Quitas salariales y despidos, propios de cualquier recesión, no crean las mejores condiciones para la lucha de los trabajadores. Si a esto le agregamos el hándicap favorable pos electoral de un... Ver más
Masivo paro contra el ajuste
Por segunda vez en menos de tres meses, los trabajadores dieron una respuesta masiva y concluyente a la convocatoria a paro nacio-nal. En esta oportunidad el llamado excedió la demanda contra el ‘impuesto al salario’ para incorporar la vigencia de paritarias libres y sin topes salariales.
La fuerza de la protesta habla de la persistencia de los reclamos contra un ajuste que poda los salarios por la vía de la inflación, por la suba en cuotas de tarifas de servicios y tasas. El empleo sique estancado y por goteo crecen las suspensiones y despidos. Todo muy lejos del escenario paradisíaco de los discursos de Cristina Kirchner y el ofi¬cialismo.
El paro se abrió paso en medio de los ruidos de una campaña electoral obs¬cena donde, los partidos políticos del ajuste, se intercambian candidatos como si fueran figuritas.
La protesta coincide con las fuertes dis¬cusiones paritarias en curso, donde el gobierno nacional, acompañado más o menos abiertamente por las grandes empresas, intentó ponerles un techo a los acuerdos salariales.
Sin dudas, la larga y activa lucha de los trabajadores aceiteros del Gran Rosario –por nombrar sólo a la más relevante– quebró ese intento y le dobló el brazo al ministro de Eco¬nomía y a los pulpos exportadores como Cargill, Bunge, AGD, Molinos y Nidera, entre otros. Tras 25 días de paro, piquetes y bloqueos –que casi pa¬ralizaron los puertos de Rosario– des¬bordaron el tope del 27% y lograron un sueldo inicial de $14.300 que los apro¬xima a la canasta familiar básica recla-mada de $14.900.
De nada sirvieron las presiones ni los acuerdos truchos firmados a las apu¬radas entre el ministerio de Trabajo y las cúpulas sindicales oficialistas de la UOM, UOCRA, UPCN y Comercio. Fue el propio metalúrgico Caló quien afirmó que “los compañeros me van a colgar del Obelisco”, al reconocer su traición a los reclamos de sus bases al pactar un inicial de $8.150.
Todas las paritarias firmadas con poste¬rioridad, y las que aún faltan, marchan a acuerdos ‘formales’ o no que superan el tope del 27%.
Otro efecto de la lucha de los aceiteros fue que acotó sensiblemente el margen de maniobra de las CGTs de Moyano- Barrionuevo y la CTA Autónoma, quie¬nes desde el paro del 31 de marzo pa-sado, hacían la plancha atrapados entre el oportunismo frente a un escenario electoral sin definir y el reclamo de sus bases. El triunfo paritario de los aceite¬ros hizo inevitable la marcha al paro na-cional del 9, lo tiñó con su combatividad y pulverizó los topes salariales.
Nuevamente recayó sobre las espaldas del combativismo sindical y la izquierda la tarea de transformar, con sus cortes y piquetes a lo largo del país, en activa una convocatoria a un paro ‘domingue¬ro’.
Desde el Encuentro Sindical Combati¬vo, no solo llamamos a convertirlo en paro activo sino que, además se pro¬mueve poner en marcha un verdadero plan de lucha para derrotar el ajuste contra los trabajadores y declara que “…la clase trabajadora se tiene que unir nacionalmente para derrotar la política antiobrera del gobierno y las patronales, que cuenta con la complicidad del sin¬dicalismo traidor. Hay que hacer donde se pueda asambleas en cada lugar de trabajo y plenarios de delegados para garantizar el paro del 9 de junio. Paro que no puede quedar como una medida aislada. Exigimos que la CGT Moyano y CTA Autónoma le den continuidad para rodear las duras luchas en curso y para que paguen los monopolios, las gran¬des corporaciones, los terratenientes y los bancos que la juntaron con “pala” en la década kirchnerista, generando una mayor dependencia de nuestro país al imperialismo.”
Crecen las condiciones para que, des¬de abajo, el activismo sindical apro¬veche cada paso para organizar a los trabajadores y enfilarlos hacia la lucha por sus reivindicaciones económicas, antiburocráticas, por la recuperación de comisiones internas y sindicatos.
En ese camino, fortalecer y ampliar la confluencia del combativismo sindical, la izquierda y los que luchan, por en¬cima de las opciones electorales y sin pretensiones hegemonistas, bajo un programa que exprese, de manera in¬dependiente, los intereses de los traba¬jadores.
Ricardo Jufré
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