Defendamos la ESI

Las declaraciones de Javier Milei en el Foro Económico de Davos, sumadas a sus ataques mediáticos contra los movimientos de mujeres, diversidades, la Educación Sexual Integral (ESI) y la izquierda forman parte de una ofensiva ideológica del gobierno nacional para imponer un plan de ajuste salvaje y de entrega al FMI, mientras intenta borrar conquistas históricas como la ESI, el derecho al aborto y las políticas contra la violencia de género. Su objetivo es claro: dividir a la clase trabajadora, profundizar la precarización y garantizar las ganancias de banqueros y monopolios.  

Recientemente, el gobierno nacional -a través de la Secretaría de Educación- eliminó del portal “Educ.ar” materiales pedagógicos de ESI, bajo el pretexto de “no adecuarse a la Ley 26.150” y de promover el “adoctrinamiento” con la difusión de contenidos con un sesgo “politizado” e “ideologizado”. Esta medida, amparada en el Decreto 1086/24 (diciembre de 2024), pretende imponer una educación “libre de ideología de género”, eufemismo que encubre la censura a los contenidos ESI del portal.  

La Ley 26.150, sancionada en 2006, tras años de lucha, garantiza el derecho de las y los estudiantes a recibir formación sobre sexualidad, género y diversidad desde múltiples dimensiones en todas las escuelas del país, públicas y privadas. Surgió como herramienta para combatir la violencia de género, atender los derechos sexuales y reproductivos y prevenir abusos y prácticas discriminatorias. Sin embargo, su implementación ha sido desigual producto de los recortes presupuestarios, la injerencia de sectores religiosos y la complicidad de gobiernos que priorizan el pago de la deuda externa sobre los derechos del pueblo.

La crítica a los discursos hegemónicos sobre género y diversidad no puede separarse del cuestionamiento a las bases materiales del capitalismo dependiente que sostienen la opresión. La forma en que vivimos la sexualidad, el género y la reproducción social forman parte de un orden social que está indisolublemente unido a la estructura de clases y la explotación. Es así, que el capitalismo se sirve de las diferencias y jerarquías de género, etnia y nacionalidad para dividir a la clase trabajadora, profundizar la precarización y maximizar sus ganancias. 

Es necesario partir del reconocimiento de la diversidad de la clase obrera -mujeres y disidencias- y de las opresiones específicas que enfrenta, pero esta visibilización debe traducirse en un marco de mayor unidad que vincule las reivindicaciones identitarias y de género a la pelea contra el ajuste y el pago de la deuda.

La falta de ESI tiene efectos concretos en las condiciones de vida del pueblo, vinculándose directamente con la precarización de la vida de las mujeres y diversidades, con el aumento de embarazos no deseados en adolescentes, las muertes por abortos clandestinos y la mayor vulnerabilidad ante las redes de trata. Por eso mismo, la ofensiva del gobierno de Milei contra la ESI no puede separarse del ajuste económico. 

En el marco de una agenda para el 2025 con privatizaciones y profundización de la reforma laboral y previsional, recorte el gasto público y congelamiento de salarios, la violencia patriarcal se agrava, resultando las mujeres y diversidades mayormente afectadas con gran parte de trabajadoras en negro, brechas salariales y dobles jornadas, laborales y de cuidados. 

La plena implementación de la ESI exige disputar los contenidos educativos, pero también enfrentar las políticas de ajuste que desfinancian la educación y salud pública. Por eso, la defensa de la ESI debe integrarse a la lucha popular, organizando la pelea contra el ajuste y la entrega de la deuda, teniendo presente que la única manera de conquistar derechos es con la movilización popular. 

Giovana Batallini