Resolución política del XIV Congreso Nacional - Partido Revolucionario Marxista Leninista

Las conclusiones realizadas por nuestro XIII Congreso, respecto a la naturaleza de la crisis del capitalismo monopolista y sus tendencias en desarrollo, se han demostrado correctas. Decíamos: “No se trata solamente de una crisis del imperialismo de proporciones inéditas, con un riesgo cierto de desembocar en una gran confrontación entre potencias imperialistas, con el consiguiente desastre para grandes porciones de la humanidad. Consiste también en una coyuntura altamente favorable para la irrupción de grandes luchas democráticas, antiimperialistas y revolucionarias que se apoyen en el repudio creciente y el debilitamiento objetivo de los gobiernos autoritarios y represivos, de las democracias de monopolios y multinacionales, de los regímenes políticos que perpetúan la miseria, el saqueo y la explotación. Las luchas, rebeliones e insurgencias en desarrollo, son parte de un mundo imperialista y capitalista en agonía y el anuncio de la posibilidad de un nuevo mundo verdaderamente democrático, liberado y camino al socialismo.”

El agravamiento de las crisis del capitalismo monopolista está llegando a límites extremos. El estancamiento de la economía mundial desde 2008 fue reemplazado por una fuerte desaceleración en los últimos cuatro años sin ningún signo de recuperación. La rivalidad cada vez más abierta entre las potencias imperialistas, las guerras de agresión y por el dominio territorial en rápida expansión, y la austeridad extrema, se han convertido en la norma a medida que EEUU continúa afirmando su hegemonía mientras intenta contener la expansión de sus rivales.

Las masas trabajadoras del mundo sufren hambre, pobreza, condiciones de trabajo intolerables, salarios miserables y la erosión de los derechos democráticos conquistados con tanto esfuerzo, en niveles y en una magnitud no vista desde la Segunda Guerra Mundial. Para suprimir la inevitable resistencia popular, los imperialistas han intensificado sus esfuerzos apoyando el ascenso “democrático” de gobiernos reaccionarios, como también a los regímenes más brutales y fascistas, solidificando su control en todo el mundo. Esto a su vez está generando un enorme torrente de resistencia popular -cada día más generalizada y combativa- contra el saqueo y las guerras imperialistas, el fascismo y toda la derecha reaccionaria.

El valiente pueblo palestino continúa defendiendo su territorio contra el brutal genocidio sionista respaldado por EEUU, tanto en Gaza como en toda la Palestina ocupada. Los movimientos insurgentes por la liberación nacional, la libertad y la democracia continúan avanzando en todo el mundo, significativamente en Myanmar, India, Papúa Occidental, Filipinas, Turquía y Kurdistán. Una nueva ola de luchas antiimperialistas se está extendiendo por los países capitalistas avanzados. En varios escenarios los pueblos del mundo están contraatacando y están más decididos a contribuir al resurgimiento de las luchas contra el imperialismo y toda reacción para lograr la democracia y hacer realidad el objetivo de un futuro socialista.

Maduran las condiciones para consolidar la subjetividad de la resistencia global para sumarse, desde la perspectiva unitaria asumida y lanzada desde la Liga Internacional de la Lucha de los Pueblos (ILPS), a "Construir un Frente de Unidad de los Pueblos para luchar contra el saqueo, la guerra y el fascismo imperialistas". Es un llamado "de organización para el combate” para que los movimientos antiimperialistas, antifascistas y democráticos más amplios avancen colectivamente hacia el resurgimiento de las luchas por la liberación nacional y social y la derrota del capitalismo monopolista. Además, es un reconocimiento de que la devastación cada vez más irreversible del planeta no puede abordarse de manera exitosa sin la derrota del imperialismo.

