Gobierno, economía y números que no cierran

Martes, 9. Septiembre 2014
Gobierno, economía y  números que no cierran

El disparo del dólar representa la punta del iceberg del descalabro económico nacional, evidenciando un escenario ante el cual poco y nada han podido hacer las incursiones de los gendarmes a las cuevas a fin de evitar las operaciones ilegales. Al contrario, la presencia de los subordinados de Berni no ha hecho más que poner de manifiesto la desesperación del gobierno ante la imparable brecha cambiaria entre el dólar oficial y el dólar paralelo, la cual se aproxima al 70%, abonando la hipótesis de quienes auguran una nueva e inminente devaluación del peso.

La respuesta al por qué de la disparada del dólar subyace en el creciente déficit fiscal, la emisión monetaria para cubrir el mismo, la recesión instalada en las principales ramas industriales, la falta de inversiones y préstamos externos agravada por el conflicto con los fondos buitres
Para colmo de males, el semestre que se extiende de septiembre a marzo es el de las vacas flacas, ya que durante el mismo se estanca el ingreso de divisas generado por las ventas de cereales, con lo cual los únicos recursos disponibles serán los derivados del superávit comercial (u$s 4.487 millones en los primeros siete meses del año) y las reservas del Banco Central (u$s 28.000 millones). Montos con los cuales la Argentina deberá afrontar vencimientos por u$s 15.000 millones sólo de deuda externa en los 16 meses que restan hasta la finalización del mandato de Cristina Fernández, significando casi 1.000 millones de dólares por mes.
Lo interesante de la ecuación será, sin embargo, el saldo que dejará el kirchnerismo. Por un lado, un salvavidas de plomo surgido del “swap” con China, es decir, del acuerdo de intercambio por el cual el país asiático entregaría u$s 11.000 millones (en yuanes, la moneda china) para reforzar las reservas, y que Argentina deberá reembolsar en tres años a una tasa del 6% anual, significando más endeudamiento. Por otra parte, el perfil de las exportaciones con mayores ventas, de las cuales depende el futuro del país: porotos de soja a China, biodiesel hacia el Reino Unido y Gibraltar, oro para uso no monetario a Canadá y Suiza, minerales de cobre y concentrados hacia India, y malta sin tostar y harina de trigo a Brasil; es decir, productos primarios de escaso valor agregado, desnudando el falso “éxito neodesarrollista” de estos años.
Así, acorralada por la suba de los costos internos, caída del consumo, imposibilidad de importar insumos y falta de financiamiento, la actividad industrial ya evidencia un fuerte agotamiento. Los pronósticos indican que este año la caída oscilará entre un 3,7% y 4,6% respecto de 2013.
Según la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), la actividad industrial se encuentra en recesión desde hace 14 meses, lo que la convierte en la tercera entre las recesiones más extensas desde 1980. Por su parte, el índice industrial de la consultora empresaria Orlando Ferreres y Asociados marca una baja del 3,2% de la actividad entre enero y julio respecto de 2013.
La caída se prevé generalizada. Aunque resultará más crítica en el sector automotriz, la “locomotora” de la industria, donde rondará el 22,6% al cabo del año. Lo que en cifras concretas significa que en todo este año se producirán sólo 612.000 unidades, dado por el ajuste de la demanda interna y la caída de las exportaciones a Brasil y otros mercados.
Tampoco se salvarán los textiles donde, en promedio, el nivel de ventas cayó un 20% en agosto (lo que impactó entre 12 y 15% en la producción), y los minerales no metálicos vinculados a la construcción, destacando en primer término la caída en el consumo de cemento que, según la Cámara de la Construcción (CAC), acumuló hasta agosto una merma del 4,6%.
En igual sentido, el Instituto de Estadísticas y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric), señaló que el número de empresas en actividad se redujo de 22.056 a 19.079 entre junio de 2013 e igual mes de este año.
Por su parte, en la siderurgia, los laminados en frío mostraron una merma del 5,3% a raíz de una caída en la demanda, particularmente en la actividad automotriz y de la construcción. Según proyecciones de abeceb.com, se espera que en los próximos meses la siderurgia acuse un impacto mayor, con lo que cerraría el año con un crecimiento menor de la producción de acero y la producción de terminados.
La misma consultora indica que en los primeros cinco meses del año las exportaciones industriales sumaron U$S 7.655 millones, 14,2% menos que en el mismo período de 2013, tratándose del peor desempeño dentro de los países de la región.
Para la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), la caída de las exportaciones industriales se explica, en parte, por la menor demanda de Brasil, pero principalmente por factores internos, entre los que menciona “el alza de los costos de producción, la escasez y el encarecimiento del crédito, la baja tasa de inversión en los últimos años que hace perder productividad a la economía, fuertes regulaciones que afectan a la producción y al comercio, la restricción de acceso a insumos importados para la producción, la alta presión tributaria y los problemas para acceder a servicios necesarios para la exportación, incluida la infraestructura”. Lo que traducido significa una fuerte presión devaluacionista de las empresas exportadoras a fin de abaratar salarios a valor dólar.
Más allá de estas dificultades -de puertas adentro-, el resto de la región muestra síntomas de enfriamiento complicando aún más el escenario argentino, principalmente por el destino de nuestras exportaciones. Así, la participación de los productos “made in Argentina” en el total de importaciones de Brasil cayó de 13% en 2000 a 6% en el presente. En lo que va del año el país vecino ha importado un 9% menos de automóviles, pero un 20% menos de origen argentino.
Pero no sólo la cantidad de productos exportados se redujo. También lo hizo la diversidad de bienes exportables. Según abeceb.com “mientras que en los primeros cinco meses de 2013 se exportaron 4.051 productos, en igual período de 2014 se exportaron 3.795.” Es decir, el sector fabril tiene 256 bienes exportables menos que un año atrás.
Por su parte, en el mercado interno, las cosas no vienen resultando diferentes. Pese a la recesión y la caída del consumo, el precio de los productos sigue aumentando dada la inflación generada por la imparable emisión monetaria, desafiando de esta manera la lógica de la oferta y la demanda.
Sin embargo, lo más dramático ha sido la caída del empleo. Entre diciembre de 2013 y marzo de este año, según cifras del Banco Central, cayó el número de empresas registradas que abonan sueldos al personal por cajas de ahorro, pasando de 160.083 a 154.493, al tiempo que dejaron de existir 311.746 cuentas sueldos, con lo que se pasó de 8.029.168 cuentas a las 7.771.422.
Los bancos que más sintieron el impacto fueron los privados -83% del total de cuentas-, entidades donde, en general, se depositan los haberes de los trabajadores de las empresas privadas.
Este escenario de devaluación, inflación y desempleo pone de un lado a las necesidades e intereses de los trabajadores y demás sectores populares y, del otro, a los del gran capital presionando para que la crisis la paguen los de abajo. En el mismo, el gobierno no resulta neutral. El cuento de los fondos buitres, por caso, a quienes Cristina tiene por socios en el Banco Hipotecario e YPF, muestra no sólo la hipocresía del discurso oficial, sino la comunidad de intereses, la cual salta a la vista cuando se observa la colosal fortuna amasada por los políticos de punta y su vinculación con las principales empresas monopólicas, como Chevron, Monsanto, AGD, Bugliotti, ARCOR, etc., siendo ésta la razón por la cual los funcionarios y la oposición cómplice caminan por la cornisa en dirección a las elecciones del 2015, conscientes de que cualquier paso en falso puede derivar en un “impensable” estallido social.
Jorge Díaz

Publicado en: 
Miércoles, Septiembre 24, 2014 - 17:30

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