Dos hitos en la historia del comunismo argentino

Viernes, 16. Febrero 2024

La fundación del PC


El Partido Comunista argentino fue fundado en enero de 1918, bajo el primer nombre de Partido Socialista Internacional. Su aparición fue el resultado de una dura lucha contra el reformismo liberal que expresaba el Partido Socialista, dando nacimiento al primer partido revolucionario de nuestro país, cuyo surgimiento está directamente ligado con la lucha internacionalista contra la guerra imperialista (Primera Guerra Mundial) y con la gran revolución proletaria de 1917 en Rusia. Algunos años después, la adhesión a la III Internacional ratificó la vocación de construir un destacamento que peleara por el poder inspirado en la experiencia bolchevique. 

Sus miembros llevaron adelante esta acción convencidos de que era necesario dotar a la clase trabajadora argentina de un partido revolucionario imbuido de las tesis de Marx y Lenin, que preparara el camino de la revolución socialista y la toma del poder en la Argentina. Aquellos militantes entregados de cuerpo y alma a la tarea revolucionaria realizaron la audaz faena de fundar el primer partido de los comunistas. 

En marzo de 1919 el PSI participaría de la primera reunión de la Internacional Comunista y en diciembre adoptaría el nombre definitivo de Partido Comunista Argentino (PCA). El motivo ideológico de la ruptura del grupo fundador del PCA nació del debate acerca de la postura de los diputados socialistas en el congreso que apoyaban la moción de los conservadores y los radicales a favor de la ruptura de relaciones diplomáticas de la Argentina y Alemania a raíz del ataque a un barco de bandera nacional por parte de la flota alemana. El debate ante el posicionamiento del PS frente a la guerra dividió las aguas provocando la ruptura y la expulsión de aquellos que defendían la posición de la neutralidad de nuestro país frente al conflicto mundial basándose en las tesis expuestas por Lenin acerca del carácter de guerra de rapiña imperialista.

Para estos jóvenes revolucionarios el PS se había convertido en un partido cada vez más integrado al régimen burgués de representación parlamentaria, que creía que desde las bancas del congreso se podían imponer las leyes que terminaran con la miseria y la explotación de los trabajadores y que veía la doctrina de Marx como un aporte entre otros más que integraban su caudal ideológico.

El nuevo partido levantaba las banderas de Marx y de Lenin con el ejemplo de la Revolución de Octubre como meta y ejemplo internacional para la clase obrera argentina. Entre sus principales dirigentes se encontraban José F. Penelón, Rodolfo Ghioldi y Vittorio Codovilla.

La huelga de la construcción de 1936


La década de 1930 marcó un nuevo movimiento ascendente en la lucha de la clase obrera argentina. La gran huelga de 96 días de los obreros de la construcción y la huelga general del 7 y 8 enero de 1936 serán sus mojones más combativos y de máximo enfrentamiento contra los gobiernos de turno. Esta huelga señaló el ascenso del nuevo proletariado industrial y el surgimiento de los sindicatos por rama de la industria argentina. 

La crisis económica de 1929 había repercutido ferozmente en la economía nacional. Las clases dominantes aliadas al imperialismo británico buscaban salir del estancamiento general tomando una serie de medidas proteccionistas. Se marchaba a un proceso de industrialización dando lugar al desarrollo de un mercado interno y de una nueva industria de bienes de consumo: la sustitución de importaciones. En este marco, Buenos Aires se convirtió en un punto de concentración de quienes acudían a la ciudad en busca de trabajo, y la Capital Federal pasó a ser el lugar de mayor concentración de obreros industriales: 216.000, representando un 54,8% del total del país.

El proletariado industrial comenzó a cobrar una gran importancia en la política argentina. Fue en la construcción y en la industria de materiales donde el desarrollo se hizo más notable. Con jornadas de 11 horas de trabajo, y hasta en algunos casos 14, pésimas condiciones de seguridad y salarios paupérrimos, el movimiento obrero comenzaba a mascullar su bronca. El derrumbe en una obra en el barrio de Belgrano, que tuvo víctimas fatales, detonó la rabia acumulada en los trabajadores.

En febrero de 1935 se había formado el Sindicato de Obreros Albañiles, Cemento Armado y Afines, bajo la dirección del PC -donde otrora dirigían los anarquistas-, cuyo rol en la huelga de la construcción será fundamental.

