Dengue: muertes prevenibles

Desde principios de este año ya fallecieron cinco personas por dengue: dos en Capital Federal, dos en Salta y una en Chaco. En algunos de estos casos se leyó en los medios de comunicación que fallecieron por “dengue asociado a patologías preexistentes”. Pero fallecieron por dengue: si no se hubieran contagiado el dengue, no fallecían. Suman estas a tantas otras muertes prevenibles por las que fallecen niños, mujeres y hombres en nuestro país diariamente, y no dejan más que desnudar la miseria de las políticas sanitarias. Muertes por abortos realizados en condiciones clandestinas, femicidios, muertes vinculadas al alcoholismo…

“¿Qué hiciste hoy contra el mosquito?”, reza la pieza comunicacional colgada en la página del Ministerio de Salud y en infografías por la calle. A esta pregunta le respondemos con otra: “¿qué hiciste VOS contra el mosquito, Ministerio? ¿Qué hiciste VOS contra el mosquito, gobierno?”
Al igual que durante la anterior epidemia de dengue (2009) las cifras oficiales distan mucho de los casos reales. Siempre nuestro Ministerio esperando la confirmación de la confirmación por criterios simplemente mediáticos. Entonces en patologías agudas donde se deberían bloquear los primeros casos ante la sospecha, para así evitar su propagación, se espera el resultado y la confirmación del resultado y así llegamos tarde. Al día de hoy, entre confirmados y probables el Ministerio de Salud informa que hay casi 23.000 casos de dengue, inclusive sin que esto sea la totalidad. Esta cantidad no tiene su corolario en campañas efectivas de prevención.
El hecho de que no se difunda realmente la envergadura de la epidemia tiene su contracara en la ausencia de medidas preventivas efectivas. La política del Ministerio de Salud de Nación se ha limitado prácticamente a lo comunicacional. No se ha visto -por ejemplo en la provincia de Buenos Aires- un trabajo territorial de saneamiento ambiental. Tampoco se han realizado bloqueos ante los primeros casos: fumigaciones locales en las manzanas alrededor y búsqueda activa de casos febriles en la zona para evitar que se siga propagando la enfermedad.
La difusión mediática que el gobierno realiza respecto del uso de repelente como medida de prevención (hecho que es correcto y necesario) no estuvo asociada a una política de distribución gratuita para aquellos sectores que no pueden acceder a su compra siendo un producto de alto costo. Sumado a esto, los empresarios aprovechan la necesidad para aumentar el precio. Desde la escuela donde falleció la maestra denunciaban en particular esto: ¿qué pasa cuando la familia no puede acceder a la compra de repelente?
A la par, y como en otros aspectos de la salud pública, se pone el foco en la responsabilidad de los sujetos y las familias para controlar el mosquito, (“¿Qué hiciste hoy…?”) sin tener en cuenta las condiciones estructurales que hacen que se propague el dengue: condiciones de las viviendas, condiciones de trabajo de las personas (por ejemplo aquellos que viven del cartoneo y tienen en sus viviendas muchos materiales que pueden acopiar agua). Tampoco se ha invertido en saneamiento ambiental y provisión de agua segura para los sectores más vulnerados.
Se trata de situaciones anunciadas. En los países limítrofes todos los años el dengue se va convirtiendo en endémico. En Brasil este año ya suman casi medio millón los casos, en Paraguay van por los 100.000. Y acá tenemos el vector (mosquito Aedes Aegypti). Tarde o temprano, sin buenas campañas de prevención la epidemia nos iba a llegar.
El dengue tiene una muy baja mortalidad en relación a otras enfermedades, pero eran cinco personas, mujeres y hombres jóvenes que se murieron porque contrajeron la enfermedad. Si no se contagiaban de dengue, no se morían. Son muertes prevenibles con el fortalecimiento del sistema de salud que actualmente está colapsado.

Paloma Alarcón - Vera Pérez