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EEUU y Rusia se reparten Ucrania

La humillación pública a la que fue sometido el presidente de Ucrania Volodímir Zelenski por su par estadounidense Donald Trump en pleno salón oval de la Casa Blanca es la escenificación del giro en U que ha tomado EEUU en torno a la guerra con Rusia en territorio ucraniano, en el marco del cambio de administración en Washington.
Esto va en línea con la idea central para Trump, que consiste en aislar y contener a China. Acercarse a Rusia es un paso necesario en dirección a debilitar al competidor asiático, que es el verdadero rival de la alicaída economía estadounidense. Sin embargo, hay razones para pensar que esto será bastante más complejo que mover un par de piezas en el tablero.
La guerra en Ucrania fue impulsada desde hace más de diez años por Estados Unidos junto con las principales potencias de Europa. La agitación promovida por éstos contra el gobierno de Viktor Yanukóvich, que se había negado a firmar el ingreso de Ucrania a la Unión Europea, tomó la forma de una rebelión callejera con su bastión en la plaza Maidán de Kiev, por lo que el movimiento se hizo conocido como “euro maidán”. La ocupación de la plaza y sus alrededores comenzó en noviembre de 2013 y en febrero de 2014 logró desalojar al gobierno. En este proceso fue ganando protagonismo callejero diversos grupos ultra nacionalistas, inclusive formaciones paramilitares que hacían ondear esvásticas en aquella plaza. Este fue el caldo de cultivo para los gobiernos que surgieron luego, incluido el de Zelenski.
Las posteriores manifestaciones pro rusas en las regiones ruso parlantes del sur y el este, como el referéndum de Crimea y las guerrillas independentistas en el Donbass, fueron aprovechadas por Rusia para ocupar esos territorios. La guerra corona este proceso en el que Ucrania es el escenario en el que Rusia por un lado y la OTAN por el otro dirimen su disputa geopolítica.
Al cabo de tres años de guerra, tanto EEUU como Europa llevan invertidos inmensos recursos en financiar, armar y entrenar a unas tropas ucranianas a las que se les hace cada vez más difícil sostener un conflicto que la excede por completo. Se calculan en 700.000 los muertos y en 5 millones los emigrados de Ucrania. El 70% de la estructura económica está destruida, así como la industria y la capacidad de exportación de granos. Para mantener la unidad interna Zelenski ha prohibido los partidos políticos, la iglesia ortodoxa y los sindicatos.
Luego de la humillación pública, Trump suspendió la entrega de armas a Ucrania y empezó a negociar con Rusia el fin de la guerra y el día después. Para EEUU el interés está puesto en los yacimientos presuntos de hidrocarburos, tierras raras y minerales varios que hay en el subsuelo ucraniano. Dejar de gastar en armas y empezar a recaudar en recursos naturales. Sin embargo, Rusia controla los territorios del este, donde hay reservas comprobadas de minerales estratégicos. Además, Rusia aseguraría su acceso al Mar Negro y quedaría en mejores condiciones para incidir en los países del Cáucaso. Al mismo tiempo, las negociaciones incluyen la disposición de armamento a lo largo de toda la frontera europea de Rusia. No sólo en Ucrania sino en Polonia y en todos los países del Báltico, EEUU se comprometería a retirar el arsenal que la OTAN tiene apuntando a Moscú y que ha ido corriendo hacia el este desde la caída del Muro de Berlín.
Párrafo aparte merece la situación de Europa. Acudió alegremente a fomentar la ultraderecha más rancia del continente para usarla como ariete contra Rusia, financió una guerra que ya está perdida, aplicó sanciones comerciales de todo tipo que, entre otras cosas, terminaron duplicando el precio de la energía en el continente. Ahora, los dirigentes políticos de Europa le tienen que explicar a sus pueblos que han estado haciendo enormes sacrificios para sostener una guerra que nunca debió haber empezado, donde el viejo continente no corta ni pincha en su definición, y que encima ahora tiene que afrontar dentro de sus propias fronteras la oleada de grupos de ultraderecha que, en su caso, culpan de todos los males a los inmigrantes.
El trato hacia Zelensky dispensado por Trump grafica de manera elocuente que el imperialismo no tiene ideales, sino intereses. EEUU y Rusia avanzan hacia un acuerdo en el que el pueblo ucraniano será un convidado de piedra.
Leo Funes
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