Un mayo que llega con luchas

Sábado, 16. Mayo 2015

Arrancó el mes y la preocupación oficial por controlar la situación en los últimos meses de gestión no encuentra terreno firme. Más bien, es la propia fragilidad e hibridez de las fuerzas políticas de oposición enfrascadas en la campaña electoral, lo que le permite al gobierno estirar las condiciones y envalentonar su discurso sin haber resuelto ningún problema central de la crisis económica en curso.

La precaria estabilidad de algunas variables, ya sea en el nivel de reservas, en la cotización del dólar o en la ubicación de bonos internos, hace difícil recomponer la credibilidad y evitar que se acrecienten las luchas en lo que resta del año. Persiste la recesión con caída de la actividad industrial por 19 meses consecutivos; la inflación no baja del 2% mensual e incrementa los precios y el costo de vida; la inversión está en caída libre (17% del PBI), casi al mismo nivel de 2004; el déficit en el comercio de manufacturas industriales alcanzó U$S 54.000 millones en los dos últimos años, desmintiendo al supuesto modelo con matriz diversificada y sustitución de importaciones; hay pérdida de puestos de trabajo y aumento en los niveles de pobreza, ya por encima del 30% de la población. Es decir, es una situación de crisis general que el gobierno pretende disimular valiéndose del endeudamiento externo con tasas de usura e imprimiendo cada vez más billetes con tal de sostener el consumo interno. Todo vale en función de llegar sin alteraciones ni puebladas al término de mandato.

No son iguales pero todos van por lo mismo

Quienes se postulan para la sucesión, ya sea el probable candidato oficial Daniel Scioli o quienes lo hacen desde la oposición, sean Macri o Massa, giran todos bajo la orientación de sincerar las variables de un capitalismo monopólico que ya no puede seguir lucrando sin ir más a fondo en las políticas de ajuste. En todo caso las diferencias entre ellos son secundarias y afloran al momento de la aplicación de esa idea, ya porque se inclinan por un gradualismo elaborado o por medidas abruptas desde el vamos. Allí aparecen los debates de campaña, entre continuidad con cambio del FPV, el voto por el cambio del PRO o el camino medio del Frente Renovador. Son todas promesas generales con hombres y recetas ya conocidos, que expresan los intereses de los grandes grupos económicos, para dirimir en el plano político quién asume el manejo y control del aparato del estado. Pero ninguno se plantea recomponer el salario real con trabajo genuino, priorizar la salud y educación populares, poner los recursos naturales y estratégicos al servicio del país, remover las estructuras de la dependencia, liquidar el capital usurario o estatizar el comercio exterior. Allí está la trampa electoral, en la búsqueda del consenso para poder aplicar a través del voto y el engaño, políticas empresarias que son resistidas y contrarias a los intereses populares.

El anticipo de las primarias

Bajo estas condiciones los apuros por cerrar alianzas y acomodar discursos, candidatos y encuestas. Las primeras PASO realizadas en Salta, Mendoza, Santa Fe y Capital, despiertan un efímero entusiasmo pese al esfuerzo mediático y a la presión para polarizar la campaña. El sentido inicial de los resultados tiende a favorecer a la derecha en la oposición pero no logra alterar en uno ni en otro sentido, dada la convicción general de que gane quien gane todos los cañones apuntan a que la crisis la paguen los trabajadores y el pueblo. El nivel de participación no rompe el promedio y en ese plano el voto bronca también se perfila como un importante dato de la realidad política.
Como nunca antes habrá posibilidad de votar, puesto que en algunas provincias entre primarias municipales, provinciales o nacionales, y luego elecciones definitivas, se votarán entre 5, 6 o 7 veces hasta que se produzca la renovación presidencial. Más que un síntoma de democracia, ello habla de la fragilidad y laxitud institucional, en la medida que permiten acomodar fechas colectoras o desenganches de listas de acuerdo a las conveniencias oficiales, con algunos ejemplos cuasi patriarcales ya existentes de reelección indefinida como en Formosa, Santa Cruz y Catamarca.

