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A 53 años del Cordobazo
El 29 de mayo de 1969 la provincia de Córdoba fue protagonista de uno de los hechos más trascendentales de la historia de la lucha de la clase trabajadora argentina. El Cordobazo fue el más acabado de los ensayos insurreccionales y contó con antecedentes como el Rosariazo, el Correntinazo, el Tucumanazo, el Salteñazo, entre otros.
El 28 de junio de 1966 Onganía tomó el poder mediante un golpe de Estado autoproclamado “Revolución Argentina”. El país le garantizaba al capital imperialista el desarrollo de los monopolios que necesitaba para su reproducción. Un ejemplo es el caso de la industria azucarera en el Noroeste argentino. Para el caso tucumano, de un total de 27 ingenios azucareros, se intervinieron 14, 11 de ellos posteriormente cerraron.
Respecto al campo popular en los momentos previos al Cordobazo habían surgido varias fuerzas, entre ellas Vanguardia Comunista (1965) un desgajamiento hacia la izquierda del Partido Socialista, del tronco del viejo PCA nace una fuerza en la misma dirección, el PCR (1968), y en el propio campo de las fuerzas trotskistas surgiría el PRT (1965). Como expresión de la crisis en el propio peronismo, surgió la OML inspirada por John William Cooke.
El 29 de mayo de 1969, el movimiento obrero cordobés convocó a una huelga con dos reclamos principales: la restitución del sábado inglés y la eliminación de las quitas zonales. El sábado inglés implicaba el derecho a trabajar medio día los sábados que había sido derogado por el gobierno unas semanas antes. Las quitas zonales fueron una medida implementada en los tiempos de Illia para promover la industrialización del interior a costa de reducir los salarios. A pesar de que a nivel nacional los metalúrgicos habían logrado derogarlas, en Córdoba los empresarios se negaban a eliminarlas.
Respecto del movimiento estudiantil, la llamada Noche de los Bastones Largos había sido una de las piedras fundamentales con que la dictadura cimentó su relación con ese sector social. Por aquellos años era también común que delegados y obreros fueran a la vez estudiantes universitarios. La efervescencia social y la quita de derechos, entre otros atropellos, fueron juntando enemigos en la vereda de enfrente del gobierno dictatorial y armando un cóctel que no tardo en explotar.
Vale recordar aquella frase de Lenin sobre el aprendizaje de las masas populares: “La verdadera educación de las masas no puede ir nunca separada de la lucha política independiente, y sobre todo, de la lucha revolucionaria de las propias masas, sólo la lucha educa a la clase explotada, sólo la lucha le descubre la magnitud de su fuerza, amplía su horizonte, eleva su capacidad, aclara su inteligencia y forja su voluntad”, (Lenin, V: “Informe sobre la revolución de 1905”.)
Fueron los combates librados por los trabajadores y estudiantes en mayo de 1969 los que pusieron de manifiesto la naturaleza del movimiento social de oposición política, las aspiraciones del pueblo bajo la iniciativa proletaria. El 29 de mayo de 1969 en Córdoba se desarrollaron combates y enfrentamientos, por un lado el movimiento obrero-estudiantil combativo -dispuesto moral y materialmente a la lucha armada-, y por el otro las fuerzas armadas del Estado. Durante más de dos días la capital cordobesa estuvo bajo control de la unidad obrero-estudiantil.
El Cordobazo fue la experiencia de rebelión más alta protagonizada por los trabajadores en nuestro país, que a lo largo de la historia habían dado forma a la Semana de Enero de 1919, a la huelga general de 1936 y al 17 de octubre de 1945, por mencionar los eventos principales. En 1969, no solo el enfrentamiento con las fuerzas del orden fue más agudo, sino que mostró el salto en calidad de la movilización cuando la clase trabajadora se pone a la cabeza de un conjunto de capas oprimidas.
Así, la gesta del Cordobazo es un faro para orientar las experiencias antiburocráticas y combativas que se van abriendo paso entre los trabajadores: la insurrección obrera y popular es el proyecto para la reconstrucción del clasismo.
El Cordobazo es también la guía que debe orientar a un movimiento estudiantil en sus pasos por salir del letargo impuesto por la pandemia, en camino a recrear un movimiento rebelde en unidad con los trabajadores.
Por último, el Cordobazo es la maqueta para elaborar un proyecto revolucionario de poder, dando cuenta de las fuerzas motrices, los métodos y los blancos a enfrentar.
Los 53 años del Cordobazo no son solo una fecha conmemorativa, sino un insumo para la intervención en la lucha de masas del presente.
Carlos Quiroga
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