El imperialismo estadounidense y sus aliados siguen siendo las barreras más perversas para la prosperidad, la justicia, la paz y la democracia en el mundo. Las potencias imperialistas lideradas por EEUU han desatado y continúan intensificando guerras de agresión en Asia occidental, el centro-norte de África y Europa oriental. Utilizan a sus aliados y estados-títeres para impulsar guerras reaccionarias mientras compiten contra las potencias rivales en el control de mercados más grandes, en encontrar más fuentes de materias primas y mano de obra barata y en aumentar sus respectivas esferas de influencia económica y política.  En el este de Asia, Estados Unidos está involucrado en provocaciones bélicas y una mayor intervención militar en Filipinas y Taiwán, como focos de tensión en su rivalidad con China.

Están apoyando directamente a los fascistas más brutales y financiando el terrorismo de Estado en Turquía, Filipinas, Indonesia, India y otros lugares para reprimir la marea de lucha por la liberación nacional y la democracia. Mientras fortalecen sus posiciones en estados militarizados como el régimen sionista, Taiwán y Corea del Sur, proliferan alianzas militares en Europa y el Indo-Pacífico. Continúan tirando el lazo de los embargos estratégicos, el aislamiento y las sanciones a países que afirman su independencia, como Venezuela, Cuba, la República Popular Democrática de Corea e Irán.

Actualmente existen un número importante de guerras de agresión, guerras entre estados y conflictos armados internos o guerras civiles de las cuales se destacan la invasión rusa a Ucrania, el choque interno en Myanmar y la escalada en Palestina que amenaza con extenderse a toda una región. El territorio africano es un polvorín en el que intervienen todas las potencias imperialistas en pugna, interesadas en los recursos y zonas de influencia geopolítica: los EEUU y países como Francia han perdido terreno frente al avance del islamismo radical y jefes tribales, en el marco de estados débiles o “fallidos” y - sobre todo - ante la intervención de Rusia y de China. Rusia actúa a favor de una de las facciones que se disputan Libia y ha accedido a un puerto clave en pleno mediterráneo, que se suma al que ya tiene operativo en Siria. Lo mismo ocurre con China, que accedió a un puerto militar propio mediante un acuerdo con Djibuti, en el estratégico Mar Rojo; ambas potencias intervienen en otros conflictos o golpes de estado como el de la República Centroafricana, Etiopía y Eritrea. En los últimos tres años destaca particularmente la conflictividad armada en el África subsahariana. 

La disputa por el reparto y la intensificación del belicismo lleva a EEUU a buscar el resguardo de lo que considera su ‘patio trasero’, con especial interés por los recursos energéticos. El intervencionismo yanqui se ha incrementado al calor de las debilidades y alternancias de gobiernos locales más o menos renegociadores de la dependencia, desplegando operaciones desestabilizadoras o destituyentes contra gobiernos que no practican relaciones carnales con ellos. El arsenal de recursos no se agota en operaciones pseudo legales con fachada democrática, incluyendo el impulso a gobiernos reaccionarios en la región y otras partes del mundo mediante elecciones.

Aquí es donde entra en escena Javier Milei, quien en la disputa geopolítica se posicionó sin margen de duda del lado de los intereses de los yanquis y sus aliados. Ferviente defensor del terrorismo israelí, viene impulsando el traslado de la embajada argentina a Jerusalén, como promueve lo más recalcitrante del sionismo. Vendepatria al extremo, solicitó la entrada de la Argentina a la OTAN, en donde se asociaría a Gran Bretaña, ocupante ilegal de nuestras Islas Malvinas. Promueve la instalación de una base norteamericana en Tierra del Fuego, lo que le daría a los yanquis control de primera mano sobre el paso bioceánico y llegada directa a la Antártida, además de que impulsó la presencia militar estadounidense en el río Paraná -disfrazada de ‘científica’- teniendo así control de una vía navegable que concentra gran parte de nuestro comercio exterior, que conecta el Río de la Plata con el Paraguay y que alberga un enorme reservorio de agua dulce. A la par de todo esto, ataca sistemáticamente los intereses chinos en nuestro país, consolidados en los últimos 20 años por el control del mercado a futuro del precio de los granos, con empresas y puertos propios en el sector agro exportador, una base espía del Ejército Popular Chino también disfrazada de observatorio astronómico científico, la disposición en moneda china -SWAP, nueva deuda- asistido por sus herramientas financieras globales; hoy la gestión libertaria boicotea sus inversiones en energía e infraestructura y aleja a la Argentina del bloque BRICS. Donde en gobiernos anteriores había renegociación y diversificación de la dependencia, con Milei hay unilateralidad para poner a nuestro país a disposición de los intereses yanquis.

