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Impacto de los incendios de norte a sur

Desde diciembre del año pasado y hasta mediados de febrero los incendios produjeron situaciones dramáticas en varias provincias argentinas.
Así ocurrió en El Bolsón y Mallín Ahogado en Río Negro, Epuyen en Chubut, en los parques nacionales Nahuel Huapi y Lanin, también en Corrientes y Entre Ríos. Del sur al noreste el fuego arrasó bosques nativos, animales, propiedades, cultivos, viviendas y hasta provocó la muerte de personas que vivían en esos lugares. El fuego desató el conflicto, también generó reacción social para combatirlo y colaborar con los brigadistas
En la Patagonia más de 45 mil hectáreas de bosques fueron quemadas. Ocho puntos diferentes de la cordillera andina, incluyendo las áreas naturales protegidas, fueron atravesados por las llamas. En Corrientes entre 94 mil y 100 mil fueron las hectáreas afectadas
En localidades como San Luis del Palmar, Riachuelo, Curuzú Cuatiá, Alvear, Santo Tomé, Mocoretá entre otras tantas a lo largo y ancho de la provincia de Corrientes sufrieron incendios que no fueron fáciles de controlar. Un territorio que alberga niveles altos en producción ganadera, arrocera, cítricos y té, que a su vez tiene cerca de 500 mil hectáreas de plantaciones forestales. Al 8 de febrero según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria informaban que la mitad de las áreas quemadas eran pastizales y un 11 por ciento bosques nativos, más precisamente espinillares de monte bajo
En la comarca andina Ángel Reyes, un vecino de 84 años con discapacidad auditiva fue encontrado sin vida como resultado de inhalación de humo. Luego en Corrientes fallece la maestra rural Cindia Alejandra Mendoza al quedar atrapada en las llamas
La crisis climática es un factor de incidencia determinante, pero lo acontecido alcanza planos de una catástrofe por el desentendimiento del gobierno nacional que pregona un negacionismo ambiental que se traduce en el desfinanciamiento del Servicio Nacional del Manejo del Fuego. Pese a contar con varias fuentes de financiamiento, como ser un fideicomiso y transferencias de la Superintendencia de Seguros, el presupuesto para la prevención y el combate de los incendios viene siendo subejecutado. Aunque se registran focos ígneos desde fines de diciembre del año pasado, más precisamente en el Parque Nacional Nahuel Huapi, recién en la primera semana de febrero se destinaron 75,2 millones de pesos de un presupuesto prorrogado de 33.342 millones de pesos. En 2024 el nivel de ejecución fue del 26,4 con incendios importantes como en el Parque Nacional Los Alerces y los bosques nativos en Córdoba. Estos datos son consignados en el informe de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales
La falta de presupuesto se notó por todos lados. En los contratos laborales de los brigadistas, que no cuentan con estabilidad, en lo destinado por parte de los gobiernos provinciales para apagar el fuego, en la escasez de aviones hidrantes
Dado el descontrol del fuego y atento a los costos sociales los gobernadores se ocuparon de correr la mirada sobre quien recaiga las responsabilidades. Así es que el gobernador de Chubut Ignacio Torres optó por ahondar en la criminalización y persecución del cual viene siendo blanco el pueblo mapuche. Y de esta manera retroalimentar los supuestos inventados por el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich que detrás de los incendios estaban los pueblos originarios. Enlazaron el fuego con el desalojo previo que realizaron fuerzas federales a la comunidad Pailako, que estaba asentada en jurisdicción del Parque Nacional Los Alerces, y posteriormente vuelven a detener a Facundo Jones Huala.
Por su parte el gobernador de Río Negro Alberto Weretilneck se las agarró con los vecinos de la comarca andina. Su policía detuvo a tres brigadistas voluntarios como parte de una causa que buscaba dar con los responsables de los incendios. Los pobladores movilizaron a la comisaría en el centro de El Bolsón para pedir su liberación y fueron reprimidos por grupos paraestatales, Empleados municipales que responden al intendente Bruno Pogliano, ex contador del magnate ingles Joe Lewis
En Neuquén los apuntados por el gobierno provincial fueron los mapuches de la comunidad Linares, que combatieron el fuego en la primera línea del más dañino de los incendios y el último en extinguirse como el ocurrido en la zona del valle Magdalena, Parque Nacional Lanin, a los pies de la cordillera. Fueron 22.131 hectáreas incineradas.
En Corrientes con el mapa provincial ganado por el fuego el gobierno de Gustavo Valdez no brindaba información oficial de la ubicación, la cantidad de hectáreas quemadas y las acciones para mitigar las llamas. Tras los reclamos empezaron a informar pero seguían sin comunicar la superficie afectada que es menor de lo acontecido en 2022 cuando se perdieron cerca de un millón de hectáreas.
