Daniel Ruiz, dirigente sindical petrolero de Chubut y militante del PSTU, continúa detenido desde el pasado 12 de septiembre, por disposición del Juez Torres y ratificado por la Cámara de... Ver más
¿Qué festeja el gobierno?
El ministro de Economía Luis Caputo hace alarde de los resultados iniciales de un plan económico encaminado a fracasar en su propósito de “normalizar” el país y a ser exitoso en la transferencia de riquezas del trabajo hacia el capital.
El tan cacareado “ahorro fiscal” es una truchada. La disminución de la ecuación entre ingresos y gastos del Estado no es resultado de una modernización eficiente de la administración pública, el desendeudamiento del Estado o el crecimiento de la recaudación gracias a la actividad económica. Todo lo contrario, se trata de la licuación de jubilaciones y salarios públicos, el freno a la obra pública, la eliminación de subsidios a la energía, el recorte de programas sociales y las transferencias a las provincias. Además, el gobierno sumó un mecanismo bastante simple: no pagar las facturas (devengar). Eso no es superávit sino ajuste, desinversión y “mañana te pago”.
Algo similar ocurre con la acumulación de reservas en el BCRA, promovida por una devaluación extraordinaria en diciembre que generó una rápida venta de la cosecha al exterior, una recesión económica que limita las importaciones y un esquema de postergación del pago de importaciones (deuda comercial). Conforme esas variables se normalicen, es esperable que disminuya el ritmo de acumulación de reservas e incluso que se revierta.
Se trata de un esquema de corto plazo para mostrar gobernabilidad económica y cumplir con las metas del FMI, puesto que el gobierno depende de los desembolsos para pagar los vencimientos con el organismo. El Fondo elogia en público el plan de Milei a la vez que sugiere mesura para garantizar sostenibilidad, una forma de decir “no te zarpes porque explota todo”. Sin embargo, no está dispuesto a financiar el plan con nuevos acuerdos y fondos frescos como pide Caputo, a quien recuerdan regalando los dólares del FMI en 2018 - 2019. El ministro desea un ingreso masivo y rápido de divisas para “normalizar” la economía, mientras el Fondo exige reservas “genuinas” y una devaluación que las proteja. Tampoco parecen estar dispuestos a financiar la aventura de Milei los capitales financieros de los países centrales (fondos de inversión), que prefieren esperar y ver los resultados del Frankenstein antes de arriesgar su dinero. Los productores agrarios están en la misma: presionan por una nueva devaluación o un mecanismo financiero (tipo dólar soja), ambos con grandes costos para el Estado y la población, con el objetivo de obtener una ganancia extraordinaria especulando con no liquidar la cosecha, a sabiendas que el futuro del plan económico depende del ingreso de sus dólares.
En el corto plazo, el corazón del plan económico es frenar la inflación mediante una recesión planificada, lo cual es criminal. El freno a la actividad económica supone menor recaudación fiscal, menor consumo privado (demanda) y el incremento del desempleo. Cuando el ajuste en la administración pública encuentre un límite, el gobierno deberá emitir o endeudarse para financiar al Tesoro, echando leña a la inflación. Las empresas comenzarán a despedir personal y eventualmente cerrarán sus puertas, especialmente las Pymes. La desregulación del mercado y la libertad de exportación empujarán a la internacionalización de los precios internos, trayendo más inflación. La inversión tenderá a decrecer, pues el uso de la capacidad instalada se encuentra en torno al 50-55% y, sin consumo privado, se acumulan los stocks de mercadería y se frena el ritmo de la producción. Normalizar las estadísticas inflacionarias destruyendo la economía no es salir de la crisis, sino profundizarla.
El debate sobre la recuperación comenzó con “de qué forma ocurrirá” gracias a los dichos del presidente sobre un inminente “rebote” de la economía en forma de “V”, en referencia a la forma de la curva en un gráfico. A partir de allí, diversos analistas y periodistas especializados hicieron sus cálculos y arriesgaron otros símbolos (L, W, Nike, etc.), haciendo referencia a una caída con posterior estancamiento, o una serie de rebotes y caídas, o una recuperación lenta y de largo plazo, entre otras. Ahora el interrogante se va transformando para indagar en si habrá o no recuperación de la actividad económica, dejando abierta la puerta al sostenimiento de la situación actual de estancamiento económico con alta inflación (estanflación).
