Neoliberalismo y Pandemia

Viernes, 16. Octubre 2020

Mientras la gran burguesía local presiona para que la cuarentena se flexibilice más y más,  en los hospitales, las trabajadoras y los trabajadores de la salud llevan una carga laboral gigante sobre las espaldas.

Argentina y COVID-19

Al momento de escribir esta nota Argentina es el séptimo país del mundo en casos registrados, el número uno en índice de positividad (67% de los tests del 26 de septiembre fueron positivos), siendo éste un indicador indirecto de subtesteo, y el decimonoveno en muertes por millón de habitantes (1). Todas estas cifras hablan de la política general desplegada frente a la pandemia. Pero Argentina ocupa el puesto 59 en el índice de mortalidad, con un 2,7% de letalidad sobre el total de casos (2). Aunque este valor nos haga pensar que el sistema de salud llegó a prepararse, lo que no se evidencia es la sobrecarga de trabajo y las condiciones materiales y psíquicas en las que las trabajadoras y los trabajadores de la salud se encuentran en este marco.

La política, desde el principio, estuvo apuntada a ganar tiempo para convertir todas las camas posibles en camas de terapia intensiva, capaces de sostener a un paciente respiratorio grave mediante la compra de respiradores y otros insumos necesarios. Pero lo que no se podía hacer era aumentar proporcionalmente el número de profesionales especializados, por un lado porque la terapia es una especialidad poco elegida y el capital humano no abunda, por otro porque en muchos lados las propuestas salariales y laborales profundizaban la lógica de precarización y miseria en la que ya se viene trabajando, con el agravante de la exposición en pandemia. Se pudo entrenar a profesionales de otras áreas para atender esta demanda aumentada, pero de ninguna manera fue una salida suficiente al problema. El personal de salud aumentó su carga de trabajo, principalmente en los sectores de Terapia y Clínica Médica de una forma desoladora, arrancándolo de su casa para cubrir un puesto en el hospital de manera casi permanente. 

Mientras tanto, en términos generales, la curva sigue sin aplanarse. Cada pocos días se vuelve a romper el record diario de casos y muertes. Si bien el gobierno logró su objetivo de evitar un escenario “a la Italia”, donde la falta de respiradores determinó el número de muertes, la situación es dispar en cada provincia y hoy las trabajadoras y los trabajadores de la salud son uno de los sectores más afectados, con más de 40.000 contagios y 180 decesos. 

A pesar de esta dramática situación de carácter mundial, los medios de comunicación se suman a la cruzada del gran empresariado, vendiendo a la gente pescado podrido, agitando el "estamos cansados del encierro", sin dedicarle atención real a la situación dentro de los lugares de trabajo. Al mix se suma un grupo de profesionales anticientíficos que desinforman con título en mano: los autoproclamados "Médicos por la Verdad", equiparables a terraplanistas de la ciencia médica.

Tal vez, uno de los grandes problemas que se impuso desde el discurso fue el de la retórica de guerra, donde "peleamos contra un enemigo invisible", las trabajadoras y los trabajadores que mueren son "heroínas y héroes" y entre todas y todos "luchamos contra el virus". A partir de esto, vengo a citar dos modelos de tratamiento político diferentes frente a la pandemia, el de acostumbrarse a la muerte y el de resguardar la vida.

El sector salud

Desde marzo hasta ahora el sector salud ha tenido que poner el cuerpo a la crisis sanitaria, pero también a la crisis económica y social. Al principio, con pocos casos activos en el país, el reclamo era por falta de protocolos y de material de protección, tanto que para el primer mes de cuarentena eramos el país con mayor proporción de contagios en el sector sanitario. En la medida que se logró cubrir la necesidad de materiales y que se desarrollaron protocolos en cada hospital y centro de salud, muchas veces gracias a las trabajadoras y trabajadores, el reclamos salarial y la denuncia sobre las condiciones de trabajo y de contratación son los ejes que, hasta ahora, se sigue pujando para poner sobre la mesa. La respuesta del gobierno para “las heroínas y los héroes” fue un bono de 20 mil pesos en 4 cuotas que, no sólo lo tomaron como parte de la paritaria sino que también se excluyeron a trabajadoras y trabajadores centrales, como quienes ejercen en primer nivel de atención, el personal administrativo y el de limpieza. De hecho, se excluyeron a trabajadores centrales para el funcionamiento de los efectores, como el sector administrativo y de limpieza. Al mismo tiempo, fallecieron compañeras y compañeros entre quienes había varios que habían pedido licencia y se les había negado.

