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La ola de calor que azota al país dejó al desnudo la precariedad de las condiciones en las que se enseña y se estudia en la CABA.
El discurso de campaña de Rodríguez Larreta centrado en la importancia de la educación choca de lleno con el estado de las escuelas bajo su gobierno. Los problemas que hacen específicamente al calor, como la falta de ventilación adecuada o de ventiladores, o los techos de materiales que concentran calor, se enmarcan en fallas de mantenimiento muy serias. La Isaura Arancibia de San Telmo estuvo cerrada más de 10 días por un desborde cloacal. La escuela 16 de Balvanera fue evacuada la semana por un incendio, provocado la una explosión de un transformador.
En el marco de la disputa dentro del oficialismo porteño y de la interna de JxC, a Larreta lo corren por "tibio". Así las cosas, su ministra Acuña no piensa retroceder un paso en su cruzada por los 190 días de clase.
El calor extremo trajo los cortes de energía. Con los cortes de luz y de agua -sobre todo en la zona sur de la ciudad- varios directivos de escuelas decidieron suspender las clases, lo que provocó el apriete de las supervisiones alineadas con Acuña. Según cuentan docentes, a algunos rectores les dijeron que ante la falta de agua "había que llamar a los bomberos". No fue esto lo más insólito. Tras la aparición de alacranes en el Lengüitas, el ministerio de Educación programó dos desinfecciones en horario de clases sin suspender las actividades, es decir, con estudiantes y docentes dentro de las aulas. 190 días a capa y espada.
Las altas temperaturas generaron descompensaciones de grandes y chicos, principalmente en las escuelas de mayor precariedad edilicia. Fue el movimiento estudiantil el que primero activó frente a la situación: los centros de estudiantes de varios colegios realizaron asambleas para organizar sentadas y faltazos masivos.
La respuesta sindical
La situación generó una bronca muy grande dentro de la docencia, que ya viene golpeada con una paritaria por debajo de la inflación de estos meses. En las escuelas se suceden las asambleas, a veces impulsadas por delegados, otras veces autoconvocadas.
La respuesta de UTE estuvo muy por debajo de la situación. El gremio mayoritario convocó una reunión con familias, de la que salió un modelo de nota para presentarle a las autoridades escolares frente a condiciones adversas. Es decir, dejar a cada escuela a su propia iniciativa, para que cada docente se arregle con sus directivos. Por fuera de eso, hicieron una conferencia de prensa. Luego de haber rechazado la paritaria sin convocar a medida de fuerza -regalándole a la precandidata Acuña la foto del primer día de clase sin paro-, nuevamente la línea de denunciar pero sin acciones de lucha muestra ser inútil para enfrentar al gobierno porteño. El paro convocado por Ademys el martes 14 contó con una muy alta adhesión, a pesar de haber sido impulsado por solo ese sindicato.
La docencia tiene que salir a reclamar por inversiones en infraestructura que garanticen de verdad, sin chamuyos, el derecho a la educación. Se plantea a su vez un debate más profundo, que hoy toca a la educación pero es mucho más abarcativo: no se puede trabajar si no hay condiciones adecuadas. Se trata de un problema que se extiende por todo el arco del trabajo precario y flexibilizado, del cual la actividad docente es parte.
En ese camino, es necesario combatir la visión derrotista que impulsa la conducción de la UTE, respecto de que el paro pone a la sociedad en contra de los docentes. Primero que plantea como absoluto un hecho que no siempre es así: son varias las escuelas en las que las familias apoyan a los maestros en sus medidas. Segundo, que pensar la acción sindical en esos términos es un engaño. El aislamiento o la aceptación de una medida de fuerza -y de un paro en particular- está dado principalmente por el grado de conflicto que se desarrolla entre los trabajadores. Con la disconformidad que causa el techo salarial en casi todos los gremios, con vecinos que cortan calles porque no tienen luz, en medio de un plan de lucha piquetero, plantear que un paro docente va a caer mal en la sociedad se parece bastante a una excusa para no escupirle el asado a Larreta y Acuña.
La ola de calor va a pasar, pero la infraestructura precaria va a quedar. Hoy es el calor, mañana va a ser el frío; hoy son alacranes, mañana son ratas: en la CABA se da clases en condiciones de precariedad. Las asambleas y los plenarios de delegados deben discutir cómo darle forma a un plan de lucha que contenga este punto junto a la recomposición salarial, sin darle tregua a un gobierno que, en medio de su interna, está en mejores condiciones de ser derrotado.
Facundo Palacios
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