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Nuestro partido en las elecciones
La política a seguir durante las elecciones representa un problema táctico a ser determinado ante cada coyuntura en particular, sin caer en posiciones principistas, alejadas del marxismo - leninismo. Nuestro partido reivindica la tradición comunista que asume la batalla política que plantea el llamado a elecciones por parte de la burguesía, en la disputa por la conducción del movimiento de masas y para propagandizar nuestra línea revolucionaria. En esta nota presentamos una breve reseña de nuestra táctica frente a cada coyuntura electoral, con un pequeño balance de cada una de ellas.
Las primeras elecciones que afrontó nuestro partido fueron las de 1973 que consagraron presidente a Cámpora. En ellas llamamos a votar en blanco. Esta conducta se apoyó en la estimación del período abierto por el Cordobazo, en donde Vanguardia Comunista peleaba por nuevas insurrecciones populares encabezadas por la clase obrera que apuntalaran el camino de la lucha por el poder. En esa dirección trabajamos por el Viborazo del ’71, que terminó de sellar la suerte del presidente de facto Levingston. Lanusse, al asumir la presidencia, maniobró para concretar el “Gran Acuerdo Nacional” entre las FFAA, Perón y Balbín dirigido a cerrar la situación abierta en 1969 en el marco de una salida que normalizara las instituciones del régimen. Ante ello nuestra línea en contra del GAN se tradujo en la consigna “ni golpe ni elección, revolución”. La táctica antiacuerdista era en lo esencial correcta. Sin embargo, años después el partido balancearía que no advirtió el ciclo descendente del auge abierto en el Cordobazo y el crecimiento en el movimiento de masas de las expectativas en la vuelta del peronismo al poder, y con ello en el proceso electoral abierto, el primero sin proscripciones desde 1945. Lo correcto hubiera sido presentar una lista propia de la izquierda revolucionaria para disputarle a la dirección burguesa del peronismo la influencia de masas.
El siguiente proceso electoral fue a la salida de la dictadura en 1983. En esa ocasión, la táctica adoptada fue la de “votar al peronismo desde la izquierda” apoyando la candidatura de Luder. Las razones de esta conducta hay que buscarlas en las ideas incorrectas que predominaron en el balance partidario hacia el final de la dictadura y a la salida de la misma, en donde se subestimó la profundidad del pasaje de la cúpula del PJ progresiva e indefectiblemente al campo de la gran burguesía, camino al que no era ajeno el propio Perón ya en su regreso en el 73. De esta forma, el problema de la unidad con los sectores patrióticos y populares enrolados en el peronismo fue mal encarado.
Esto fue corregido con la conformación del Frente del Pueblo, del cual nuestro partido fue co-fundador, junto al MAS, el PC, compañeros provenientes del PRT y de la izquierda peronista. Esta política frentista reubicaba al partido por izquierda, en un contexto en que la movilización popular tenía un carácter fundamentalmente pacífico. El FP formó comités de campaña en el que las fuerzas integrantes militaron de conjunto para las elecciones legislativas de 1985. Además, el FP fijó posición unitaria ante otros acontecimientos por fuera de la coyuntura electoral. Se trató de una experiencia breve, que se disolvió tras los acuartelamientos carapintadas: mientras nuestro partido auspició la movilización popular para enfrentar a los milicos, el MAS y el PC acompañaron el llamado a la calma de Alfonsín que negoció las leyes de impunidad, resignando así una intervención popular independiente.
Luego de ello nuestro partido se presentó a elecciones con listas propias. Para las legislativas de 1987 consiguió legalidad electoral en la provincia de Salta. Dos años después presentó por primera vez una fórmula propia para competir en las presidenciales. La encabezó nuestro entonces secretario general Mario Geller, acompañado por Elisa Delboy, una militante independiente que había sido la compañera de Rogelio Rodríguez, quien cayó asesinado en la movilización popular que se enfrentó a los milicos acuartelados en Villa Martelli. Las consignas de campaña eran “Seamos como el Che” y “Esto no va más, hagamos Cordobazos”, y las boletas tenían la imagen de Ernesto Guevara. También se presentaron listas legislativas en Santa Fe y Tierra del Fuego, y Salta. En esas mismas provincias hubo presentación de listas para las legislativas de 1991, destacándose la elección en Santa Fe, en las que el tribunal electoral pretendió bajar las boletas con la imagen del Che.
Esas fueron, hasta hoy, las últimas elecciones en donde presentamos o apoyamos candidatos. Luego del Santiagazo de 1993, pueblada que tuvo como blanco los símbolos de los tres poderes del estado, se produjo un cambio en la relación del movimiento de masas con las instituciones del régimen, iniciándose un camino de desconfianza hacia las mismas que alcanzó su pico en las legislativas de 2001, que popularizaron la expresión “voto bronca”. Asimismo, la democracia burguesa reforzó su carácter restrictivo luego del Pacto de Olivos de 1994. Fruto de este acuerdo entre el PJ y la UCR fue convocada la Constituyente de 1995. Ante ella asumimos la actitud de no votar, ya que la misma estaba destinada a aprobar un paquete reaccionario ya pautado de antemano. Fue la primera de una serie de elecciones hasta hoy en la que el partido adoptó la línea de no voto, voto anulado o voto en blanco.
En 30 años las coyunturas fueron variando. La institucionalidad burguesa, malherida en 2001, se recompuso parcialmente en los años de kirchnerismo. La desconfianza de las masas hacia el régimen político a veces se expresó con más fuerza, otras con menos, pero nadie logró que desapareciera por completo. Es de destacar que ante cada debate parlamentario relevante la determinación principal es la movilización callejera, cuando no la rebelión abierta, como en aquel diciembre de 2017 en ocasión de la reforma previsional y más recientemente con la reforma constitucional de Jujuy. También es notable el nivel de adaptación de la izquierda que presenta sus candidaturas, con campañas cada vez más destinadas a sacar votos de cualquier lado, quedando en el olvido a propaganda revolucionaria entre los trabajadores.
Respecto de las fuerzas patrióticas y populares que deciden levantar candidaturas, en lo inmediato la conducta táctica nos distancia, sin que ello sea un impedimento para continuar trabajando por la elaboración de un programa y una salida de fondo. Nuestro partido encara dicha tarea en el marco de la coyuntura electoral apoyado en la nueva irrupción del “voto bronca” que se manifestó en las provincias, apostando por el camino de Jujuy hacia nuevas puebladas que abran un curso distinto para los trabajadores y el pueblo en nuestro país.
Facundo Palacios
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