Desde principios de junio en adelante se lograron llevar a cabo algunas jornadas regionales y nacionales con aplausazos en las puertas de los hospitales con los reclamos del sector, cortes y hasta algunas movilizaciones. La bronca por los derechos pisoteados crece, pero también lo hace el agotamiento, con equipos de trabajo sin recambio y sin descanso, con la necesidad de tener dos o más trabajos para llegar a fin de mes y, sobre todo, con situaciones de intervención que escalan en complejidad en el contexto de la crisis social y económica de nuestro país.

Neoliberalismo

"No existe tal cosa como la sociedad. Hay hombres y mujeres individuales y hay familias". Esta frase de Margaret Thatcher,  infame ex-jefa de estado del Reino Unido en la década de 1980 y pionera en las políticas antiobreras que imperan en el mundo, refleja la el contenido de la ideología neoliberal. En los tiempos que corren, tal vez más que nunca, se cristaliza de la manera más aberrante posible: si la sociedad no existe, la muerte de los individuos nos es ajena. Si bien el gobierno de Alberto Fernández se presenta como un proyecto que busca la unidad nacional, el acuerdo social y todo eso, en los hechos termina capitulando ante los intereses de la gran burguesía monopólica. Más claro es el ejemplo de Rodríguez Larreta en la CABA, donde impera la "necesidad" de salir a trotar y abrir bares por sobre la necesidad del personal de salud de descansar, de trabajar en condiciones dignas y, más aún, del derecho de las personas a seguir viviendo. Por éste motivo es que no salen en los medios las trabajadoras y los trabajadores de la salud hablando de su jornada laboral que se extiende día a día, pero sí salen las marchas anticuarentena.

A pesar de todo el maquillaje, la realidad dice que más del 40% de los pacientes requieren asistencia ventilatoria mecánica, fallecen (3)(4). Los resultados preliminares del plasma inmune demuestran que no es superior al placebo (5), las posibles vacunas se nos alejan en el tiempo en la medida que muestran efectos adversos graves (ver no transar anterior) y no aparece ningún tratamiento que supere a la efectividad de la cuarentena para evitar daño, por más antiguo que sea el método. Y ésto si solo consideramos a la mortalidad, porque poco sabemos de los efectos a largo plazo de la infección, aunque sí sabemos que tiene efectos respiratorios, cardiológicos y renales. 

Dicho todo esto, la herramienta más efectiva que tenemos para combatir esta pandemia, es luchar contra las ideas que quiere imponer la gran burguesía. Asegurar la habitacionalidad, el trabajo en blanco, el acceso al agua y la comida y volver a las restricciones iniciales hasta que deje de haber transmisión local del virus no sólo va a disminuir el grado de extenuación al que someten al personal de salud, sino que va a ahorrar miles de vidas. Construyamos responsabilidad colectiva y exijamos que los gobiernos se hagan cargo. Exijamos vuelta a fase 1 para minimizar el número de contagios, aumento del testeo y aislamiento de contactos efectivo, con provisión de alimentos.

Es necesario que sigamos manteniendo el compañerismo, poniendo la técnica al servicio del pueblo como nos enseñó el Che. Debemos organizarnos con todo el equipo de salud, como trabajadoras y trabajadores que somos, en asambleas y cuerpos de delegadas y delegados. Comencemos a construir y armar en donde no hemos podido y profundicemos los procesos en donde venimos dando pelea para garantizar condiciones de trabajo dignas y a la altura de nuestra tarea, y peleemos por reapertura de paritarias para alcanzar un salario acorde a la canasta familiar, teniendo en cuenta la pérdida por la inflación. Llevemos por delante la bandera de la solidaridad y encaremos el debate con quienes aún confían en las salidas que propone el gobierno de manera fraternal, buscando el terreno común para la construcción de la lucha desde abajo y balanceando las experiencias en conjunto.

Octavio Ruiz


(1): https://www.worldometers.info/coronavirus/

(2): https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality 

(3):https://ccforum.biomedcentral.com/articles/10.1186/s13054-020-03006-1 

(4): https://link.springer.com/article/10.1007/s00134-020-06256-3 

(5):https://www.lanacion.com.ar/sociedad/coronavirus-estudio-nacional-conclu...

Viernes, Octubre 16, 2020 - 09:45

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