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El acuerdo “estratégico” con China
En su reciente viaje la presidenta Cristina Fernández firmó con su par chino, Xi Jinping, 15 convenios por un monto de U$S 30000 millones, para financiación de proyectos que se extienden al transporte, energía hidroeléctrica, nuclear, eólica, satelital, extracción minera, etc., y cuya devolución hipotecará por décadas el futuro de los argentinos.
El Acuerdo Estratégico Integral firmado, se inscribe en el marco de los realineamientos geo-estratégicos que se vienen produciendo en el mundo en el que los países capitalistas dependientes ya no encuentran salida hacia el norte occidental (EEUU-Europa) y comienzan a buscar los auxilios financieros e incrementar acuerdos comerciales en el surgente capitalismo monopólico asiático. El apuro en este caso, por parte del gobierno, viene de la necesidad inmediata de fortalecer las reservas en vista a las elecciones de octubre/2015 y a su vez sellar acuerdos ventajosos para un “capitalismo de amigos” antes que expire el mandato. Son decisiones en beneficio de una parcialidad de la burguesía dominante que afectarán por varias generaciones y cuyas condiciones no difieren de aquellas otras que caracterizaron las relaciones carnales del menemismo con EEUU, en la década del 90. El sentido “progresista” que se alega en el discurso, contradice el sentido apátrida del capital monopólico y hasta su propia esencia en la medida que requiere de la extracción permanente del valor del trabajo humano y los recursos naturales para reproducir el ciclo que profundice nuevas ataduras con el estado chino. El déficit comercial ronda hoy los U$S 6500 millones y están en curso nuevos préstamos con tasas leoninas que no bajan del 8% en algunos casos.
Los contratos precedentes a este viaje fueron la base de la campaña del ministro Randazzo con la importación de trenes y material ferroviario por U$S 1200 millones mientras cerraban los talleres (EMFER). Se firma ahora la transformación del Belgrano Cargas cuyo crédito por U$S 2500 incluyen infraestructuras para una salida agroalimentaria por el Pacífico, con materiales y durmientes de cemento importados. Por otro lado en Santa Cruz se construirán las dos represas hidroeléctricas por U$S 4700 millones con amplia preponderancia de las empresas chinas cuando el país cuenta con la tecnología y mano de obra necesaria. Todo esto más la construcción de dos centrales nucleares (Atucha lll y otra) que sumarían aproximadamente U$S 13000 millones junto a otros importes y emprendimientos, se estaría haciendo por contratación directa sin licitación. La existencia de cláusulas secretas, tal cual surge de la construcción de una base satelital en Neuquén, con formato y control de empresas pertenecientes al ejército chino, ponen al desnudo el carácter del vínculo en curso.
En caso de controversias éstas se resolverán en los arbitrajes de Tribunales de Francia y en el caso de juicios abiertos en los Tribunales de Inglaterra.Toda una ironía para quienes murieron en Malvinas o quienes hasta hace poco hablaban de “pagos soberanos”.
La “entrega” es tan evidente, que otros sectores de la gran burguesía con proyección mayoritaria en la UIA (de Mendiguren, Méndez) pusieron el grito en el cielo en reclamo de la porción que les correspondería en las obras y proyectos a ejecutar. También sectores sindicales ligados al oficialismo se manifestaron preocupados porque no se contemplan prioridades o estímulos para la recuperación del empleo nacional. Lo cierto es que, más allá del apuro oficial para que se amplíen los U$S 287 millones acreditados para el inicio de las represas del sur, algunos condicionamientos del capitalismo chino nada tienen que envidiar a los impuestos por el FMI en el pasado y algunas políticas del gobierno que acentúan la reprimarización y concentración de la economía, tampoco envidian al neoliberalismo.
Asistimos a una transición compleja hacia un nuevo equilibrio de fuerzas en donde las burguesías de los países emergentes disputan nuevas asociaciones con el mundo imperialista, que inevitablemente será violenta no solo en términos de posibles estallidos bélicos sino también de la profundización de la tasa de explotación del capital monopólico. En otras palabras, los capitales chinos no son menos explotadores y saqueadores que los norteamericanos y europeos, y todos se volverán más agresivos con el desarrollo de la competencia y la monopolización.
Elbio Rojas
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