El último intento organizado por el imperialismo estadounidense junto con la oligarquía venezolana y algunos gobiernos de la región reunidos en el Grupo de Lima, buscando desestabilizar al... Ver más
Medio Oriente - Crece la agresión imperialista contra Irán
En las últimas semanas se ha reavivado un conflicto internacional que tiene varios capítulos en la historia reciente. El imperialismo estadounidense, con Donald Trump a la cabeza, ha dado una vuelta de rosca más a la campaña de presión económica y política sobre la República Islámica de Irán.
El anuncio de parte del gobierno iraní de haber superado los 300 kg de producción de uranio enriquecido, y que comenzará a realizar este proceso excediendo el 3,67% acordado con las potencias nucleares en 2015, fue respondido con una serie de amenazas por parte del gobierno de EEUU. Los últimos incidentes que se registraron fueron los ataques a dos buques petroleros (por los que EEUU acusa a Irán) en el estrecho de Ormuz, en momentos en que el primer ministro de Japón Shinzo Abe se encontraba reunido con el líder supremo de la Revolución Islámica Alí Jamenei en Teherán. Posteriormente, las fuerzas armadas de Gran Bretaña secuestraron un buque petrolero iraní en el estrecho de Gibraltar, que aún sigue detenido a disposición de la justicia británica.
En 2015 se firmó un acuerdo -Plan Integral de Acción Conjunta- entre EEUU, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania con Irán, que ponía precisos condicionamientos al programa nuclear iraní, a cambio de levantar las sanciones estadounidenses que pesaban sobre la economía persa, principalmente respecto a la posibilidad de comerciar libremente sus hidrocarburos. Las acusaciones de “incumplimiento de lo acordado” que hoy pesan por parte de EEUU sobre Irán son difíciles de sostener, en tanto y en cuanto fue el propio Trump quien, hace más de un año, retiró a su país del acuerdo dejando todo lo firmado en el aire. En la medida en que EEUU no solo sigue afuera del PIAC, sino que intensifica las sanciones sobre Irán, éste responde con un incumplimiento progresivo sobre los acuerdos, con un respaldo tácito de Rusia y China, para quienes nunca tuvieron mayor efecto las sanciones estadounidenses. Queda así la pelota picando en campo europeo.
Las especulaciones sobre el uso potencial del programa nuclear iraní van desde la alerta permanente de EEUU e Israel sobre el desarrollo de armas nucleares, hasta las repetidas aclaraciones del gobierno local sobre el uso estrictamente civil de esa energía. Sin embargo, y aunque este no sea un tema menor, el problema principal para el imperialismo yanqui no pasa tanto por el desarrollo nuclear iraní, sino por la necesidad de ahogar la capacidad exportadora del país asiático. Esto es, tanto la administración Trump como la de Rohaní, están mucho más interesados en los efectos de las sanciones comerciales que en el desarrollo nuclear en sí mismo.
En 2013, cuando Hasan Rohaní resulta electo presidente, luego de ocho años de presidencia de Mahmud Ahmadineyad -quien encabezaba una línea mucho más conservadora y confrontativa con el imperialismo estadounidense y el sionismo en la región- el gobierno de Obama acelera las negociaciones con Irán. Así, empieza el camino hacia el PIAC, que se termina de firmar en 2015. Allí Irán se libera de la mayoría de las sanciones que pesaban sobre su comercio exterior, a cambio de una tutela multilateral sobre su programa nuclear. Cuando Trump llega al poder en 2017, ya el escenario internacional y local no era de escasez de petróleo sino de abundancia. Particularmente en el caso de EEUU, el desarrollo acelerado de la explotación del gas y petróleo de esquistos había cambiado el panorama, y había que garantizar su exportación para que el negocio sea rentable. La necesidad de limitar el crudo disponible a nivel mundial es una constante detrás de cada una de las acciones que encara su gestión respecto a los países productores, buscando mantener alto el precio internacional (les resultaría inadmisible un precio por debajo de los 70 dólares el barril) y asegurando mercados para colocar la producción propia. En este sentido, el cerco sobre Irán busca el objetivo de reducir sus exportaciones al mínimo, particularmente hacia Europa, por cuyo mercado compite directamente. Por esto no era negocio seguir sosteniendo el PIAC que dejaba las manos libres a Irán para inundar de petróleo a Europa, a cambio de límites sobre un desarrollo nuclear que, para la administración Trump, no tiene la prioridad de los negocios petroleros. En la misma dirección van las múltiples presiones para frenar la construcción de los gasoductos Southstream y Nordstream que llevan el gas ruso al viejo continente.
Macri al servicio del agresor
A todo esto, el gobierno iraní les ha recordado a las partes en conflicto su bala de plata en términos económicos, declarando públicamente que se reserva el derecho a cortar la circulación por el Estrecho de Ormuz, que une al Golfo Pérsico con el Golfo de Omán, ruta de salida del 35% de los buques petroleros del mundo. Por su parte EEUU, que meses atrás había sumado presión declarando a la Guardia Revolucionaria Islámica como organización terrorista, junto con Israel y otros países, pretende expandir la red de presión política y diplomática sobre el país persa, involucrando, entre otros, a la Argentina.
En la semana del 18 de julio próximo, con motivo de conmemorarse los 25 años del atentado terrorista a la AMIA en Buenos Aires, está prevista la visita a nuestro país nada menos que del flamante Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo. El ex mandamás de la CIA estará participando de la “Segunda Conferencia Ministerial contra el terrorismo”, que se realizará en el Palacio San Martín el día 19 de julio. A modo de bienvenida rastrera, el gobierno cipayo de Macri, prepara contra reloj la sanción de un decreto que declare como organización terrorista a Hezbolláh, organización político-militar libanesa, vinculada a la Guardia Revolucionaria iraní. Cediendo y sobreactuando de modo vergonzante al lobby yanqui-sionista que necesita responsabilizar a Irán y a todos sus aliados como autores del atentado a la AMIA, el gobierno argentino se pone al servicio de una campaña de amenazas y agresiones que tiene por fin acorralar y doblegar a una nación soberana y un pueblo hermano como es el de Irán.
Leo Funes
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