A nivel económico el gobierno de Milei representa a lo más agresivo y cortoplacista del capital financiero internacional. Su constante prédica en favor de ‘destruir el Estado’ refleja los intereses de esta fracción del gran capital, cuya reproducción no involucra una mirada de mediano o largo plazo para la organización de un conjunto social: se trata simplemente de saquear al extremo. Da cuenta de ello el impulso de su candidatura por parte de fondos buitre como BlackRock o su relación de amistad con Elon Musk, a quien pretende regalarle el litio, así como el régimen de inversiones extranjeras que viene impulsando, hecho a medida del saqueo de nuestros recursos sin la menor perspectiva de desarrollo local. Lo siguen los grandes grupos del agronegocio, encantados con su política de apertura, y los sectores concentrados de la gran industria local que se pueden ver favorecidos con menores regulaciones estatales. 

Montado en el desastre que fue el gobierno de Alberto Fernández y Massa, Milei vino a capitalizar por derecha el hartazgo de gran parte del pueblo, combinando un discurso en contra de ‘la casta’ con ataques a los sectores organizados del movimiento de masas, instalando una suerte de relectura reaccionaria del ‘que se vayan todos’.  Con impacto en capas medias, en lo más precarizado de la masa trabajadora y en un sector de la juventud que compró su impostura a falta de una alternativa verdaderamente rebelde, el gran empresariado local le dio el visto bueno para su aventura presidencial. La Libertad Avanza es un armado heterogéneo en el que conviven filofascistas, neoliberales, conservadores clásicos, nostálgicos de la dictadura, reaccionarios del Opus Dei y muchísimos carreristas reciclados. Todos duermen en la misma cama de la entrega y del ataque a las condiciones de vida de las masas, pero las durísimas internas de su gobierno dan cuenta de que no todos sueñan los mismos sueños. 

Iniciado el gobierno libertario, la mega devaluación de diciembre dejó en claro que la variable central del reacomodamiento económico eran los ingresos populares. Si logró bajar la inflación a un dígito fue sobre la base de haber tirado una bomba atómica sobre la economía, impulsando una fuerte recesión que afectó la actividad privada y contrajo el consumo, reteniendo pagos de importaciones y de proveedores, licuando jubilaciones y salarios, despidiendo a mansalva en el Estado y paralizando la ayuda social, en especial la entrega de alimentos. La desocupación desplazó a la inflación como principal preocupación popular. La pobreza aumentó 10 puntos desde que asumió -pasó de 45% a 55%- y la indigencia casi se duplicó -de 9,8% a 16%.

Desde que asumió, el nuevo gobierno se propuso atacar a la organización del pueblo trabajador. A poco de andar quedó claro que no le daba la nafta para organizar ‘brigadas anti orcos’, y no tiene ninguna herramienta de masas para disputar el control de la calle. Los ataques fascistas que se perpetraron en estos meses fueron pocos y cobardes: nadie los salió a reivindicar abiertamente. En cambio viene disponiendo del aparato estatal para limitar, reprimir y atacar el derecho del pueblo a organizarse y manifestarse, siendo el ejemplo más claro el embate político y judicial sobre el movimiento piquetero. Tiene al frente de esta cuestión a Patricia Bullrich, quien desde sus tiempos en el gabinete de Macri sueña con una represión estrictamente política.

