A 46 años, los lápices siguen escribiendo

Martes, 20. Septiembre 2022
A 46 años, los lápices siguen escribiendo

El 16 de septiembre de 1976, en la ciudad de La Plata, se llevó adelante el secuestro de seis estudiantes secundarios. Sucedía así la llamada “Noche de los lápices”, cuyo objetivo fue la desaparición de compañeros y compañeras, en su mayoría militantes de dos organizaciones: la Unión de Estudiantes Secundarios -brazo estudiantil de Montoneros- y de la Juventud Guevarista -brazo estudiantil del PRT. Días antes y posteriores al 16, también fueron secuestrados cinco militantes secundarios más, en un operativo comandado por el general Ramon Camps.

Los estudiantes secuestrados fueron llevados en un primer momento a la División Cuatrerismo de la policía bonaerense, donde funcionaba el centro clandestino conocido como el Pozo de Arana. De allí fueron trasladados a la División de Investigaciones de Banfield, también conocida como el Pozo de Banfield. Otros también pasaron por el Pozo de Quilmes e incluso por la Jefatura de la policía de la provincia de Buenos Aires. Todos centros clandestinos de detención a cargo del genocida Etchecolatz. Al día de hoy, son seis los estudiantes que continúan desaparecidos.

Los compañeros y compañeras secuestradas el 16 de septiembre habían protagonizado en 1975 la lucha por el Boleto Escolar Secundario, a través de la Coordinadora de Estudiantes Secundarios. Conquistando, por primera vez, la tarifa diferencial para estudiantes. En ese momento, a pesar de que no había comenzado la dictadura, la represión estatal había escalado de manera exponencial con la creación de la Triple A, que a fines de diciembre del ´75 secuestró y asesinó a “Pátulo” Rave, dirigente de la UES y partícipe en la lucha por el boleto.  Meses después, ya iniciada la dictadura, fueron armadas las listas negras de estudiantes y docentes que entregaban los propios directores interventores de las escuelas.

A 46 años de la Noche de los lápices, seguimos levantando las banderas de aquellos estudiantes que salieron a luchar por una educación pública y gratuita. Muchos de ellos a su vez, como militantes de frentes estudiantiles de organizaciones revolucionarias, abrazaron también la lucha por liberación social y nacional. Justamente, si algo distingue al movimiento estudiantil de aquel momento y a toda la generación del 60/70 es que, a través de la lucha callejera y el debate de ideas, puso sobre la mesa la necesidad y la posibilidad de la revolución en nuestro país. Allí estaba el enemigo principal para las clases dominantes y sobre eso montaron un plan sistemático de tortura y exterminio.

Seguimos exigiendo justicia por los estudiantes secuestrados aquella noche del 16 de septiembre y por el resto de los 30.000 compañeros y compañeras detenidos-desaparecidos. Por ellos salimos a luchar y movilizar en todo el país. Porque no queremos ningún genocida suelto, porque seguimos exigiendo la apertura de los archivos de la dictadura y porque queremos la restitución de todos los niños apropiados. Pero también salimos por los derechos humanos de hoy.

La marcha del 16

Por la Noche de los lápices se organizaron movilizaciones en todo el país con participación de organismos de derechos humanos, organizaciones estudiantiles y juveniles. Aquí vale la pena una mención: si bien hace muchos años que hay diferencias políticas en torno a cómo tomar los 24 de marzo y la política de Derechos Humanos -expresadas en momentos claves como con la segunda desaparición de Julio López, la designación de Milani al frente del ejército o el sostenimiento de la ley Antiterrorista- este año el debate tuvo otro giro. La gran mayoría de las movilizaciones tuvieron como eje central la “defensa de la democracia”, en el marco de que hace semanas gatillaron con un arma a Cristina. 

Si bien nuestro partido salió a repudiar el hecho y a exigir su esclarecimiento, esto no significa que adhiramos a la tesis sostenida por sectores del gobierno sobre la necesidad de la unidad nacional. Ni que entendamos - como lo hacen algunas organizaciones del trotskismo- que a partir de lo sucedido se abre una intentona golpista o que ingresamos a una etapa, que en términos leninistas, caractericemos como de reflujo. 

En este contexto, sostener que el 16 de septiembre teníamos que movilizar en defensa del Estado de Derecho y de la democracia, no solo nos parece errado en cuanto a la caracterización de la situación, sino que también nos parece que es un eje que no representa la realidad del pueblo argentino. Pensar que, en medio de una crisis económica en donde hay una política de ajuste dirigida hacia la clase obrera y el pueblo -para cumplir con los objetivos planteados por el FMI- las organizaciones populares tenemos que poner como política central la democracia y la paz social, parece más hecho a la medida a las necesidades de la gran burguesía -responsable de la entrega y el saqueo- que otra cosa.

Como contrapartida, invitamos a la juventud y al activismo en general, a poner en el centro de la escena los proyectos políticos que la dictadura intento sepultar y por los que nuestros 30 mil compañeros y compañeras dejaron la vida. Proyectos políticos que, a pesar de los debates sobre la táctica y estrategia e incluso las diferencias ideológicas, tenían como eje central la necesidad de sacarse de encima al imperialismo y a la gran burguesía. Porque justamente, el principal pecado de la generación del 60/70 fue organizarse para tomar el poder. 

Hoy, 46 años después del inicio de esa dictadura sangrienta y luego de 39 años de gobiernos constitucionales que han sostenido sistemáticamente la dependencia y el saqueo, el mejor homenaje que le podemos hacer a nuestros caídos es levantar sus banderas y dar la pelea porque el proyecto de la clase obrera vuelva a ser una opción de poder en Argentina.

Martina Bas

Martes, Septiembre 20, 2022 - 15:30

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