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Para terminar con el ajuste, Milei se tiene que ir
Un león con los más débiles
Con la pobreza en el 52% según el último informe de la UCA, la situación de las masas populares está cada vez peor. El gobierno de Milei se jacta de estar controlando la inflación, pero los ingresos rinden cada vez menos. Hay subas todos los meses, como en telecomunicaciones, en combustibles y el aumento sideral de los servicios públicos. Ahora se viene un nuevo zarpazo al transporte, con el aumento del 40% en trenes y la quita del subsidio a la red sube, mientras los trabajadores del Amba están en vilo por el traspaso de los colectivos a Capital y Provincia, que más temprano que tarde redundará en boletos más caros.
El gobierno está decidido a planchar los ingresos populares. La paritaria estatal que planteó un aumento del 3% para lo que queda del año -aprobada con la escandalosa complicidad de UPCN- pretende ser caso testigo para las discusiones en el sector privado, en un contexto de crecientes despidos y suspensiones fruto de la recesión.
Es en este marco en el que, el mismo gobierno que viene retaceando los alimentos a los comedores, vetó la ley de movilidad jubilatoria que aprobó el Congreso. Lo hace en el nombre del equilibrio fiscal. Miente: la política tributaria de los libertarios demuestra que su intención es transferir recursos a los sectores más concentrados. Por el mismo precio, recorta los descuentos en medicamentos, que vienen subiendo escandalosamente. Con este mar de fondo reprimió las dos movilizaciones convocadas por organizaciones de jubilados, con funcionarios nacionales, de Bullrich a Francos, felicitándose por la “aplicación del protocolo”. La denuncia de esta brutalidad no debe opacar el apoyo que recibió la protesta de los jubilados, quienes a su vez no se dejaron amedrentar por los uniformados, enfrentando la represión con los medios a su alcance.
Con amigos así…
El presidente que hambrea a trabajadores, jubilados y a los más pobres, se deshace en elogios frente a grandes empresarios que evitan pagar impuestos en el país, como Marcos Galperin. En un acto en donde el dueño de Mercado Libre anunció la ampliación de su galpón logístico en el Mercado Central, Galperin le devolvió los cumplidos a Milei, alabando su “cruzada por la libertad” -de mercado, por supuesto-. Sin embargo, fueron más piropos que pruebas de amor concretas. La inversión del empresario será de 75 millones de dólares, muy por debajo de los 4.000 y los 2.450 millones en la misma moneda que pondrá en Brasil y México respectivamente, gobernados por los “comunistas” Lula y López Obrador.
Es que los negocios son una ideología en sí misma. Para más ejemplos de esto, se puede ver la conducta del grupo Techint, que no solo defiende al gobierno sino que tiene funcionarios en su gestión. El grupo de Paolo Rocca invertirá en México USD 4.000 millones para ampliar la capacidad de la siderúrgica Ternium. En cambio, para justificar la demora en las inversiones de Tenaris en Vaca Muerta, el mismo Rocca dijo que “probablemente fuimos demasiado optimistas” respecto del plan económico de Milei. De nuevo, más elogios que platita.
Así es este león libertario: feroz con los más humildes, pusilánime con los poderosos. Y así es esta gran burguesía local: va a acompañar al gobierno hasta la puerta del cementerio, pero lo va a dejar que entre solo. Nada que no haya hecho antes.
La rosca por arriba
La oposición colaboracionista que le aprobó al gobierno la Ley Bases ahora se pone en valor, y el oficialismo sufre un revés atrás del otro en el Congreso. Además de las dudas que siembra el plan de la gestión libertaria, seguramente también apuntala esta conducta la atención que ponen varios gobernadores, más o menos aliados al gobierno, frente a las declaraciones del ministro Sturzenegger respecto de que “la obra pública no vuelve más”.
La aprobación de la movilidad jubilatoria obligó al gobierno a exponerse, al tener que salir a anunciar un veto por demás antipático. Otro tanto puede decirse de la ley de financiamiento universitario que se tratará en sesiones venideras. Son temas en los que su base electoral no lo acompaña, además de que empujan a la pelea callejera a distintos sectores.