El anticipo de las
demandas

Como preludio del marco “institucional”, mayo llega con luchas. Lejos de un camino llano, lo que viene es el incremento de la protesta social. La realidad se impone por sobre la agenda y los tiempos institucionales. Demasiadas cuentas pendientes y necesidades sin resolver. Así lo expresaron los trabajadores con el paro contundente del 31 de marzo. Poco después, el reclamo puntual de los docentes de Tigre por demoras en el cobro, con paro y cortes en Panamericana, que recogió inmediata solidaridad de los educadores de la provincia de Buenos Aires, advertía de la inmensa brecha para pelear por la recomposición salarial durante todo el año. El mismo reclamo que los trabajadores de la salud en el Conurbano y otros lugares del interior, fundamentalmente los del Hospital Posadas, jugados contra la precarización laboral. En otro plano pero aún de mayor indignación, la muerte de dos chicos en el incendio de un taller clandestino con trabajo esclavo en plena Capital, donde hace pocos días se ratificó en elecciones primarias la conducción de la misma. Entre estos y los niños que mueren por desnutrición en el norte del país no hay diferencias. Todo en el mismo combo de un régimen que pretende oxigenarse en la compulsa de una democracia trucha.
Si el gobierno creyó desmontar la conflictividad apelando a los servicios de la burocracia adicta de los sindicatos estatales en el inicio del ciclo escolar, y luego a los favores de la CGT Balcarce para facilitar un paréntesis de normalidad institucional, todas las derivaciones posteriores a la decisión de fijar un techo salarial a las paritarias han precipitado una bronca superior y afirman un escenario de reclamos y luchas mayores en todo el país.
No se trata solo de lograr un porcentaje de aumento igual o mayor al 30% a efectos de no perder ante la inflación, sino de poner límites a la política de restricción salarial actual y anticipar a su vez el rol protagónico de los trabajadores ante el ajuste del próximo gobierno electo. O se instala un proyecto de país que habilite un nuevo ciclo de recomposición del capital como pretenden oficialismo y oposición, o se abre curso a un nuevo auge de luchas que potencie las posibilidades de avanzar en la construcción de un proyecto distinto que gire alrededor de la clase obrera y la unidad popular. Eso es lo que está en juego en esta disputa. No se trata de otorgar legitimidad a la burocracia; por el contrario, el dato significativo lo constituye el sentimiento de la base trabajadora que aprieta, lucha y condiciona, más allá de la conducta traidora de los Cavalieri, Martínez o Caló, que hoy acompañan al sciolismo pero tampoco pierden la oportunidad de negociar con el que gane. La cuestión salarial es concreta y dispar, como lo demuestra el aumento de 32% reclamado por los obreros metalúrgicos que ubicaría el salario inicial de bolsillo en un miserable $7700, cuando por otro lado los obreros aceiteros reclaman también, con paros y movilización, un 43% para nivelar con el costo de la canasta general completa determinada en $14000.

El 1° de mayo y la izquierda

Esos mismos reclamos y denuncias sobre la condición social y material de los trabajadores luego de 12 años de modelo extractivista y monopólico del kirchnerismo, de profundización de la dependencia, fueron expuestos en múltiples plazas del país este 1° de Mayo. La izquierda y el combativismo surgen como expresión de la recuperación gremial en curso y la independencia de clase, ante la ausencia de la burocracia sindical peronista que desde hace muchos años festeja en sus predios bajo la comodidad y al amparo del gran capital.
Que no se hayan concretado en una sola Plaza desbordante, clasista y unitaria, fue directa responsabilidad del FIT y el oportunismo electoral vigente, que han decidido transformar lo que históricamente fueron tribunas y programas de lucha proletarias en bases para el lanzamiento de sus candidaturas. El reclamo que se expresa diariamente en calles, fábricas y barrios, protagonizado mayormente por la rebeldía de un nuevo y joven activismo trasciende la reivindicación concreta. Pretender encauzarlo para que se termine asfixiando en el resultado de las urnas, más que ayudar a romper sus cadenas, contribuye al cierre del auge popular abierto en 2001 y buscaa reemplazar el escenario de lucha de calles por las cómodas butacas de un Parlamento creado por la burguesía para mantener el poder.
Justamente allí, en esa “cueva de la democracia”, es donde mueren todas “las buenas intenciones”. En definitiva lo que está en juego, más allá del exagerado democratismo reformista, es la lucha por el poder, y en función de ello no se debe perder de vista que la unidad popular y los principios de la década del 70 son la razón de ser de la izquierda revolucionaria para conquistar la liberación y para la construcción del socialismo.
De allí que la táctica electoral del Partido vaya por el voto bronca (en blanco, nulo o no voto), porque frente al ajuste de los candidatos que pretenden gobernar, hay que mantener y profundizar el auge en las perspectivas de las puebladas, porque es la única posibilidad cierta de que la crisis no la vuelvan a pagar los de abajo. De allí también los pasos dados para la conformación de un Frente por el Voto Bronca, junto a otras fuerzas políticas y sociales, en las perspectivas de una unidad política superior que mantenga firme las brasas encendidas de los cordobazos y del 2001.
Venimos de conmemorar 50 Años de la fundación de Vanguardia Comunista, hoy PRML, y todos los esfuerzos realizados para mantener las banderas frente a tantos compañeros y revolucionarios desaparecidos, tienen continuidad bajo otro contexto y con nuevos protagonistas, pero siempre en el compromiso de resolver la misma contradicción de aquellos tiempos.
Tirar abajo el capital monopólico, establecer un nuevo régimen de democracia popular y avanzar al socialismo.

Andres Zamponi

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Sábado, Mayo 16, 2015 - 00:00

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