Mientras tanto, la casta empresarial copó el Estado colocando a sus representantes en áreas clave del gobierno. El caso paradigmático es Paolo Rocca (Techint), que controla la Secretaría de Trabajo -en su cruzada contra el sindicalismo-, además del área de Hidrocarburos y la empresa YPF, con las cuales tiene control sobre la política petrolera y sobre la principal competidora de su empresa, Tecpetrol. El ejemplo forma parte de un fenómeno extendido: el empresariado protagoniza un festival de lobby para obtener ventajas económicas y comerciales en el río revuelto del plan económico de Milei, notable en los elogios al plan del gobierno, los artículos del DNU y la Ley Bases (privatizaciones, desregulaciones) y los aumentos extraordinarios de algunos bienes y servicios, con porcentajes incluso mayores a la devaluación y la inflación promedio: alimentos, prepagas, medicamentos, electrodomésticos, alquileres.
Por otro lado, el plan económico busca profundizar el camino reprimarizador que Argentina vive desde hace décadas, destruyendo el tejido local de la industria y los servicios (excepto finanzas) en favor de la producción de materias primas. Además de los sectores bancario-financiero y agropecuario, el festival desregulatorio atrajo el interés y el apoyo de empresas de minería y energía (Elon Musk incluido), ansiosas por liberar tarifas, protecciones ambientales, cupos exportables y giros de utilidades al exterior. Un país extractivista: el sueño de Milei, la pesadilla de los argentinos.
Mientras tanto, trascendió en los medios el debate sobre el cepo (la restricción a la compra de dólares a valor oficial), una histórica demanda del sector privado que vio limitadas sus posibilidades de “fugar” legalmente sus dólares al exterior, descapitalizando al país. Ahora, el gobierno prioriza acumular reservas para liberar el cepo y permitir la libre compra de dólares oficiales a las grandes empresas para remitir utilidades al exterior, en lugar de financiar un proceso de desarrollo virtuoso y sostenible mediante la inversión estatal. Los ahorros del Estado no son puestos al servicio del desarrollo nacional, sino de la clase empresaria.
Al respecto, una certeza inicial se va convirtiendo en pregunta: la tolerancia social al ajuste, o ¿cuánto aguanta el relato? El contexto es grave: la inflación bordea el 90% en diciembre-marzo, mientras los salarios y las jubilaciones quedaron muy atrás. El gobierno pisa las paritarias en un contexto donde el salario promedio está por debajo de la canasta básica familiar. Ahora bien, “realidad mata ficción” es una máxima siempre válida, el problema es cuándo. Por ahora, la oposición opera con una hipótesis: la opinión pública acompaña a Milei y no hay condiciones para confrontar. No obstante, el escenario se configura a partir de la intervención de los sujetos sociales, una regla básica de la política. La quietud, la espera, la prudencia, son todas amigas de Milei. Por el contrario, el gobierno no espera, no calcula, no concede: avanza con un plan de ajuste brutal sin miramientos sobre las consecuencias para la gente.
No obstante, las reacciones populares existieron: al principio espontáneas (cacerolazos y movilización al Congreso en diciembre), y luego también organizadas: el paro del 24/1, las marchas del 8M y 24M, y las repetidas movilizaciones piqueteras. Lo cierto es que a partir de marzo la calle volvió a ser un escenario frecuente, conforme el plan económico muestra la hilacha y la paciencia de la gente se va agotando. En ese sentido debemos empujar: promover la movilización contra el plan de ajuste y acorralar políticamente al gobierno hasta que se vaya, abriendo paso a una disputa por el poder político y el programa económico, la que daremos con la certeza de que no hay otro camino para el bienestar de nuestro pueblo.
David Paz
Notas relacionadas
-
-
“La presencialidad debe ser el ordenador”. Con estas palabras, el ministro de Educación Nicolás Trotta planteó cuál va a ser la prioridad de su cartera en este año. Se refiere a la tan mentada... Ver más
-
El jueves 26 de octubre, días después de las elecciones legislativas, nos movilizamos a Desarrollo Social en busca de una respuesta a los reclamos que el espacio compuesto por el Bloque Piquetero... Ver más