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¿Será Ecuador la próxima Grecia?
Marchas multitudinarias de indígenas, paros de los hospitales y protestas sindicales, muestran el descontento del pueblo ecuatoriano contra el gobierno de Rafael Correa y su proyecto de reforma constitucional apuntado, fundamentalmente, a la reelección indefinida del cargo presidencial, haciendo que la denominada “revolución ciudadana” atraviese una de las mayores crisis de su breve historia con ribetes políticos y económicos de “alerta máxima”.
Muchos observadores, como el presidente boliviano Evo Morales, han señalado que los sectores populares movilizados contra el gobierno de Ecuador están siendo manipulados por la derecha que pretende llevar adelante (según él) una suerte de golpismo atípico. Sin embargo, lo cierto es que la propia burguesía nacional ecuatoriana ha gestado esta situación de hibridez al dejar intactos los intereses del gran capital monopólico y, peor aún, atar su suerte a la lógica del capital financiero estadounidense.
Como es sabido, Ecuador no imprime billetes, siendo “su” moneda el dólar norteamericano. De esta forma, la merma en el ingreso de divisas por la venta de petróleo en un contexto de caída del precio internacional del crudo aparece detrás del malestar social.
Vale destacar que en 2014 la OPEP tuvo una sobreoferta petrolera de 1,8 millones de barriles diarios, lo que incidió en la caída del precio del crudo con efecto directo en países productores como Venezuela, Ecuador y Bolivia, dependientes de la renta petrolera. Renta que representa el 57% del valor de las exportaciones ecuatorianas con ingresos equivalentes al 11,5% de su PIB.
Por esta razón el ingreso de dólares fue fundamental para el gobierno de Correa, quien a partir de su primer mandato impulsó la construcción de rutas, hospitales y escuelas, pero ahora, con menor disponibilidad de divisas, redujo el programa de inversiones.
El año pasado Ecuador fijó en $79,7 el precio del barril para 2015, pero este año el mismo llegó a $48, generando un deterioro de la balanza comercial, el cual según el propio Correa significa dejar de recibir $70 millones por cada dólar menos respecto de lo calculado para el precio del barril.
Este cuadro resulta crítico para Ecuador, cuyo modelo gira en torno al gasto público, que pasó del 33% del PIB en el 2009 al 43% en el 2014, representando el 53% de la inversión total. De esta forma, el escenario recesivo por la caída en el precio de las materias primas está poniendo a Ecuador en una encrucijada similar a la de Grecia, es decir, sin posibilidades de devaluación por carecer de una moneda propia. Peor aún, a raíz de la apreciación del dólar norteamericano (en particular frente al Yuan que acaba de sufrir una devaluación del 2%), los inversionistas migran a otro tipo de derivados financieros abandonando las materias primas, entre ellas, el petróleo.
Además, el salvataje ecuatoriano no difiere demasiado del griego. China, el mayor prestamista externo del país, exige a cambio de su ayuda la producción petrolera ecuatoriana en concepto de garantía.
Jorge Díaz
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