el intento de apropiación de la bandera de derechos humanos.
En este sentido, a la par de sostener jui¬cios que garantizan la impunidad para la mayor cantidad de genocidas que aún quedan libres -y que van a morir impu¬nes-; sostuvo una ofensiva, en el terre¬no de las ideas, intentando despojar a la generación del 70 de la revolución por la que dieron su vida.
En la tarea histórica que le tocó al kirch¬nerismo de cerrar la crisis política abierta en el 2001, necesitó expropiar discurso y tergiversar la verdad sobre la pelea real de los compañeros del campo popular detenidos y desaparecidos, miembros de organizaciones revolucionarias, mili-tantes populares, con ideas de izquierda, nacidas y forjadas en la Argentina del Cordobazo y el Viborazo.
Para poder sostener su relato, se valió de algunas herramientas. Una de estas fue la disolución del Instituto Espacio para la Memoria en connivencia con el macrismo y su traspaso a la órbita de Nación. Esto le permitió al kirchnerismo seguir avanzando en su ofensiva con la desnaturaliación de los Centros Clan¬destinos de Desaparición y Exterminio, manipulándolos de acuerdo a su conve¬niencia; en una “resignificación” que bus¬ca clausurar la pelea contra la impunidad y traer olvido. El caso testigo fueron las remodelaciones realizadas en el casino de oficiales en ESMA. Hecho al cual des¬de un comienzo un amplísimo arco po¬lítico se opuso. El pasado 19 de mayo, la presidenta inauguró finalmente la des¬trucción de un capítulo de la historia, in¬terviniendo un CCDyE por donde se esti¬ma pasaron más de 5000 compañeros y que al día de hoy (hasta el 18 de mayo al menos) seguía siendo pieza clave en los juicios, ya que muchos sobrevivientes encontraban en sus pisos y paredes, la memoria y el recuerdo de lo allí sucedi¬do. Hoy estas paredes intervenidas con acrílicos y el piso de cemento tapado por una losa flotante dejaron de hablar. O hablan de banalización y reconciliación, de más impunidad garantizada desde el propio estado y el gobierno.
Al inicio del período, el gobierno bajó el cuadro del genocida Videla. Al final del período, -porque pase lo que pase en oc¬tubre del kirchnerismo y el discurso ya no habrá el mismo rastro- se abrazan con el genocida Milani. Esto es impunidad.
Vera Pérez
chnerismo la pasada “semana de Mayo” terminan de consumar las intenciones del gobierno nacional respecto de que la contradicción “pueblo-fuerzas armadas” se disuelva en una pretendida reconci-liación a favor de las segundas.
En el desfile militar que acompañaba el traslado de sable de San Martín, la pre¬sidenta Cristina Fernández mencionó sin titubear una “reconciliación del pueblo con el Ejército sanmartiniano”. Dejando para otro momento la malversación del concepto de “sanmartiniano”, la bús¬queda persistente -ahora hecha discurso por cadena nacional- de una pretendida reconciliación con las fuerzas armadas, se viene denunciando desde los organis¬mos de derechos humanos consecuen-tes contra la impunidad y el olvido, hace ya varios años.
Diversas iniciativas del gobierno kirchne¬rista en la materia -desde las más abier¬ta y explícitamente reaccionarias hasta aquellas pretendidamente progresistas-vienen avanzando en este sentido. Es así como desde el propio frente de los derechos humanos, distintos mojones dan muestras de que ya no quedan in¬tenciones de progresismo, ni de doble discurso para este gobierno en retira-da, que al final del camino lo que queda como figura es un Milani y no Hebe de Bonafini.
Para enumerar aquellas que sobresalen tenemos la sanción de la Ley Antiterro¬rista en el año 2011 y poco después se destapa Proyecto X, espionaje ilegal a luchadores políticos y sociales durante esta administración.
Otra de las verdades del modelo fue la de poner a un milico como Berni a cargo de la seguridad interna. En este período se traduce y se explica la necesidad de proteger un modelo de ajuste y repre¬sión, como lo demostraron sus sobre¬actuaciones en la Panamericana -espe¬cialmente durante el 2014- reprimiendo a trabajadores fabriles que enfrentaban suspensiones y despidos con ocupacio¬nes y cortes.
Desde que asumió el kirchnerismo en plena crisis social y política post rebelión popular del 2001 abarcó la tarea de in¬tentar quebrar el campo popular; una de las herramientas de la que se valió para consumarlo, fue el intento de apropiación de la bandera de derechos humanos.
En este sentido, a la par de sostener jui¬cios que garantizan la impunidad para la mayor cantidad de genocidas que aún quedan libres -y que van a morir impu¬nes-; sostuvo una ofensiva, en el terre¬no de las ideas, intentando despojar a la generación del 70 de la revolución por la que dieron su vida.
En la tarea histórica que le tocó al kirch¬nerismo de cerrar la crisis política abierta en el 2001, necesitó expropiar discurso y tergiversar la verdad sobre la pelea real de los compañeros del campo popular detenidos y desaparecidos, miembros de organizaciones revolucionarias, mili-tantes populares, con ideas de izquierda, nacidas y forjadas en la Argentina del Cordobazo y el Viborazo.
Para poder sostener su relato, se valió de algunas herramientas. Una de estas fue la disolución del Instituto Espacio para la Memoria en connivencia con el macrismo y su traspaso a la órbita de Nación. Esto le permitió al kirchnerismo seguir avanzando en su ofensiva con la desnaturaliación de los Centros Clan¬destinos de Desaparición y Exterminio, manipulándolos de acuerdo a su conve¬niencia; en una “resignificación” que bus¬ca clausurar la pelea contra la impunidad y traer olvido. El caso testigo fueron las remodelaciones realizadas en el casino de oficiales en ESMA. Hecho al cual des¬de un comienzo un amplísimo arco po¬lítico se opuso. El pasado 19 de mayo, la presidenta inauguró finalmente la des¬trucción de un capítulo de la historia, in¬terviniendo un CCDyE por donde se esti¬ma pasaron más de 5000 compañeros y que al día de hoy (hasta el 18 de mayo al menos) seguía siendo pieza clave en los juicios, ya que muchos sobrevivientes encontraban en sus pisos y paredes, la memoria y el recuerdo de lo allí sucedi¬do. Hoy estas paredes intervenidas con acrílicos y el piso de cemento tapado por una losa flotante dejaron de hablar. O hablan de banalización y reconciliación, de más impunidad garantizada desde el propio estado y el gobierno.
Al inicio del período, el gobierno bajó el cuadro del genocida Videla. Al final del período, -porque pase lo que pase en oc¬tubre del kirchnerismo y el discurso ya no habrá el mismo rastro- se abrazan con el genocida Milani. Esto es impunidad.

Vera Pérez

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Domingo, Junio 14, 2015 - 02:15

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