Enfrentar “el cambio” con unidad y lucha

El kirchnerismo debilitado abrió paso al “cambio” y luego del ballotage se cristalizó la facción de la gran burguesía que gobernará de la mano de Macri. Mientras el kirchnerismo habla de un país sin desempleo y desendeudado, el macrismo afirma todo lo contrario; en el tire y afloje lo único claro es que se viene más ajuste para los trabajadores y el pueblo. No hizo falta llegar al 10 de diciembre para sentirlo: los costos de vida subieron rápidamente devaluando aún más los bolsillos de los trabajadores.

En este escenario es particular la situación de estatales y municipales donde, con el cambio de gestión, la incertidumbre por conservar los puestos de trabajo es lo que prima. Algunos medios de comunicación se llenan la boca hablando de cómo creció el empleo público en la era kirchnerista. Pero, ¿qué nos dejó la década ganada? Es real que en el año 2003 había un total de 241.400 empleados permanentes y temporarios (administración central, organismos descentralizados e instituciones de seguridad social), pasando a un total de 377.225 en el 2014. Esa fue la forma que encontró el kirchnerismo de generar fuentes de trabajo para reducir la desocupación en un país donde el desarrollo productivo e industrial es tan pobre.
Esta política vino de la mano de altos niveles de precarización laboral. Si hoy los estatales tienen incertidumbre acerca de la renovación de contratos es porque hace años que se encuentran trabajando bajo condiciones contractuales precarias (contratos de locación de servicios, pasantías, becas con universidades y en el mejor de los casos contratos renovables de año a año). Si estos trabajadores hubiesen pasado a Planta Permanente reconociéndose la carrera estatal y la estabilidad laboral, hoy tendrían otra seguridad respecto de sus puestos de trabajo. En resumen, de la mano del kirchnerismo continuaron las políticas de precarización y tercerización laboral, y cómo si fuera poco, esto se combina con salarios muy por debajo de la canasta básica familiar (hoy superando los $14000) y paritarias siempre por debajo de la inflación real, todo en connivencia con las direcciones traidoras de UPCN y SUTECBA, amigas del gobierno.
En este escenario también hay que señalar que, en estos años post crisis de 2001, se han recuperado juntas internas y delegados combativos que vienen luchando en sus lugares de trabajo en pos de conquistar los legítimos reclamos de los estatales a partir de la construcción de base y la democracia sindical, este es el piso para salir a quebrar el ajuste y defender los puestos de trabajo. Hoy resuena en los organismos estatales “Si tocan a uno, nos tocan a todos” y bajo esta consigna debemos fortalecer los procesos de organización y seguir luchando por mejores condiciones trabajo, aumento salarial y pase a planta permanente.
De este proceso tendrán que tomar nota las direcciones sindicales que están más preocupadas por cómo garantizar el pacto social, mención aparte merecen las direcciones de ATE que siguen encerrados en su interna evidenciando la parálisis del sindicato, promoviendo medidas aisladas y dividiendo a los trabajadores. La fracción K de ATE, detrás del discurso del avance de la derecha, declara tener una actitud activa y de lucha, al mismo tiempo que siembra miedo entre los trabajadores, mientras la fracción alineada a De Gennaro impulsa medidas tibias que no alcanzan para salir a ponerle un freno al ajuste.
En este contexto es evidente que los estatales tienen que apostar al reagrupamiento de las agrupaciones, juntas internas, delegados y activistas combativos y con la base de la Lista Bermellón construir una herramienta unitaria y representativa de los trabajadores, dejando de lado las internas y los sectarismos. La única garantía para enfrentar el ajuste es la unidad y la lucha.

Ema Díaz