30 de marzo en la Franja de Gaza | Crímenes del fascismo israelí

El 30 de marzo de 1976, durante una huelga general realizada para reivindicar el derecho a retornar a su tierra desde 1948, las fuerzas colonialistas de Israel asesinaron a siete manifestantes palestinos e hirieron a más de cien. Desde ese momento, todos los 30 de marzo, el pueblo palestino se manifiesta públicamente recordando a sus mártires. El “día de la tierra” es la fecha de inicio de seis semanas ininterrumpidas de movilizaciones previas al 15 de mayo, Día de la Nakba (catástrofe), que conmemora la creación del Estado de Israel y el consiguiente inicio del éxodo del pueblo palestino.

Este año, el 30 de marzo, miles de habitantes de la Franja de Gaza se movilizaron en la “Marcha del Retorno” hasta el alambrado que divide a esta franja de los territorios ocupados desde 1948. Con orden del Ministerio de Asuntos Militares de Israel, un centenar de francotiradores comenzaron a disparar contra la multitud desarmada, asesinando a 17 personas e hiriendo a aproximadamente 1.400. Al día siguiente, los disparos de los francotiradores continuaron contra quienes participaban de los funerales de los asesinados el día anterior. Las autoridades israelíes respaldaron absolutamente estos asesinatos y consideraron que los militares merecían condecoraciones por su actuación.

Conscientes del respaldo absoluto con que cuentan por parte de los EE.UU. y potencias europeas como el Reino Unido y Francia (casualmente 3 de los 5 votos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas), las autoridades políticas y militares de Israel hacen gala de su impunidad histórica. Frente a los primeros cuestionamientos por la reciente masacre, Avigdor Lieberman, ministro de Asuntos Militares de Israel afirmó públicamente: “No habrá comisión de investigación, ni cooperaremos con ninguna comisión de investigación y adoptaremos las medidas militares más fuertes y violentas contra los manifestantes palestinos, especialmente si intentan cruzar la valla fronteriza”.

La mitad de los palestinos se encuentran exiliados en el resto del mundo y no tienen posibilidad de volver a su tierra, que se ha reducido en más del 90% respecto a su territorio histórico a manos del ocupante sionista, y su territorio actual, además de no tener continuidad territorial, está bajo total arbitrio de la fuerza ocupante. Por un lado la Franja de Gaza es una lonja junto al mar de 385 km² en la que viven dos millones de palestinos hacinados y que se encuentra bloqueada por tierra, aire y agua por Israel desde 2006. Del otro lado de los territorios ocupados, entre Cisjordania -que incluye Al-Quds (Jerusalén) Este-, y los Altos del Golán usurpados a Siria, el proceso de colonización por parte de Israel es incesante: mientras la población de Israel crece a un ritmo anual del 1,8%, los colonos lo hacen a un 5,3%. El método es tan brutal como sencillo: demolición de viviendas y cultivos palestinos, expulsión de su población, seguido de la construcción de asentamientos israelíes y la instalación de los colonos, todo bajo la mira de los fusiles del ejército ocupante. Así, ya suman 650.000 los ocupantes israelíes en Cisjordania, en una política de hechos consumados que impide cualquier diálogo o entendimiento diplomático. En total casi 5 millones de palestinos a merced de una fuerza de ocupación financiada por la principal potencia militar del mundo, que impone un sistema de apartheid desde hace 70 años.

Así, toda forma de resistencia es válida y toda forma de solidaridad con la causa palestina, urgente. Con la gran mayoría de los países árabes de la región gobernados por dirigentes y fuerzas políticas que hace tiempo han claudicado frente al sionismo ocupante, y con las principales potencias mundiales respaldando política, económica y militarmente al régimen israelí, el principal aliado de la heroica resistencia palestina es la solidaridad de los pueblos, expandiendo la condena de estos crímenes y del régimen colonialista, racista y genocida que los lleva adelante.

Leo Funes