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Netanyahu, criminal de guerra
El fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, solicitó días pasados la detención de líderes del movimiento palestino Hamas y del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, además de su ministro de Defensa Yoav Gallat. A todos ellos la fiscalía los acusa de crímenes de guerra.
La acusación contra tres jefes de Hamas no llama la atención, ya que la gran mayoría de los países occidentales condena a dicho movimiento como una organización terrorista. La propaganda pro israelí hace campaña con las bajas civiles que resultaron de la última acción de Hamas, para reforzar dicha idea y justificar su intervención militar tanto en Gaza como en Cisjordania.
Pero la acusación sobre los funcionarios israelíes es más llamativa. Para Khan, Netanyahu y Gallant son “responsables a nivel penal” de crímenes como uso del hambre como método de guerra; trato cruel, sufrimiento intencionado y daños graves a la integridad física; asesinato intencionado y ataques contra la población civil. El fiscal incluye tres crímenes de lesa humanidad: exterminio y asesinato en el contexto de muertes causadas por hambre y otros actos inhumanos. Por supuesto que la acusación es justa, pero es la primera vez que una institución de occidente llama por su nombre a lo que Israel hace con la población palestina.
Seguramente esto no tenga efectos jurídicos prácticos. Israel no es signatario del Estatuto de Roma que creó la CPI, por lo que no tiene jurisdicción sobre su territorio. Cuanto mucho, Netanyahu y Gallant se verían limitados para salir de Israel. Además, todavía falta que las órdenes de detención sean ratificadas en la etapa de instrucción. Pero no deja de ser un señalamiento de alto valor político, en un contexto en donde los propios aliados de Israel, en Europa y EEUU, señalan con preocupación la brutalidad de las incursiones sionistas contra el pueblo palestino. En esos países crecen las protestas contra Israel, con un pico muy alto en universidades norteamericanas en donde los estudiantes fueron desalojados por la policía. Este pedido cae también en un momento en que la crisis dentro del propio Israel se agudiza, profundizándose la división entre quienes insisten en destruir a Hamas, argumentando una represalia por los secuestros de civiles, y entre los que señalan a la intransigencia del actual gobierno como el principal responsable de la actual situación.
Con todos estos elementos, no dejan de resonar las palabras de Sami Abu Zuhri, vocero de Hamas que planteó que el pedido de detención de sus líderes "equipara a la víctima con el verdugo". Tiene razón. La violencia del oprimido es la respuesta a la violencia infinitamente más grande del opresor. Los trabajadores y los pueblos del mundo deben expresar su solidaridad con la causa palestina, denunciando el accionar criminal del estado terrorista de Israel y acompañando al heroico pueblo palestino en la larga marcha hacia su Liberación.
Jorge Burgos
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