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El Lago Escondido es un espejo natural de agua que se encuentra en el oeste de la provincia de Río Negro. Desde hace varios años se encuentra en conflicto por acceso, ya que el multimillonario inglés Joe Lewis compró 12 mil hectáreas de tierra que lo rodean, y más allá de los fallos de la Justicia donde debe haber un camino público habilitado para que pueda llegar cualquier ciudadano, eso en la realidad no sucede. Este acto de privatizar el lago se sostiene en gran parte por los lazos que tiene Lewis con parte la de la gran burguesía y su expresión política que encabeza hoy Juntos por el Cambio, además de la complicidad de los distintos gobernadores del PJ.
En octubre del año pasado salió a la luz una reunión de distintas personas vinculadas al poder judicial, al ejecutivo de la CABA, ex agentes de inteligencia y gente de Clarín. Dicho encuentro se dio en el predio que tiene Lewis en la zona.
Es sabido que el imperialismo tiene lasos directos con distintos actores del estado argentino y con representantes de la gran burguesía, la reunión de octubre fue efectivamente uno de esos encuentros.
Ingleses en Argentina
Los vínculos de Lewis con figuras y operadores del macrismo son públicos; no es así de visible su relación con los gobiernos peronistas de la provincia, aunque estos nunca osaron tocar sus intereses. Las denuncias por irregularidades en la compra de los terrenos descansan en los cajones del Poder Judicial. Así, este magnate se arroga la propiedad de recursos naturales que pertenecen al país, en una zona en constante conflicto por el desplazamiento forzado de las poblaciones más humildes: para la Justicia las tomas de tierras de los mapuche son delitos, pero lo de Lewis es legítima propiedad privada.
Lewis no solo es dueño de tierras en el oeste, sino que posee un aeropuerto en el Golfo San Matías, en la zona costera del sur de Río Negro. El mismo está a nombre de su testaferro y colaborador Nicolás Van Ditmar, posee una pista de aterrizaje del tamaño de la del aeroparque de la CABA, una guardia propia y acceso a comunicación satelital. Así, un multimillonario inglés tiene posesiones en puntos estratégicos de la Patagonia, a pocos kilómetros de nuestras Islas Malvinas, ocupadas por el reino del cual él es súbdito.
Por supuesto que no se trata del único empresario inglés con intereses en nuestro país. La Argentina tiene un sistema financiero donde el 83,5% está en manos privadas. De los 64 bancos que operan, 13 son públicos y 51 son privados. Entre ellos están el Banco Patagonia, el HSBC y Standard Bank, de capitales británicos. Se suma a esto el ingreso de la Shell en la explotación e investigación para sacar petróleo de la plataforma oceánica argentina frente a Mar del Plata, cosa que no solo no es frenada por el gobierno sino que es impulsada y festejada incluso por el ministerio de ambiente. En un momento de crisis energética el gobierno actual parece estar dispuesto a regalar nuestros recursos estratégicos, ni hablar de los posibles daños a la fauna marina que esa explotación puede llegar a generar.
Fuera Lewis
Semanas atrás se realizó la 7ma Marcha por la Soberanía a Lago Escondido, encabezada por dirigentes y organizaciones ligadas al peronismo, que fue agredida por la fuerza parapolicial de Lewis. Antes de ello, en enero, el MTE de Grabois había hecho lo propio, llegando a acampar en el lago.
Hace varios años que se realizan movilizaciones al lago, que siempre son hostigadas por su guardia privada del multimillonario. La marcha sirve para denunciar la usurpación de Lewis e instalar el tema. Así como es correcto impulsar esta iniciativa, también es justo decir que se queda corta.
Por un lado, Lewis no podría moverse con tanta impunidad sin connivencia con el poder político. La gobernadora Carreras dijo hace unos días que “para llegar a Lago Escondido hay que expropiar y alambrar, y no es nuestra prioridad”. En el mismo sentido se había pronunciado años anteriores. Si el acceso al lago fuera solamente un problema turístico, aun así sería un reclamo legítimo; pero con todo lo que hay en juego, que la gobernadora se exprese en esos términos es una verdadera canallada.
Por otra parte, instalada la denuncia, hay que avanzar un paso más. Pareciera que es legítimo que un empresario se defienda con su guardia personal, pero la movilización popular no puede hacerle frente a ello. La única forma de evitar los atropellos de los mulos de Lewis es haciéndoles frente con una autodefensa organizada que garantice los objetivos de la movilización.
Y la cuestión de fondo no se resuelva con un camino para llegar al lago. Hay que echar a Lewis. Expropiar sus propiedades a ambos márgenes de la provincia por un problema de seguridad nacional. Embargar sus cuentas mientras se investigan las denuncias en su contra. En síntesis, trabajar por hacer realidad el fuera Lewis del Lago Escondido y de nuestro país. Es una tarea que apunta a recuperar una parte de nuestra soberanía, además de un homenaje a “los pibes de Malvinas, que jamás olvidaré”.
Joaquín G.
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