Tres meses más tarde, luego del accidente de la obra de Belgrano, una asamblea convocada por la Federación Obrera de Sindicatos de la Construcción (FOSC) eligió un comité de huelga. La huelga se declaró para arrancarles a los patrones el reconocimiento al sindicato, aumento de los salarios, tope a las horas de trabajo y condiciones de seguridad en las obras. La huelga general se declaró para el 7 de enero de 1936.

El Estado y sus fuerzas represivas estaban en alerta y desde las primeras horas se pusieron en acción. Al comenzar la huelga, fueron apresados los dirigentes del Comité, clausurados los locales y los comedores. Este golpe no inhibió a los revolucionarios y trabajadores: la huelga continuó desde la ilegalidad.

En la mañana del 7 de enero se registraron movilizaciones de los obreros y los choques callejeros. La mayor cantidad de acciones sucedieron en Paternal y Villa del Parque. La violencia se multiplicó; las masas volcadas a las calles incendiaron y destruyeron todo transporte que no hubiera cumplido con la orden del paro. Los enfrentamientos no cesaron y finalmente la policía debió retirarse. En el transcurso del día, los manifestantes se habían adueñado de una parte de la ciudad. Los miembros del Comité que no habían sido apresados llamaron a continuar la huelga un día más por la libertad de los presos y en repudio a la represión. El presidente Justo intervino instando a las empresas a dar una solución. Obligadas a retroceder, éstas mejoraron la oferta salarial, aunque se negaron a firmar el reconocimiento del sindicato. El 23 de enero una asamblea en el Luna Park aprobó las condiciones del acuerdo dando por terminado el conflicto.

Cierre de una primera experiencia


La influencia del PC como educador y formador de la conciencia de clase en el proletariado argentino tuvo los sucesos de los años 30 como el punto máximo de desarrollo de la aplicación de la teoría marxista leninista a la realidad de la lucha de clases argentina. La década del 30 y parte de la década del 40 tuvieron al PC como principal interlocutor de las aspiraciones, reclamos y luchas de los trabajadores argentinos. 

En los años previos y durante la Segunda Guerra Mundial, el PC también cumplió con sus deberes de combatiente internacionalista, promoviendo y organizando la solidaridad con la República española -a cuya defensa marcharon varios de sus cuadros y simpatizantes- y luego encarando la lucha contra el nazi-fascismo y en defensa de la Unión Soviética. 

En ese período, cierto dogmatismo en la caracterización de los proyectos políticos locales lo hizo alejarse de la clase trabajadora, fundamentalmente en relación al peronismo, que le sacó muchos cuerpos de ventaja en inserción e influencia entre los trabajadores. Pero fue sobre todo su posicionamiento en el debate del movimiento comunista internacional, con la adhesión al XX Congreso del PCUS y la línea antileninista de Nikita Krushov, lo que lo alejó de sus orígenes revolucionarios. 

Se abrió la etapa de refundación del partido, experiencia desatada al calor de la Revolución China y la denuncia de Mao al revisionismo soviético, período histórico de la aparición de nuestro partido bajo el nombre de Vanguardia Comunista. Lo cual no quita, sino que más bien afirma, que la fundación y los primeros años de la trayectoria del PC son un antecedente imprescindible para la historia política de la clase obrera argentina. Los comunistas juzgamos al árbol por sus frutos y por su historia. Por eso reivindicamos aquellas primeras camadas de revolucionarios que fundaron el PCA.

El balance de esa primera experiencia y de su evolución posterior, así como de todos los proyectos que buscaron la revolución, especialmente en la generación del ’60 y del '70 -dentro y fuera del marxismo leninismo, incorporando los aportes del peronismo revolucionario- deben servir hoy para avanzar en la construcción del destacamento superior de la clase obrera, para que encabece la unidad de las fuerzas antimonopólicas, antiimperialistas, patrióticas y populares que imponga un programa de liberación nacional hacia el socialismo. El PRML reafirma su vocación de transitar este camino revolucionario, combatiendo el ajuste en curso y haciendo de ese combate un insumo para la construcción del partido de la revolución.

Facundo Palacios


Viernes, Febrero 16, 2024 - 21:30

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