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Venezuela I Aplastar a la derecha en las calles para avanzar en la liberación nacional
Periódicamente, la realidad venezolana alcanza grados de confrontación tales que dan la sensación de aproximarse a un desenlace inminente de la crisis que atraviesa. Llegado a este punto, la alternativa entre el avance y profundización del proceso de liberación nacional y emancipación social, y su derrota y consiguiente restauración de un régimen alineado con las directrices del imperialismo, termina dando lugar a una distensión transitoria del conflicto, y un mantenimiento en líneas generales del statu quo, sin que se alteren en lo esencial las condiciones objetivas que subyacen al conflicto. Uno de estos ciclos está en pleno desarrollo actualmente en la patria de Bolívar.
Fruto en parte del empantanamiento previsible de las negociaciones a tres bandas -gobierno, oposición y la “legión extranjera”encabezada por el Vaticano-, la oposición lleva semanas moviéndose al ritmo que le marca su ala golpista. Tomar la calle, aprovecha la conmoción social en que se mueven debido al desabastecimiento y descontrol económico, propagar toda forma de violencia callejera, alentar la confrontación y provocar el adelantamiento de las elecciones presidenciales o la caída lisa y llana del gobierno de Maduro. Tal es el sentido de la ofensiva opositora vigente.
Si bien no es despreciable el poder de fuego que han mostrado, y la capacidad de instalar un eje de debate tanto nacional como internacionalmente, a juzgar por el peso de los respaldos empresariales, de medios de comunicación locales e internacionales y de gobiernos asociados a Washington con que cuenta el antichavismo, los resultados están lejos de la meta que se propusieron.
Alrededor de cuarenta muertos –en su mayoría de las filas del chavismo-, cientos de heridos e innumerables detenidos dan cuenta del calibre de los enfrentamientos. Sin embargo, poco más puede esperar el golpismo que lo que ya ha logrado. No lograron hacer surgir ni la menor fisura dentro del ejército ni el resto de las fuerzas represivas, las chances de una intervención extranjera no van más allá de los alaridos de algunos voceros del imperio, y el apoyo popular a la aventura golpista tampoco tiene el arraigo necesario para extenderla indefinidamente. En estas condiciones, la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente lanzada por Maduro en pleno acto masivo del 1º de Mayo, busca recuperar la iniciativa cuando el reclamo por la inacción y tolerancia gubernamental empezaba a recorrer las fuerzas democráticas y antiimperialistas, dentro y fuera del PSUV.
Desde el gobierno, la ANC busca desviar la confrontación en las calles hacia un terreno que controla más, como son las urnas. El temor al choque en las calles no se debe tanto a la fuerza de las bandas rentadas del sector más virulento de la MUD, con quienes sabe que puede lidiar sin mayor sacrificio. La desconfianza principal está en la potencialidad del hartazgo de un pueblo que, de tomar en sus manos el aplastamiento de los grupos de la derecha pro-imperialista, estaría desafiando en los hechos el monopolio de la fuerza pública por parte del gobierno bolivariano. Esto tardaría muy poco en traducirse en un reclamo político hacia Maduro, para barrer con las bases materiales que sustentan a la derecha en las calles.
Esta situación aún no se ha cerrado. Si la MUD persiste en la posición que ha hecho pública, de rechazar el llamado a la ANC, la continuación de la revuelta opositora habilita a que se descargue sobre sus huestes todo el rigor que merecen. Si no lo hace el gobierno, las autodefensas obreras y populares deberán dar un paso al frente. Y junto con esto, levantar un programa obrero y popular que se proponga abiertamente la confiscación de la propiedad monopólica nacional e internacional para pasarla a manos del pueblo trabajador, la suspensión de todo pago de deuda externa, la expropiación y control obrero y popular de toda la industria y comercialización de los alimentos, medicinas y artículos de primera necesidad, junto con la prisión inmediata a todo el que atente contra este nuevo orden. Tales deben ser las prioridades para la emergencia de una vanguardia antiimperialista y revolucionaria en Venezuela, y el contenido a imponer a esa ANC, para que ésta no sea simplemente una distracción por parte del gobierno.
L. Funes
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