El golpe sobre las organizaciones de desocupados fue duro, pero insuficiente para contener la lucha popular. Las manifestaciones contra la ‘ley bases’, los dos paros generales, la inmensa marcha educativa, las demostraciones por el 8M y el 24 de Marzo, dan cuenta de una movilización popular que va creciendo en base a sumar a cada vez más sectores que se ven atacados por el plan del gobierno, y que tuvo en Misiones a su expresión más alta: incluso más allá de la poca claridad que expresaban sus protagonistas -que no identificaban al gobierno nacional como el principal responsable- el paro por tiempo indeterminado, el acampe y la confluencia de trabajadores marcaron un camino para derrotar el ajuste de Milei.

Para darle un golpe de derrota a ese movimiento de masas que va despegando, el gobierno debería contar con una fortaleza que no tiene. Su programa no logró unificar a las distintas fracciones de las clases dominantes. El agronegocio reclama una devaluación como condición para liquidar el grueso de la cosecha. La gran industria está alerta para que los capitales que se instalen en el país no compitan en sus ramas. Todos reclaman el fin del cepo al dólar para girar divisas al exterior o fugarlas en mejores condiciones. La banca local y el FMI advierten sobre la viabilidad política del experimento libertario y hasta Domingo Cavallo señala que la recesión es demasiado profunda. Estas contradicciones se expresan en el debate legislativo, en donde después de 7 meses de gobierno la ‘ley bases’ se aprobó luego de mucho negociar y conceder, principalmente por las trabas que puso la oposición ‘dialoguista’. En el radicalismo y el peronismo federal van encontrando canal de expresión las fracciones del gran capital que ponen reparos al gobierno, al tiempo que las administraciones provinciales buscan recursos para sobrevivir al brutal ajuste en curso. El alivio impositivo para las grandes empresas, la reforma laboral y el régimen de inversiones extranjeras para los recursos naturales son los puntos de acuerdo; fuera de eso, la gran burguesía discute cómo seguir. La pregunta de qué hacer con Milei está instalada por arriba. La llegada de Francos a la jefatura de gabinete fue un golpe de timón para superar el aislamiento en el que se venía sumergiendo el gobierno; pero quizás no alcance. Gabinete de unidad nacional, juicio político, asamblea legislativa, son todas opciones que se vienen barajando, en la hipótesis de que las necesidades de recambio quizás no coincidan con los tiempos institucionales.

El movimiento popular tiene que terciar en esta disputa para abrir un cauce nuevo. La magnitud del ataque en curso obliga a un reacomodamiento de todas las fuerzas. En las cúpulas de las centrales sindicales, tanto de la CGT como de las CTA, se profundizan las contradicciones. Los movimientos territoriales otrora oficialistas se refugian en los gobiernos provinciales amigos pero sintieron el alcance del golpe recibido. El conjunto de las fuerzas populares busca canales de organización y movilización, al tiempo que un nuevo activismo hace su primera experiencia a través de asambleas y centros de estudiantes. La conducta que un sector de la vanguardia sostuvo contra la policía en ocasión del tratamiento de la ‘ley Bases' en el Senado volvió a poner sobre la mesa el problema de los métodos para enfrentar el ajuste en curso. 

Se trata de un proceso que está en desarrollo. En este marco, ‘Fuera Milei’ es la consigna que busca orientar y unificar a la vanguardia obrera y popular en la pelea contra el ajuste de este gobierno, para conducir a la lucha del pueblo trabajador hacia la derrota de este proyecto nefasto, por el camino de Misiones, hacia nuevas puebladas que abran una nueva situación.

