Julius Fucík, la alegría por la Revolución

Lunes, 11. Septiembre 2023

Hace 80 años, un 8 de septiembre de 1943, moría ejecutado en Berlín el comunista checoslovaco Julius Fucík.

Julius Fucík nació en Praga en 1903. De madre costurera y padre metalúrgico, estudió filosofía en la universidad y desde joven incursionó como crítico literario y teatral. A los 18 años se incorporó al Partido Comunista de Checoslovaquia. Fue redactor de publicaciones orientadas por el partido y de su órgano central de prensa. En la década del '30 visitó dos veces la Unión Soviética, en donde fue testigo de la construcción del socialismo.

Para 1941, durante la ocupación alemana, el Comité Central del partido había caído a manos de la represión nazi. Fucík se incorporó al grupo que reconstruyó en la clandestinidad un nuevo CC. La Gestapo lo detuvo en 1942, sometiéndolo a torturas e interrogatorios. Estuvo detenido en Praga hasta su traslado a Berlín para su ejecución al año siguiente. Durante ese cautiverio, con la ayuda de un guardia que integraba la resistencia antifascista, escribió las notas que logró sacar de la cárcel y que dieron origen a Reportaje al pie de la horca, que fue publicado en 1945.

Fucík reseña el coraje con el que enfrentó a sus captores. Como en ese diálogo en que el torturador lo insta a delatar, diciéndole “Hablá, sé inteligente”, a lo que él responde “¡Qué razonamiento! Ser inteligente: traicionar. No soy inteligente”. O cuando lo trasladan en un auto y el oficial nazi que lo custodia busca desmoralizarlo diciéndole “Sé que amás Praga. ¿Es que no querés volver nunca más a ella? ¡Qué hermosa es!; a lo que Fucík interrumpe diciendo “Y será más bella cuando uds no estén aquí”.

Pero también, y sobre todo, es un alegato de optimismo, de fe inconmovible en el triunfo de la Revolución. Fucík es un militante que no desprecia ninguna batalla, por más pequeña que sea. Así, relata cómo el 1° de Mayo del '43 organiza los ejercicios físicos de rutina con sus compañeros de presidio, en el patio de la prisión, de manera tal de imitar los movimientos del uso del martillo y de la hoz: era su homenaje al Día Internacional de los Trabajadores.

Uno de sus pasajes más conmovedores es aquel que dice que “Hemos vivido por la alegría, por la alegría hemos ido al combate y por la alegría morimos. Que la tristeza no sea unida nunca a nuestro nombre”. Lejos de cualquier banalidad, la alegría que evoca Fucík es inseparable del sacrificio propio del revolucionario convencido, de la misma manera que cuando dice “¡Hombres! Los he amado”, el amor por la Humanidad trabajadora es una manifestación del odio irreconciliable por el enemigo de clase. 

No le tembló el pulso frente al tribunal nazi que lo condenó. Luego de afirmar su pertenencia comunista y su colaboración con la Unión Soviética, dijo cosas tales como: “Ahora van uds a dictar su sentencia. Conozco su contenido: la muerte a ese hombre. Mi veredicto acerca de ustedes lo he dictado hace ya mucho tiempo. Escrito con sangre de la gente honrada de todo el mundo, he aquí lo que contiene: ¡Muera el fascismo, muera la esclavitud capitalista! ¡La vida al hombre! ¡El porvenir al comunismo!” 

Con Julius Fucík rendimos homenaje a los miles que dieron la vida por una causa que es inmortal. “Un buen día, el hoy será el pasado y se hablará de una gran época y de los héroes anónimos que han hecho historia. Quisiera que todos supiesen que no hay héroes anónimos. Eran seres con nombres, con rostros, con deseos y esperanzas, y el dolor del último entre los últimos no fue menor al del primero, cuyo nombre se venerará.”

Facundo Palacios

Lunes, Septiembre 11, 2023 - 21:45

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