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Vicentín: hay que expropiarlos
La mega empresa agroindustrial Vicentín SAIC, de capitales locales, es una de las principales cerealeras que operan en el país. La estafa que se está gestando, con la complicidad de la gestión saliente del Banco Nación, pone sobre la mesa el debate sobre la expropiación de los monopolios que se enriquecen a costa de los recursos del país, pero sin dejar un aporte al desarrollo nacional.
Vicentín es noticia en los medios de comunicación por una estafa gestada junto al gobierno de Macri, en la cual se le otorgó un préstamo desde el Banco Nación de $18.300 millones. Este préstamo fue en un principio rechazado por la gerencia del monopolio, ya que ponía en riesgo la solvencia del Banco Nación, excediendo sus límites de préstamo real. Pero la realidad es que el gobierno de Macri le dio el “visto bueno” a Javier González Fraga, ex presidente del Nación, poniéndose como siempre del lado de los intereses de las multinacionales, monopolios y bancos, y no de los trabajadores y del desarrollo nacional de la industria.
El préstamo otorgado por la entidad pública del Banco Nación (principal acreedor) y demás acreedores, que en un total asciende a u$s 1.300 millones, tuvo como consecuencia la declaración de “estrés financiero” por parte de Vicentín para reestructurar su deuda y poder salir beneficiado de la estafa, perjudicando a los trabajadores con la paralización de sus dos plantas de crushing y toda su operatoria comercial.
No obstante, lo que se juega realmente por abajo son los puestos de trabajo de más de miles de empleados directos e indirectos.
El actual gobierno, que de palabra dice estar preocupado por las fuentes de trabajo, en realidad en los hechos demuestra mantenerse lo más ajeno posible al conflicto y, por supuesto, ya dejó descartada la posibilidad de la estatización de la empresa bajo el argumento de que “sería un golpe a la confianza del país”, haciendo referencia a la confianza de capitales extranjeros, claro está. Un discurso que tranquilamente podría haber sido pronunciado por el gobierno saliente.
En este escenario, el gobierno se limita a ver con buenos ojos la posibilidad de que Vicentín cumpla sus obligaciones desprendiéndose de sus activos, aunque la familia Padoán pretende mantener la firma bajo su órbita, donde aparecen como principales candidatos a hacerse dueños de ésta: Bunge, Dreyfus, Cargill, Cofco, destacándose la suiza Glencore que en diciembre ya recibió 16,67% de los activos de Vicentín en la empresa Renova, donde anteriormente ambas poseían el 50% cada una.
Vicentín es una de las empresas de granos más grande de la Argentina, dueña también del frigorífico FRIAR, firma la cual en 2018 recibió un subsidio de $11 millones a través del el Programa de Recuperación Productiva (REPRO) del Ministerio de Trabajo, y con presencia en la industria láctea a través de ARSA (empresa que compró a SanCor durante el gobierno de Macri). Lo que da cuenta de su diversificación en las distintas ramas de producción.
En lo que atañe a granos, cereales y aceites, solamente 7 grandes empresas privadas dominan el 75% de las exportaciones: Cargill, EEUU (14%); Cofco, China (13%); ArcherDaniels, Midland, EEUU (11%); Bunge, EEUU (10%); Aceitera General Deheza, Argentina (9,5%) y Louis Dreyfus, Francia (8,5%). La penúltima es Vicentín, con el 9% de participación.
La consolidación de Vicentín como gran capital en la Argentina estuvo anexada a sus relaciones con la última dictadura militar, que la dejó con nuevas plantas en el sur de Santa Fe, en las localidades de Ricardone y San Lorenzo, además de un puerto propio para exportar.
En ese período entregó trabajadores que en la primera mitad de la década del 70 supieron organizarse por el sábado inglés, contra la jornada de 16 horas y despidos, simultáneamente combatieron la burocracia sindical y recuperaron el gremio a fines del 74. En el 76, señalados por la gerencia de recursos humanos de Vicentín, fueron desaparecidos al menos 22 trabajadores, entre ellos 14 delegados.
Nada nuevo hay en un Estado que negocia con monopolios y multinacionales para hacer sus propios negocios, a costa del pueblo.
Lo novedoso a resolver es la salida que se le debe dar a este conflicto, ya que es una posibilidad para estatizar la empresa y recuperar los recursos que todos los días se fugan por el río Paraná, para ponerlos al servicio del bienestar popular.
La deuda de Vicentín con el pueblo argentino no sólo es económica. Es también histórica, ya que el conglomerado actual se construyó sobre la sangre de trabajadores desaparecidos y asesinados en crímenes de lesa humanidad. Crimen por el cual aún no se ha hecho justicia. En este sentido Vicentín debería ser expropiada y entregada a control de los trabajadores y en beneficio del pueblo para comenzar a hacer justicia, ya que los que generan la producción y las ganancias de Vicentín son los trabajadores explotados a través de su fuerza de trabajo, generando la plusvalía, engrosando los beneficios ajenos a la clase trabajadora y el pueblo.
Sin sorpresas por papel del actual gobierno ante este conflicto, que al igual que el anterior no tiene intenciones de modificar la matriz productiva dependiente del país, la lucha de clases de Argentina demuestra que esta salida solo puede venir con el poder popular organizado y combativo en las calles, camino a la liberación del yugo imperialista.
Tomás Inoue
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