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De la servidumbre al proletariado
Dentro de la extensa recopilación de los borradores de las investigaciones preparatorias para El Capital, conocida ésta como Elementos fundamentales para la crítica de la economía política o simplemente Grundrisse, encontramos un texto en el cual Karl Marx expone, en parte, su esquema de análisis e investigación: las “Formas que preceden a la producción capitalista”. Este texto, junto con la famosa Introducción general a la Crítica de la economía política de 1857 y algunos más, conforma el desarrollo más importante en la cuestión referida al método de la aplicación de la dialéctica materialista al análisis del cambio social. La existencia de diversos modos de producción a lo largo de la historia de la humanidad y la develación de su mecánica interna de formación, expansión, generalización y derrumbe está en el centro de este trabajo de Marx, particularmente a las formas productivas que se derivan de la destrucción de la sociedad pre-clasista o arcaica hasta llegar a la sociedad capitalista.
El punto que nos interesa exponer es el proceso de disolución de las relaciones de servidumbre necesario para el desarrollo del capital como relación de producción. Es decir, el proceso de separación del siervo de sus medios de subsistencia. El resultado de la expropiación y el desalojo de la población rural trajo que una parte de los campesinos fuera expropiada violentamente y expulsada de sus tierras, mientras que el resto se transformó en jornaleros de los grandes arrendatarios. Al mismo tiempo se erigieron grandes hilanderías y tejedurías (tomando como ejemplo la producción textil) en las que los ex siervos de la gleba no tuvieron otra opción que trabajar por un salario. Marx da el ejemplo de los campesinos de Westfalia que hilaban el lino en el siglo XVIII: “El lino tiene exactamente el mismo aspecto que antes. No se ha modificado en él ni una sola fibra, pero una nueva alma social ha emigrado a su cuerpo. Ahora forma parte del capital constante del patrón manufacturero. Antes se dividía entre una gran masa de productores pequeños, que lo cultivaban incluso por sí mismos y lo hilaban en pequeñas porciones con sus familias; ahora está concentrado en las manos de un capitalista, que hace hilar y tejer a otros para él. El trabajo extra gastado en hilar el lino se representaba ingresos extras de innumerables familias campesinas. Ahora realizan la ganancia de unos pocos capitalistas. Los husos y los telares dispersos antes por toda la región, están ahora congregados en unos pocos cuarteles de trabajo, al igual que los obreros, al igual que la materia prima. Los husos y telares y materia prima se han convertido de medios que permitían la existencia independiente de hilanderos y tejedores, en medios que permiten comandar a éstos (los trabajadores) y extraerles trabajo impago.” (Marx, K., El Capital, cap. XXIV: “La llamada acumulación originaria”, Siglo XXI, tomo I, Vol. 3, Méjico, 1984)
La supresión forzada de las relaciones de propiedad territorial del pequeño propietario campesino libre que trabaja o del colono, la disolución de las relaciones de la corporación y de los gremios medievales, y, en general, la disolución del vínculo del trabajador con las condiciones naturales y objetivas de su trabajo (en particular con la tierra) conforman el prolegómeno del capitalismo, lo que hará decir al mismo Marx que “el capital vienen al mundo chorreando sangre y barro, por todos los poros, de la cabeza a los pies”. (Ibídem)
Marx comienza el texto de la Formas refiriendo la siguiente tesis: así como una de las condiciones históricas del trabajo asalariado y del capital es la existencia de trabajo libre y el cambio de este trabajo libre por dinero a fin de reproducir y valorizar el dinero, también es necesario que se haya consumado la separación del trabajo libre con respecto a las condiciones objetivas de su realización. Esta mencionada separación se da por primera vezplenamente en la Historia con la relación que se establece entre trabajo asalariado y capital.
En todas las formas de producción anteriores al capitalismo en las que la propiedad de la tierra y la agricultura constituyen la base del orden económico, el trabajador está vinculado a sus condiciones objetivas de producción. En todas ellas se da la unidad del trabajo con sus supuestos materiales.
La separación del trabajo con respecto a las condiciones objetivas de su realización, esto es, con respecto al material y al medio de su trabajo, no tiene lugar en las relaciones de esclavitud ni de servidumbre. Para el capital, a diferencia de la esclavitud y la servidumbre, el trabajador no es condición alguna de la producción, sino que sólo lo es el trabajo. El capital no se apropia del trabajador (como sí lo hacen el esclavista y el señor feudal) sino de sutrabajo, no inmediatamente sino mediado por el intercambio. En el caso de la servidumbre la apropiación de la voluntad ajena es supuesto de la relación señorial. Lo desprovisto de voluntad, como el animal, puede servir pero no hace a su propietario señor.
El proceso de disolución de las relaciones de servidumbre implicó: 1, disolución del comportamiento del trabajador para con la tierra como con una condición natural de la producción; 2, disolución de las relaciones en las cuales el trabajador es propietario del instrumento de producción; 3, disolución de la forma de propiedad de los medios de consumo necesarios para vivir como productor antes y durante el proceso productivo; 4, disolución de las relaciones de propiedad en las cuales los trabajadores mismos están inmediatamente incluidos en las condiciones objetivas del trabajo y son, por lo tanto, esclavos o siervos.
Una vez consumado el proceso de disolución de la forma específica de propiedad de la entidad comunitaria por el desarrollo de las fuerzas productivas, liberada por ella misma y de ella misma obtenemos, por un lado, la preexistencia de las condiciones objetivas del trabajo, separadas del trabajador, como capital; y por el otro, la existencia del trabajador como desprovisto de propiedad, como trabajador abstracto. El resultado mismo de esta disolución es la capacidad de trabajo puramente subjetiva (fuerza de trabajo) enfrentada a las condiciones objetivas de la producción como a su no propiedad, como a propiedad ajena.
Entonces, como dice Marx: “Lo propio del capital no es otra cosa que el acoplamiento de masas de brazos e instrumentos que él encuentra preexistentes. Los aglomera bajo su imperio. Esa es su verdadera acumulación de trabajadores en ciertos puntos con sus instrumentos”. (Marx, K., Formaciones económicas precapitalistas, Siglo XXI, Méjico, 1999, página 109)
Estas son, a grandes rasgos, los presupuestos históricos para que encontremos al trabajador libre separado de las condiciones objetivas del trabajo (material y medio de trabajo) y pueda convertirse en trabajador asalariado.
Roberto Craviotto
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