La lucha por terminar con este plan antipopular es la tarea central en la que debe unificarse el combativismo, tanto para propagandizar como para avanzar en darle salida práctica. Hay que darle expresión tanto en asambleas y reuniones, como en coordinadoras, multisectoriales y otras formas de confluencia. Se entrelaza con esto la tarea de plantear una salida de fondo, una perspectiva de liberación en camino al socialismo, luchando por darle forma a la fuerza social que sea capaz de llevar adelante este proyecto. Hemos lanzado en el 2022 la propuesta del ENTyP como embrión unitario de reagrupamiento obrero y popular con una perspectiva política de lucha del activo; esto se debe expresar en el avance hacia la conformación de un frente antiimperialista, antimonopólico, patriótico y popular que se movilice en función de un programa de bienestar y soberanía, cuyo eje principal es nuestro programa de cuatro puntos: suspensión de los pagos al FMI e investigación de la deuda, nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos naturales y estratégicos. 

En proyección, dicho frente es el germen de un gobierno que exprese un nuevo poder, cuyo fundamento sea la movilización obrera y popular. Cuyo programa mínimo se expresa en los siguientes 11 puntos:

1. Por la suspensión del pago y la investigación de la deuda; mientras tanto, ni un peso más al FMI. Que la crisis la paguen quienes la generaron: Macri y demás responsables de la misma. 

2. Por la nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos naturales y estratégicos. Por la expropiación del gran capital monopólico beneficiario del esfuerzo del pueblo trabajador.

3. Plena soberanía popular sobre el agua, los glaciares, los lagos y ríos, la vía navegable del Paraná, la plataforma continental, la Antártida Argentina y sus recursos. ¡Fuera ingleses de Malvinas!

4. Basta de perseguir, reprimir y criminalizar a los que luchan. Libertad a las y los presos políticos. Cierre de todas las causas por razones políticas. Fin de la persecución al movimiento obrero ocupado y desocupado.

5. Por trabajo para todas y todos. Basta de despidos y precarización. Garantía jubilatoria del 82% móvil. Aumento salarial de emergencia para que ningún trabajador y jubilado viva en la pobreza. Derogación del impuesto al salario.

6. Eliminación del IVA de la canasta familiar. Por la garantía alimentaria saludable para todos los habitantes del país.

7. Por la defensa del ambiente. Basta de envenenamiento. Fin de la expansión de la frontera agrícola. Fin de la megaminería y el fracking. Fin de la expoliación de especies animales y vegetales. Tierra para las necesidades populares de vivienda y producción.

8. Cárcel a los apologistas de la dictadura y delitos de lesa humanidad. Ningún milico genocida en libertad. 30.000 compañeras y compañeros detenidos-desaparecidos ¡¡Presentes!!

9. Plena vigencia de los Derechos Humanos. Por la vigencia y el respeto a las conquistas de las mujeres y las diversidades. Por la cárcel efectiva a los femicidas.

10. Por el rechazo al fascismo, sionismo y toda forma de supremacismo. Fuera Israel de Gaza. Por la autodeterminación de los pueblos. Fin a las guerras de agresión imperialista, lideradas por EEUU y su brazo militar la OTAN. Fin del bloqueo a Cuba socialista. 

11. Por un gobierno popular revolucionario, surgido de nuevas puebladas, que aplique este programa apoyado en la movilización obrera y popular.

La táctica para este período se apoya en una estrategia en donde la clase trabajadora dirija al conjunto de las capas populares, para imponer este proyecto por la vía revolucionaria y para que las tareas nacionales y democráticas avancen en tránsito ininterrumpido hacia el socialismo. 

El XIV Congreso del PRML ratifica así su herencia, anclada en el ala jacobina de los revolucionarios de Mayo de 1810 que pelearon porque la ruptura del lazo colonial con España diera lugar a un proyecto para las mayorías populares; en los fundadores del Partido Comunista Argentino, que en 1918 tomaron las banderas bolcheviques de la Revolución de Octubre en Rusia; en la generación del ’60 y del ’70, que rompieron con el reformismo y el revisionismo para volver a dotar a la clase trabajadora argentina de un proyecto revolucionario, hundiendo nuestras raíces en la formación de Vanguardia Comunista, de la cual nuestro partido hoy expresa su continuidad histórica

Congreso Nacional del PRML, julio de 2024