Problemas en el pago de Cristina

¿Dónde estaba Berni el pasado domingo electoral? En Santa Cruz para supervisar las fuerzas federales que evitaron cortes en el acceso a la ciudad. ¿Por qué? Porque los estatales de la capital de la provincia llevaban al momento de las elecciones 135 días de paro. La Presidente tuvo que desplegar a su milico preferido y su tropa para votar “con la foto limpia”.

Los trabajadores municipales de Rio Gallegos sostienen desde hace más de cuatro meses una huelga en reclamo del pago de salarios adeudados y aumento del 15% correspondiente a la paritaria del año pasado.
La municipalidad de Rio Gallegos cuenta con aproximadamente 5.000 trabajadores en planta permanente y 1.500 más entre contratados y precarizados. Las irregularidades en el manejo de los fondos que provienen de los gobierno nacional y provincial, hacen que las partidas para obras desaparezcan y las mismas que queden incompletas, yendo a parar el dinero a los amigos que se la llevan en pala con la obra pública. Lo mismo ocurre con lo destinado a los sueldos: la municipalidad debe contar con 59 millones de pesos para abonarlos.
Hoy en día la canasta familiar en Santa Cruz es de $16.000. Los alquileres rondan los $6.000 para una vivienda de dos dormitorios y se encarecen si la localización es más cercana al centro de la ciudad.
En el pago chico de la familia presidencial, en los meses transcurridos desde que los municipales -en su mayoría agrupados en el Sindicato de Obreros y Empleados Municipales, SOEM- vienen protagonizando un paro con piquetes, escraches a funcionarios, etc; la lucha ya se cargó al intendente del FPV Raúl Cantín el mes pasado. Y el lunes posterior a las elecciones, los trabajadores volvieron al corte y a la quema de gomas. El intendente interino Pablo Grasso- también de FPV- ha dicho que no hay fondos para el pago de sueldos ni de aumento. Los municipales de Rio Gallegos vienen dando muestra de una lucha ejemplar, en la que muy lejos de achicarse, si no cumplen con sus reclamos, prometen de cara a octubre ponerle más oscuro el horizonte al heredero de la familia presidencial, Máximo Kirchner y su séquito.
Alberto Lemos