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Franja Morada: en contra del pueblo jujeño
El movimiento estudiantil, como capa de la sociedad, no es compacto ni homogéneo socialmente. Está cruzado por la lucha de clases, y a través de la confrontación de los distintos programas políticos en pugna procesa su situación material en relación a sus condiciones de estudio, sus posibilidades de ejercer una futura profesión, o el uso que le dará al conocimiento que adquiere por el esfuerzo del conjunto social.
A nivel nacional, es importante el peso del radicalismo en las universidades nacionales, con presencia en la conducción de la FUA y varias de las principales federaciones y centros de estudiantes del país. Hablamos, claro, de la Franja Morada.
En relación a los hechos de Jujuy, la Franja Morada emitió un comunicado el pasado 20 de junio en el que comienza repudiando “la violencia”. Se trata de una serie de párrafos crípticos, que hablan de la violencia en el aire, es decir por fuera de los hechos políticos concretos. A tal punto llega el enredo, que luego de reivindicar “la defensa irrestricta a las instituciones y al pueblo” (?), en un pasaje mencionan en pie de igualdad “la represión por el mero hecho de reprimir” (!?) con la de bronca popular contra la Legislatura jujeña (“la irrupción violenta a un órgano legislativo para atentar contra la democracia”), a la que mencionan evocando la gran lucha contra la reforma jubilatoria del macrismo (“las 14 toneladas de piedras tiradas en 2017 a un gobierno democrático”).
La declaración de la Franja Morada es en realidad un apoyo vergonzante al gobierno de Morales, al que no reivindican abiertamente para no quedar pegados a la represión que desplegó, que lejos de haber sido “por el mero hecho de reprimir”, tuvo un claro contenido de clase. Pero el desmarque es en vano. Su condena a “la violencia” en general es en realidad un rechazo al ejercicio popular de la violencia de masas. No es de extrañar: el propio Morales reivindica su pasado militante en la Franja Morada.
La “defensa de la democracia” de la Franja Morada es una adulación a este régimen político al servicio de los monopolios en contra de las mayorías trabajadoras. Su condena a “la violencia” es un remedo de la funesta teoría de los dos demonios. Su posicionamiento, en definitiva, es en contra del pueblo trabajador que se moviliza, corta rutas y enfrenta a la policía en defensa de sus derechos. Una posición que se opone por el vértice a las organizaciones estudiantiles que expresan proyectos de los trabajadores y el pueblo, y por lo tanto participan activamente de sus luchas.
El movimiento estudiantil que tiene como norte el Cordobazo, hoy es parte de la gran lucha obrera y popular de Jujuy.
Ambar Denegri
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