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Apuntes sobre la relación capital-trabajo. Economía: ¿quién tiene que ceder?
La evolución de la economía argentina a partir de 2015 merece un análisis profundo para entender las particularidades de la actualidad. En la esta nota nos limitamos a señalar algunos aspectos en materia de empleo, salario y ganancia empresarial que sirven para caracterizar el proceso de recuperación post-pandemia y el retraso en los ingresos del sector trabajador.
Durante la experiencia macrista, el poder adquisitivo de los salarios retrocedió un 25% y la desocupación creció (+4%) hasta ubicarse por arriba del 10%, según datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Por su parte, las ganancias del sector empresarial tuvieron un desempeño irregular, considerando que se trata de un sector muy heterogéneo, por tamaño y ramas. Según la misma fuente, tomando las 500 empresas más grandes del país, disminuyó el valor de lo producido y, sobre todo, la rentabilidad obtenida en relación al período anterior (2012-2015), mientras que se mantuvo relativamente estable en los 4 años de macrismo, con una caída importante en 2019. El sector bancario y financiero tuvo un desempeño diferente, con caídas en 2016-2017 y picos en 2018-2019.
En cualquier caso, en el período 2015-2021 las principales firmas de la Argentina, industriales y de servicios, obtuvieron resultados favorables (positivos) y en pandemia (2020-2021) recuperaron y/o incrementaron sus ganancias (“resultado operativo”). Más aún, en 2022 la gran burguesía argentina mostró resultados incluso más favorables respecto de 2020-2021, y hasta determinadas empresas testigo mostraron un boom de facturación, ganancias y rentabilidad medidas en dólares. Con una dinámica propia, el sector agro-industrial exportador tuvo un excelente pasar durante la pandemia (2020-2022), dado el incremento de los precios internacionales de los commodities, especialmente la soja.
Sin embargo, el incremento de las ganancias empresariales tuvo un correlato con el retroceso del “costo salarial” en relación al valor de lo producido. El 2018 fue el año bisagra del desplome del costo salarial, que entre 2016 y 2021 pasó del 15,8% al 12,8%. De nuevo según datos del CEPA, si tomamos un panel testigo de grandes empresas industriales, el costo salarial en relación a las ventas bajó del 21% (2017) al 16% (2022), y con un panel más amplio de grandes empresas de diversas ramas, el costo laboral bajó del 19% (2016) al 12% (2021). Hasta acá, el sector empresario -globalmente considerado- ganó más con Cristina que con Macri y el esfuerzo posterior por recuperar esos márgenes de ganancias se hizo empujando el “costo salarial” hacia abajo, incluso considerando diferentes períodos, variables y tipos de empresa.
Si miramos el mismo fenómeno con otras variables, podemos ver que en 2016-2021 la masa salarial creció 335%, los precios un 474% y la ganancia empresarial un 523% (tomando 2016 como año base), mientras que la participación salarial en el valor total creado en la economía nacional (valor agregado bruto) pasó de 51% a 42,7% según datos del CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica). Tales cifras muestran un retroceso de la participación de los trabajadores en el reparto de la riqueza. Particularmente, en 2020-2021 la masa salarial creció 42%, los precios 52% y la ganancia empresarial 75%, mostrando que el proceso no se limita al período macrista, sino que se mantuvo durante la gestión del Frente de Todos.
Los datos de empleo
Si repasamos la variable salarial y de empleo bajo el macrismo, notaremos que entre 2015 y 2019 la caída del salario real alcanzó el 25,6% y la desocupación creció un 4% (6,6 a 10,6%). Posteriormente, entre 2020 y 2022 se redujo el desempleo, aún con el importante “bache” de la pandemia, hasta llegar al 7% , de la mano de la recuperación de la actividad económica ya señalada. La generación de puestos de trabajo alcanzó al 75% de lo perdido con Cambiemos (aún restan recuperarse 68.000 puestos de trabajo) y más del 100% de lo perdido durante la pandemia (400.000 empleos), según el CEPA. En el segundo trimestre de 2022 el nivel de empleo (cantidad de personas con empleo sobre población total del país) creció +3% hasta el 45% y la tasa de empleo (cantidad de personas con empleo sobre población económicamente activa) creció +2% hasta el 48%, mostrando que, por la crisis económica durante y tras la pandemia, más gente salió a buscar empleo y lo encontró.
Sin embargo, en ese mismo período (diciembre 2019 a junio 2022) el salario real se retrajo 2% (CEPA), con lo cual no hubo una correspondiente recuperación del salario. Dicho de otra manera, uno de los pilares de la recuperación económica es el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, lo cual explica las elevadas cifras de pobreza, que no bajan del 36%.
Por otro lado, ese retroceso salarial tiene una característica particular: se concentra sobre determinadas fracciones de la clase obrera. La caída del salario (enero 2015 a junio 2022) fue del 16,3% para los trabajadores registrados (en blanco) y del 33,1% para los no registrados (en negro). Lo mismo ocurre si tomamos el período enero 2020-mayo 2022: el poder adquisitivo del salario bajó un 2,8%, pero la mayor parte se explica por la evolución regresiva de los salarios informales. El proceso de recuperación de empleos se explica fuertemente por el componente de trabajo informal (en negro), que ya ronda el 38% de la población económicamente activa (5,7 millones de personas).
Algo similar ocurre con variable etaria: la juventud (hasta 24 años) tiene un desempleo del 17%, comparativamente bajo en relación a la historia reciente del segmento (últimos 25 años), pero con tasas de empleo en negro juvenil que crecieron sostenidamente en los últimos años hasta llegar al actual 66% (CEPA). Asimismo, considerando el ciclo 2016-2021, se observa que retrocedió el empleo formal (-1,4%) y crecieron el cuentapropismo no profesional y el trabajo en negro (+1,7%), más expuestos a los vaivenes económicos pues no tienen derechos y beneficios laborales. Es decir, se precarizaron las condiciones salariales y laborales de la fuerza de trabajo (CEPA).
Conclusiones
Como primera conclusión, el modelo económico agranda la brecha de ingresos y la clase obrera se vuelve más heterogénea, con sectores cada vez más grandes arrojados a situaciones de vulnerabilidad en cuanto a derechos y condiciones laborales y salariales.
En segundo lugar, en el período post-pandemia hay un proceso recuperación de la actividad económica y de la tasa de empleo respecto a los niveles previos a la pandemia e incluso mejorándolos, pero no ocurre lo mismo con los salarios, que se encuentran perdiendo o apenas empatando a la inflación, según los distintos modos de cálculo y meses considerados. Por eso, crecientes franjas de la clase obrera ocupada caen bajo la línea de pobreza. Esta dura realidad obrera contrasta con las enormes ganancias que amasa la gran burguesía argentina, tal como señalamos al principio.
La expectativa generada en 2019 con el triunfo de Alberto y el Frente de Todos, con su lema de “cuidar la mesa de los argentinos”, dio paso a un modelo económico regresivo, que priorizó la estabilidad macroeconómica y el ciclo de reproducción del capital por sobre el bienestar de la clase obrera, la cual debe elaborar sus conclusiones y trazarse un camino de lucha para recuperar, con la fuerza de la movilización, aquello que siempre le correspondió.
David Paz
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