Son camino que empieza y que nos llama
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El llamado a concurrir a los comicios electorales para ver qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo despierta en sectores de la izquierda argentina la táctica de subordinar todo proceso político en marcha y toda estructura (partidaria o de masas) a la mera consecución de representantes parlamentarios.
La meta parece consistir en la consolidación de una “oposición” a nivel parlamentario de izquierda.
La idea que proponemos discutir es si en este momento determinado del desarrollo histórico de la lucha de clases en nuestro país el llamamiento generalizado a concurrir a las urnas a las masas trabajadoras y explotadas con la consigna de desarrollar y fortalecer una “oposición” parlamentaria de izquierda, constituye la táctica más acertada del momento.
En sus Cartas sobre táctica, Lenin nos plantea que: “El marxismo exige de nosotros el análisis más exacto, objetivamente comprobable, de la correlación de las clases y de las peculiaridades concretas de cada momento histórico. ” (…) ¿Cuáles son los hechos objetivos, establecidos con exactitud, que deben servir hoy de guía al partido del proletariado revolucionario para determinar las tareas y las formas de su actuación?”1
Las posibilidades legales de la utilización del parlamentarismo por parte de un partido revolucionario están dictadas por cuestiones de táctica y estrategia política. Pero los comunistas bien sabemos que una determinada táctica para un momento particular de la lucha se deriva de una concepción estratégica de la etapa que se aplica a un período determinado. Es decir, una diferencia táctica remite, en general, a una diferencia estratégica o de caracterización de etapa.
Debemos aclarar de entrada los términos: El concepto de estrategia se vincula el concepto de etapa: “La estrategia consiste en determinar la dirección del golpe principal del proletariado y en regular, en consecuencia, la disposición de las fuerzas revolucionarias en el curso de una etapa dada de la revolución”.2 A su vez, la táctica “consiste en determinar la línea de conducta del proletariado durante un período corto del ascenso o del reflujo, aumento o depresión del movimiento revolucionario. Tiene por objeto las consignas, formas de lucha y organización del proletariado que unifica o reemplaza unas por otras según la situación. En una etapa dada de la revolución, la táctica varía en función del ascenso o del reflujo del movimiento”.
El problema táctico consiste en colocar en primer plano las formas de lucha y de organización que, correspondiendo mejor con el estado de movimiento, permitan aglutinar en torno al partido y su programa estratégico al amplio movimiento de masas.
Veamos una aplicación concreta en la siguiente frase de Lenin: “Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales, sino también en las repúblicas más democráticas”.3 Aquí encontramos una definición estratégica acerca del parlamentarismo que no debemos confundir con la decisión táctica de participar o no en las elecciones. La táctica de la participación o no va a estar determinada por el análisis de la correlación de fuerza de las clases, que podemos descomponer en tres factores: situación de las clases dominantes, condiciones materiales de la vida de las masas y el estado de conciencia y disposición a la lucha de las mismas.
Las decisiones tácticas del partido revolucionario deben estar fuertemente ligadas al estado de ánimo de las masas, se debe proponer estimular la capacidad de combate y la formación de cuadros y dirigentes combativos que encarnen las consignas tácticas del momento.
El problema no consiste en utilizar las formas parlamentarias de lucha, sino en utilizarlas para fortalecer la estructura del mismo parlamentarismo democrático-burgués. El fin de las bancas en el parlamento debe ser el aumento de la ligazón entre la teoría revolucionaria y las masas, la denuncia y la exposición a los sectores más atrasados la necesidad de la superación de la democracia parlamentarista burguesa por la democracia popular y la propaganda más encarnizada del programa revolucionario.
Que la premisa que justifique la táctica de participación en las elecciones parlamentarias sea la perspectiva de que el partido revolucionario de la clase trabajadora juegue el papel de oposición parlamentaria es la conclusión no sólo de haber soslayado el carácter de clase de la democracia burguesa sino el resultado de haberlo considerado como lo único posible, lo único realizable por el movimiento de masas dentro de la etapa o el período determinado.
Nuestro partido ha trazado su rumbo estratégico en debate con las vertientes socialdemócratas, revisionistas y pacifistas de sello trotskista que creen poder producir cambios y transformaciones de fondo con las propias armas de la burguesía: vía electoral y parlamentarismo. En cuanto a la táctica parlamentaria ésta puede ser revolucionaria o reformista de acuerdo estimule el ascenso revolucionario de las masas o lo contenga en meras esperanzas legales y jurídicas enmarcadas dentro de la institucionalidad democrático-burguesa. En este sentido resultan esclarecedor el siguiente fragmento del camarada Stalin: “Lo que importa, indudablemente, no son las reformas, los pactos, acuerdos, sino el uso que se hace de ellos. Para el reformista, la reforma es todo; en cuanto al trabajo revolucionario, sólo existe por la forma. Por eso, con la táctica reformista en el régimen burgués, toda reforma tiende a consolidar ese régimen, a matar a la revolución. (…) Con la táctica revolucionaria bajo el poder de la burguesía, toda reforma tiende inevitablemente a descomponer ese poder, a consolidar la revolución, a servir de punto de apoyo al desarrollo del movimiento revolucionario. El revolucionario aceptará una reforma para ligar la acción legal con la acción ilegal, disimular el reforzamiento del trabajo clandestino, educar a las masas y preparar el abatimiento de la burguesía”.4
Roberto Craviotto
NOTAS
1. Lenin, V. I., Cartas sobre táctica
2. Stalin, J. V., Fundamentos del leninismo.
3. Lenin, V. I., El Estado y la revolución.
4. Stalin, J. V., Fundamentos del leninismo.
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