De liberales y traidores

Lunes, 10. Febrero 2025

“Si los pueblos no se ilustran… será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía.” Esta advertencia hecha por el genio iluminado del liberal revolucionario Mariano Moreno en el prólogo a su traducción del Contrato Social, en el comienzo de la Revolución de Mayo, sirve y vale para todos los tiempos. Son muchas las tiranías y los tiranos a las que nuestro pueblo debió dar batalla y es hasta nuestros días, en que aún la lucha continúa.

Es bueno entender que revolución y contrarrevolución, si bien son antagónicas, no se encuentran separadas, y a cada avance de una procede el contraataque de la otra. Esto viene sucediendo desde el génesis de nuestra Revolución de Mayo en donde tempranamente fue la contrarrevolución la que prevaleció. El Ejército Libertador de América, creado para derrotar al imperialismo español, logrado el objetivo debía continuar para asegurar la independencia y plena vigencia de la soberanía. No fue así; su disolución y el exilio impuesto de hecho al liberal revolucionario José de San Martin, marcarán la derrota de la revolución y el triunfo de la contrarrevolución en ese tiempo.

Será otra mente clara en 1837 quien tome nota de esto, asumiendo la necesidad de continuar la Revolución. Juan Bautista Alberdi deberá esperar el final de la batalla de Caseros, para que, sobre el acuerdo de San Nicolás, las fuerzas federales progresistas del interior puedan darse a la tarea de organizar la Confederación Argentina. El proyecto construido sobre su libro “Bases y puntos” aspiraba a impulsar el desarrollo de un estado independiente. Seguramente influía en sus ideas el ejemplo vivo del Paraguay bajo la dirección de Carlos Antonio López, que llevaba adelante un desarrollo profundo y sostenido sin ninguna dependencia externa, ningún crédito ni ninguna deuda.

A la Constitución adhirieron todas las provincias menos Buenos Aires, bajo la influencia del liberal contrarrevolucionario Bartolomé Mitre y los agentes del imperialismo británico que controlaban los negocios del puerto de Buenos Aires. Será la traición del jefe de los federales, Urquiza, lo que lleve a la derrota a este proyecto político. Inaugura esta traición una saga que se hará recurrente en las jefaturas políticas de nuestra patria hasta nuestros días: la de los jefes políticos de una burguesía que renuncian a la independencia y el ejercicio de la soberanía para buscar la tutela de los imperialismos de turno. La traición de Urquiza en la batalla de Pavón es una bisagra trágica de nuestra historia. La resistencia de los jefes federales del interior fue cruelmente aplastada. Coronaron esta miserable historia Mitre y sus partidarios con la invasión y destrucción del Paraguay.

Ese es el punto de partida de la construcción del moderno estado argentino que, esterilizado de cualquier pretensión de Independencia, se pondrá siempre al servicio del imperialismo de turno, forjando un desarrollo subordinado a los intereses extranjeros. Sin Fuerzas Armadas capaces de sostener un proyecto de país independiente será difícil caminar el futuro. Dejemos a salvo las honrosas intervenciones en el interés nacional de generales como Mosconi, Salvio y Pujato.

Es el conocimiento de esta historia la que impulsó a los jóvenes cuadros políticos de la década del 70 a su lucha, para cambiar el rumbo de la historia. No fue la acción de aventureros, fue el hacer de lo mejor de nuestra juventud, las mentes más claras y despejadas buscando hacer realidad el destino de igualdad y bienestar de la Revolución, esta vez en la etapa imperialista del capitalismo. Y una vez más el pueblo de nuestra nación fue derrotado y sus mejores hijos sufrieron los peores tormentos, torturas, vejaciones, desapariciones, cárcel y exilio a manos de un ejército que, cumpliendo el ideal liberal contrarrevolucionario de sus gestores, se empeña en estar al servicio del imperialismo y no de nuestro pueblo y nuestra nación.

Quiera la suerte que nuestro destino, por obra de la lucha de nuestro pueblo, cambie. Y que las promesas hechas por la Revolución de 1810 y la Revolución Socialista provean a nuestros pueblos de la felicidad merecida. ¡Que así sea!


Diego Quintero

Lunes, Febrero 10, 2025 - 13:15

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