Una derrota resonante fue el rechazo en Diputados al decreto que financia a la Side, que descuentan que se replicaría en el Senado. La friolera de $100.000 millones es bastante estrafalaria para un contexto en que se supone que “no hay plata”. Por supuesto que en este punto el gobierno también hace gala de su hipocresía. Por un decreto de julio, el presidente otorgó $2 billones a los ministerios de Seguridad y de Defensa, duplicando así sus presupuestos. De ese monto, Patricia Bullrich usó USD 12 millones para comprar armas y patrulleros sin licitación.
Más allá de los montos, lo importante es para qué se usa la inteligencia del Estado. Por más que el lobby pro israelí bate el parche del “terrorismo”, el destino de esos recursos es el espionaje, el hostigamiento y la persecución de los opositores, en especial de las organizaciones populares. En un contexto de ajuste brutal, además de la celeridad en causas contra organizaciones piqueteras, el gobierno financia con fondos estatales a un ejército de tuiteros e influencers que no perdona ni las críticas moderadas del conservadurismo más razonable: como ejemplo, ahí están los ataques a periodistas como Morales Solá o Longobardi. El caos en las filas libertarias es de tal magnitud que los lleva a atacar a los cuatro vientos, enredados en su propio chamuyo “anticasta”.
No es para menos. El gobierno se cansa de anunciar sus éxitos, pero lejos de consolidar a su tropa, se le desfleca cada vez más. La diputada Arrieta se fue del espacio luego del escándalo por la visita a Astiz y demás genocidas. El senador Paoltroni fue expulsado del bloque por su oposición a la designación de Lijo y peleado con el “monje negro” Santiago Caputo. Todo en el marco de la interna cada vez más expuesta entre Milei y Villarroel: la vice viene coqueteando tanto con macristas como con peronistas.
El oficialismo corre con la ventaja de que en la oposición no aparecen referentes claros, pero todo el mundo hace cálculos y saca cuentas de cara a las legislativas del año que viene, en la expectativa de que el gobierno llegue con un desgaste muy pronunciado. Pero para eso falta una eternidad.
Darle cauce a la intervención popular
Las condiciones de vida de las masas son cada vez menos soportables. Las internas por arriba son el reflejo político de las contradicciones en el seno de las clases dominantes, ya que no todos los sectores ganaron por igual; y a su vez, los principales beneficiarios ponen sus reparos. Milei gobierna sobre la base de hacer daño, y si bien aún conserva apoyo de masas, la tendencia va en dirección a que lo vaya perdiendo. El escenario de una reactivación económica con estabilidad que consolide su gobierno es cada vez menos realista.
En este marco, lo central de la pelea política se está desarrollando en el Congreso. Siempre hay que ponderar que los reveses que allí sufra el gobierno deben ser aprovechados. Pero ese no puede ser el escenario principal si queremos derrotar este ajuste y abrir un nuevo curso en favor de las mayorías.
Hay que darle cauce a la intervención de los de abajo. La bronca está, pero dispersa. La magnitud de los ataques, tanto económicos como represivos, hace que sea difícil canalizarla en la calle: ese es el desafío. Se trata de una tarea difícil, pero la tendencia va en esa dirección. Así como en el primer semestre el reclamo de las universidades concentró el descontento con el gobierno, hoy la pelea de los jubilados hace confluir a quienes están dispuestos a movilizarse contra el plan de Milei. Tras dos represiones, la siguiente movilización contará con el apoyo del moyanismo, las CTA, la UTEP y el combativismo que estuvo presente desde el principio.
Se trata de una confluencia que hay que promover, y a la vez hay que luchar por dirigir. No alcanza con denunciar al gobierno. Hay que derrotar su plan de ajuste, planteando que Milei se tiene que ir. Esta es lo discusión que debemos entablar en las asambleas, las reuniones, las multisectoriales y demás espacios de deliberación popular, avanzando hacia la preparación del paro activo que ponga a los trabajadores al frente de la pelea popular.
Agustín Damaso
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