Las consecuencias de la pandemia fueron devastadoras a nivel mundial, pero en el caso argentino, cuya economía venía planchada desde hace diez años y en tobogán recesivo los últimos tres, sus... Ver más
Editorial - Avanzar en la unidad antimonopólica y antiimperialista
Más ajuste
El gobierno nacional cerró en Washington su ronda de negociaciones con el FMI de cara a un nuevo desembolso del organismo. Massa y su equipo se jactan de haber logrado flexibilidad en las metas de reservas del Banco Central, pedido que hizo el gobierno argentino alegando el desbalance en las exportaciones que provocará la sequía. La que no cambió es la meta fiscal: el Fondo exige que se profundice el ajuste. En concreto, pidió que avance en el tarifazo energético, un tema incómodo teniendo en cuenta que, tras el apagón que dejó sin energía a medio país, unas 130.000 familias del AMBA estuvieron sin luz durante alrededor de dos semanas. También se habló de la moratoria jubilatoria, que el FMI aceptó pero pidiendo que se haga de manera "justa", eufemismo para acotar su alcance.
Es decir, la charla con el Fondo ratifica que para el pueblo trabajador viene más ajuste, en el marco de una inflación que en febrero fue de 6,6%, y en donde los alimentos picaron en punta con un 9,8%. Así las cosas, la estafa de los acuerdos paritarios de 60% en cuotas no sobrevivió ni tres meses. La complicidad de la burocracia sindical no alcanza a disimular el malestar que se vive por abajo entre los trabajadores. Algunos gremios, como Bancarios, Luz y Fuerza o los enrolados en la Confederación del Transporte (CATT) salen a pedir compensaciones por el impuesto a las ganancias, una manera elegante de reclamar pero sin romper con la pauta de la ministra Olmos. Lo que es una provocación sin disimulos es la conducta de la ministra Tolosa Paz, que en el marco del plan de lucha piquetero, ataca el derecho de los trabajadores desocupados y precarizados a organizarse con la cantinela de que las organizaciones "usan a los más pobres". Ante la inminencia de la convocatoria al Consejo del Salario, corren rumores de que hay quienes plantean desenganchar el monto de la ayuda social del valor del salario mínimo, lo cual sería un salto en el ajuste hacia los desocupados, pero con el peligro de que ello unificaría a las organizaciones opositoras y acortaría distancias con los movimientos oficialistas.
La democracia, bien gracias
Luego del acuerdo del gobierno con el FMI, La Cámpora emitió un comunicado en donde critica duramente al mismo: allí se explica que "los argentinos votan lo que quieren, pero la economía del país la decide el FMI", para rematar con un "¿La democracia? Bien gracias."
Quienes venimos luchando desde el primer día contra el ajuste fondomonetarista, no podemos menos que adherir a esas palabras. Lo que llama la atención -aunque no sea nuevo- es que asuman discursos opositores quienes integran el gobierno con numerosos funcionarios, empezando por la Vicepresidenta. Cacarean pero sin romper, por eso no mencionan a Massa: por el contrario, cada vez que pueden llenan de elogios a quien capitanea la relación con el Fondo.
Y si bien no rompen, juegan con fuego. El kirchnerismo no solo se la agarra con Alberto Fernández y sus ministros afines, sino que además empezó la interna puertas adentro. Por un lado Máximo se cruzó con funcionarios de Kiciloff; de otra parte, el "cuervo" Larroque lanzó su agrupamiento "La patria es el otro" mientras el ministro Wado de Pedro se saca fotos con dirigentes ruralistas en Expoagro. En ese marco, la campaña "contra la proscripción" de Cristina no cobra volumen dentro del peronismo. Ahí estuvo Estela Carlotto poniendo los puntos respecto del carácter del 24 de Marzo. Con CFK tocada tras la condena en la causa vialidad, el kirchnerismo profundiza su esquizofrenia y recalienta la interna del oficialismo.
No le va mucho mejor a la coalición opositora. Con las candidaturas de Bullrich y de Larreta ya rodando, en JxC se siguen sacando los ojos. En las últimas semanas la nota la dio la UCR. Mientras Gerardo Morales se esfuerza en llevar al partido a una candidatura propia en el marco de la alianza, un puñado de dirigentes radicales compartieron acto con Bullrich.
Más allá de los reflejos de supervivencia, del cálculo por los cargos y del oportunismo a prueba de todo que impera en la dirigencia política, en las dos grandes coaliciones las discusiones sobre abrir o cerrar grietas, poner orden o alcanzar acuerdos, etc, son el reflejo de una crisis que se agiganta a cada paso. Así lo expresa un diario de tirada nacional en su nota del editor: "El gobierno que asuma el 10 de diciembre se encontrará con un gravísimo déficit fiscal, un dólar oficial retrasado y reservas inexistentes" (La Nación, 14/03/23). A este pedido poco disimulado de un ajuste brutal, tenemos que enmarcarlo en un contexto internacional dado por la continuidad de la guerra y por la reciente inestabilidad financiera en EEUU; pero sobre todo en el plano local por una lucha popular que, con sus altibajos, no puede ser domada.
Como sea, mientras acomodan sus internas, en las presidenciales de este año los argentinos tendremos libertad para elegir entre los responsables del actual desastre y los responsables del desastre que dejó el gobierno anterior. ¿La democracia? Bien gracias.