Las condiciones de calor intenso y fuertes vientos, falta de lluvias y sequedad en los suelos, agravado por forestación exótica provocaron una crisis del fuego que destruyó incalculables ecosistemas entre bosques, humedales, pastizales y fuentes de agua difícil de revertir.
Thomas Kitzberger, licenciado en biología, doctor en geografía e investigador en biodiversidad y medio ambiente, señala que las tormentas eléctricas son un elemento novedoso en la región. La atmósfera de la Patagonia se está tornando más inestable debido a un cambio de circulación. Hay más vientos del norte que vienen del océano atlántico cargados de humedad
Hernán Giardini, coordinador de la campaña de bosques de la organización Greenpeace cuenta que un rayo fue el origen de los incendios en el lago Los Manzanos, una zona de reserva estricta -es decir cerrada al ingreso de público- en el Parque Nacional Nahuel Huapi. La topografía del terreno, de muy difícil accesibilidad, los vientos cambiantes, la sequedad y el calor favorecieron la expansión y dos meses más tarde se han quemado 11.600 has. En el valle Magdalena, Parque Nacional Lanin el fuego destruyó araucarias milenarias, lengas, ñires y cañas colihues que tardarían 200 años en recuperarse
Productores ovinos del paraje Desemboque en Chubut daban cuenta en la prensa la incidencia en el descontrol del fuego de los bosques de pino implantado. Quienes estuvieron cara a cara con el fuego saben que a un árbol nativo -un ciprés, un maitén, un maqui- le cuesta agarrar el fuego, dando un tiempo más para contenerlo. El pino, si es alcanzado por una chispa, es un fósforo.
Las plantaciones forestales de pino en Corrientes también constituyen una amenaza no tanto en el origen de los incendios, ya que las industrias se ocupan de resguardar su capital e invierten en fenomenales sistemas de alertas de cuidado y prevención de incendios con torres de vigilancias y cuadrillas de guardia. Pero sí influye en la falta de humedad de los suelos. Uno de los impactos que se estudia es sobre la hidrología. Los pinos y los eucaliptos consumen cantidades enormes de agua, mucho más de la que consume la vegetación nativa, según lo estudiado consumen mucha más agua de la que llueve y a su vez impiden que un alto porcentaje de agua de lluvia llegue al suelo.
La situación se agrava si aumenta la superficie implantada ya que como todo monocultivo degrada el suelo e interfiere en la regeneración de ecosistemas autóctonos, en el caso de Corrientes pastizales y matorrales.
Los efectos del desastre ambiental son generalizados. Desde hace años adquieren mayores proporciones de daño. Según Kitzberger, quien junto a su equipo del CONICET han elaborado un modelo de lo que puede suceder con los incendios en los bosques andinos patagónicos estos aumentarían hasta dos o tres veces para el año 2050. No solo eso, también cobra mayor claridad que sobre este estado de cosas intereses empresarios ligados al agronegocio, la especulación inmobiliaria y el extractivismo forestal promueven los incendios para hacerse de territorios al punto de desalojar comunidades indígenas y pequeños productores, que representan un estorbo para sus planes.
Al margen de los ataques desde lo presupuestario y el discurso a las políticas de protección del medio ambiente, el gobierno nacional actúa tambaleante. Apenas iniciadas las llamas en el Nahuel Huapi a fines de diciembre decidió traspasar el Servicio Nacional de Manejo del Fuego desde la subsecretaría de ambiente a la órbita del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich. Forzó la renuncia de la funcionaria Ana Lamas en ambiente y creó una agencia federal para dar una respuesta supuestamente centralizada y más eficiente ante catástrofes naturales en todo el país. Al parecer algo consiente de la gravedad de los hechos y que estos pueden movilizar al conjunto de la sociedad a cuestionar las bases de su política
Las fuertes tormentas y diluvio con epicentro en Bahía Blanca, la ciudad en la que cayeron 300 mm en 12 horas, que provocó al menos diez muertos y donde el agua acumulada a su paso arruinó todo, da cuenta del contraste impresionante. En cuestión de días pasamos de secas prolongadas a grandes lluvias. Los desequilibrios se dan más regularmente, el gobierno no va poder ignorarlo.
La lucha por la defensa del medio ambiente contra la voracidad empresaria es parte del programa de defensa de los recursos naturales y estratégicos. Los bosques, los montes, las áreas protegidas, su flora y su fauna, no pueden ser bienes para la valorización del capital financiero, sino que deben ser pensados en función del desarrollo y del bienestar de nuestro pueblo.
Marcos Strada
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