Cada vez más a la derecha
Lo que para el pueblo es un padecimiento para otros es una gran oportunidad. En un contexto de inflación altísima, los formadores de precios están de parabienes con las remarcaciones constantes. Se trata de los grupos monopólicos de la producción y venta de alimentos. Mientras para ellos hay superganancias, para los de abajo hay precios cuidados, justos, congelados u otros adjetivos con los que no se resuelve el problema de parar la olla. También está la banca y los grandes tenedores de dinero a nivel local, que con los canjes de deuda interna del gobierno se aseguran altísimas ganancias a corto plazo. Ni siquiera la pasan mal los incumplidores como Edesur: la empresa en manos de capitales italianos se prepara para la venta de sus activos. Con el daño que le causa a cientos de miles de familias sin luz, correspondería de mínima intervenirla de inmediato, si no expropiarla sin más. Pero en su momento, la conducta pusilánime hacia Vicentin dejó claro cómo trata este gobierno a los grandes.
Donde el oficialismo cede en toda la línea a las corridas por derecha es en el tema de la seguridad. Semanas atrás, el organismo nacional de control a cargo de las armas autorizó la compra de las taser al gobierno porteño, lo que allana el camino para que se empiece a usar esta pistola que dispara electricidad, una suerte de picana eléctrica móvil.
El hecho quedó opacado porque al mismo tiempo se estaba debatiendo el problema narco. Ninguno de estos gobiernos va a tocar el tema de fondo, que es el del control del río Paraná, con terminales privadas que dibujan declaraciones juradas para exportar cualquier cosa sin rendir cuentas seriamente. Mucho más sencillo es hablar de gendarmes, como si las fuerzas de seguridad no fueran cómplices del narcotráfico. Pero ahora el gobierno dio un paso más y convocó al Ejército a realizar tareas civiles. Alberto Fernández declaró que son "las FFAA de nuestra democracia", el ministro de Defensa Taiana se expresó en el mismo sentido, y hasta el jefe del Estado Mayor Conjunto, teniente general Paleo, abrió el paraguas diciendo que la tropa a su mando no está preparada ni instruida para intervenir en seguridad interna. Pero además de ceder al discurso por derecha, el primer paso para lanzar a la milicada a la calle está dado, más allá de la tarea que se le asigne. De los ingenieros urbanizando barrios a los operativos de seguridad que reclama Bullrich, el camino puede ser peligrosamente corto.
Porque el problema no es solo el narcotráfico. También -y sobre todo- es el cansancio popular. La respuesta que generó el crimen del niño de 11 años, con los vecinos del barrio derribando un búnker que era defendido a tiros por sus ocupantes, debe ser reivindicada. El día posterior a los hechos la prensa titulaba que "Hay riesgo de estallido cuando el Estado no está y el crimen avanza" (La Nación, 7/03/23). Hay riesgo de estallido, sí, pero no solo por el crimen, cuando lo que avanza es el hambre, la pauperización de la vida y sobre todo la bronca.
Unificar a la lucha popular
El año comenzó caldeado y no solo por las temperaturas. El plan de lucha piquetero, que se desarrolla en todo el país con centro en Desarrollo Social, vuelve a poner a la calle como escenario de disputa. En medio de la ola de calor, estudiantes y docentes de la CABA y varios puntos del Conurbano bonaerense salieron a denunciar las condiciones deficientes en las que se estudia y se enseña. Gran mérito de la docencia, el de instalar el debate de que hay situaciones extremas en las que no se puede trabajar igual que todos los días, cuestión que el avance de la precarización y la flexibilización laboral pretenden naturalizar, en la educación pero también en otros rubros. En los barrios en los que la luz no vuelve, el reclamo de los vecinos toma forma de cortes de calles y escraches a las oficinas de Edesur, aun enfrentando la represión.
Los reclamos por las condiciones de vida se enmarcan en los problemas estructurales del país, con eje en la soberanía y la entrega. La Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago y la Investigación de la Deuda retomó la iniciativa con un importante plenario, en el que lanzó la jornada de lucha del 12 de abril en el marco de la “reunión de primavera” del FMI.
Es el camino por el que hay que avanzar: el de unificar y darle cuerpo orgánico al programa que de hecho se viene levantando en la pelea del pueblo, ligado además del tema de la deuda, a la nacionalización de la banca, del comercio exterior y de los recursos estratégicos. Son los puntos que unifican a la lucha popular, en dirección a un gran frente de liberación nacional.
A días de un nuevo aniversario del 24 de Marzo, la reivindicación de los 30.000 detenidos desaparecidos, entre ellos nuestros camaradas de Vanguardia Comunista, nos anima en la pelea por la conquista de una verdadera democracia. La enorme conciencia antigolpista y democrática de nuestro pueblo se volverá a expresar en Plaza de Mayo y las principales plazas del país. Pero no vale la pena desperdiciar ese torrente en defender este régimen en el que los monopolios y el imperialismo toman las decisiones centrales. La lucha por una democracia popular, de nuevo tipo, está directamente ligada a fortalecer un proyecto que siga peleando por la Revolución, la Liberación y el Socialismo. Hacia ese norte el PRML orienta su esfuerzo y su entusiasmo militante.
Agustín Damaso
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